Un juez de Majadahonda (Madrid) paralizó la venta como medida cautelar a petición de Amaya Aleixandre, sobrina segunda del poeta. Tres años después la situación no se ha resuelto. "La Junta está a la espera de lo que decidan los tribunales", señala una fuente de Cultura. Entre Amaya Aleixandre, por una parte, y Carlos Bousoño y su esposa, Ruth, por la otra, hay una pugna judicial que tiene muchos visos de resolverse en 2011. Por lo menos, en eso confían ambas partes.
Los Bousoño señalan que el Nobel les regaló el archivo. Amaya Aleixandre, que está a cargo de los derechos de autor de la obra de su tío, reclama la propiedad de una parte del legado. En concreto, el epistolario, los manuscritos y varios objetos. "Ellos [Carlos y Ruth Bousoño] no pueden vender las cartas, los manuscritos y varios objetos. Siempre hemos reconocido que la biblioteca es de ellos. Mi tío siempre dijo que quería que los libros fueran de Carlos Bousoño. La biblioteca, un cuadro de Ulbrich y un grabado de Miró son de ellos", reconoce Amaya Aleixandre.
"Reclamamos un montón de cartas de mucho valor que recibió mi tío", recalca la sobrina. Se trata de misivas de escritores, como Pío Baroja, Azorín, Ramón Menéndez Pidal, Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre, Max Aub, Emilio Prados, Dámaso Alonso, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Pere Gimferrer...
La sobrina del poeta también reclama manuscritos de textos que formaron parte de libros de Aleixandre, como Pasión de la tierra, Sombra del paraíso, En un vasto dominio y Poemas de la consumación. Y objetos personales del poeta, como una mascarilla mortuoria, un capote de vestir o unas gafas...
Amaya Aleixandre asegura que ni siquiera su tío y la hermana con la que vivía sabían de la existencia de los documentos que reclama. "Debieron de retirar los papeles y bajarlos al sótano del chalé para hacer limpieza mucho antes de que murieran y al final ni se acordaban", dice la sobrina, que acusa a los Bousoño de llevarse "de una manera oculta" esa parte del legado del Nobel. "No tienen ningún título que les haga dueños de las cartas y los manuscritos. Mi tío jamás hizo una donación a estos señores", afirma Amaya Aleixandre.
Carlos y Ruth Bousoño recalcan que todo el archivo es suyo. "Es nuestra la biblioteca, el epistolario, los manuscritos y, entre otros, objetos como el capote, las gafas, el frac de la Real Academia Española y la mascarilla, que la pagamos nosotros, como ha testificado la religiosa que trabajó en la casa del Premio Nobel entre 1971 y diciembre de 1986, después de muerta la hermana del poeta", explican Carlos y Ruth Bousoño a través de un correo electrónico.
Los Bousoño hacen hincapié en que el poeta les regaló el archivo y que la familia del Nobel tuvo noticia de ello. "Lo hemos poseído públicamente, con el conocimiento y el consentimiento plenos de la familia Aleixandre, que autorizó la publicación de más de 60 inéditos del poeta -de nuestra propiedad- entre diciembre de 1984 y 2006", manifiestan Ruth y Carlos Bousoño.
"Hemos aportado abundantísimas pruebas que demuestran que somos los legítimos propietarios del citado archivo, según lo establecido en el artículo 1.955 del Código Civil, relativo a la adquisición de la propiedad de bienes muebles por la posesión pública e ininterrumpida durante seis años. Y ello está plasmado en la prensa con profusión desde 1984 hasta el año 2006, sin que la familia Aleixandre nos enviara ningún requerimiento notarial pidiéndonos cuentas sobre el archivo del que somos legítimos propietarios", concluyen los Bousoño.
"Personas ajenas a la poesía"
El escritor Carlos Bousoño y su esposa, Ruth, insisten en la falta de relación que tenía Vicente Aleixandre con gran parte de su familia. "En el libro publicado por José Luis Cano con parte del epistolario de Vicente Aleixandre dirigido a él, hay varias cartas en las que este deja clarísimo que se sentía mucho más vinculado emocionalmente a sus amigos y a las personas que lo atendían en su casa que a su familia de sangre", afirman el escritor y su esposa.
"Vicente Aleixandre nunca le hubiera dejado a su sobrina segunda, ni a nadie de su familia, ni uno solo de los objetos que forman parte de su archivo personal, por tratarse de personas absolutamente ajenas a la poesía, como deja claro en algunas cartas suyas inéditas que hemos aportado al proceso", agregan los Bousoño.
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