Olvidos frecuentes y factores hereditarios favorecen la aparición de esta enfermedad, incluso desde los 30 años. Tenga cuidado
Nelly, tiene 49 años. A los 38 llegó al tope de su carrera profesional como obstetra, ocupando el cargo de directora de un conocido nosocomio en Lima. Pero hace dos años no ejerce y vive en casa de su hija Rosario, quien se hace cargo de ella.
Rosario, le cambia la ropa, le pone los zapatos, y hasta hace poco la enviaba a la bodega de la esquina. Un día al salir de casa, Nelly camina lentamente con dirección a la bodega donde su vecina le atiende. ¿Lo de siempre? sí, afirma ella. Ya con las cosas en la mano, camina de regreso a casa. Cruza la calle, con la mirada fija en el suelo, de pronto, levanta la mirada y se pregunta a donde iba. Voltea. Mira a la tienda y nada. Así que decide, quedarse allí. Pasan los minutos, comienza a dolerle las piernas, así que se sienta. Trata de recordar nuevamente pero nada. La desesperación la invade y se pone a llorar. Al principio las lágrimas brotan casi sin darse cuenta. Poco a poco se incrementa y se vuelve un llanto amargo.
Ya han pasado 15 minutos, y su hija se preocupa. Sale a la puerta de su casa y ve a los lejos a su madre llorando. La alcanza, le da un fuerte abrazo, la consuela, y la lleva a casa. Nelly sufre de Alzheimer.
Otra persona, esta vez de la tercera edad, que sufre de esta enfermedad es Esperanza Calderón. Su hija, Sonia Vela cuenta que todo comenzó hace 12 años cuando a su madre le diagnosticaron este mal. Así como Rosario, ella revela que sufrió mucho al ver en ese estado a su progenitora. Tanto fue su temor de que algo le sucediera o simplemente un día salga de la casa y nunca regrese, que la obligó a mudarse de casa para poder atenderla.
Al igual que Nelly y Esperanza en el Perú hay 250 mil personas que padecen de Alzheimer, cuyo origen es desconocido, al igual que su diagnóstico que solo es certero al 100% una vez fallecida la persona y estudiado su cerebro.
Muchas personas aún desconocen en qué consiste esta enfermedad, y si lo saben piensan que solo les da a las personas de la tercera edad.
Para el presidente de la Sociedad Peruana de Neurología, Juan de Dios Altamirano del Pozo, el Alzheimer es una enfermedad que consiste en la pérdida gradual de las neuronas de nuestro cerebro lo cual produce una deficiencias en la memoria, en el lenguaje, y en la capacidad de retener nueva información. “A medida que avanza este mal, el cerebro disminuye en tamaño, peso y en funciones debido a que las conexiones neuronales o sinapsis se rompen, deteriorando en primer lugar el Hipocampo, que es la zona donde se ubica nuestra “memoria reciente” por ello se producen los olvidos”, revela el galeno.
De acuerdo con el Organización Mundial de la Salud (OMS), el Alzheimer se presenta a partir de los 40 años, sin embargo, las personas que presentan esta enfermedad la han padecido diez años antes de ser detectada. Por lo cual, es evidente que un joven que presente alguno de los factores de riesgo debe evaluarse con anticipación para detectar a tiempo esta dolencia.
Según la OMS, esta enfermedad tiene tres etapas: Una leve, en la cual el paciente se olvida de las cosas pero sigue haciendo su vida cotidiana. Otra media, en la que las personas se desorientan, se pierden incluso en los ambientes de la casa, y una etapa muy grave que implica una dependencia total de alguien, que puede ser un familiar o un cuidador, esta dependencia implica alimentación, higiene y cuidado personal.
La postración es la parte final de la etapa grave, el enfermo no puede movilizarse, por lo que requiere cuidados en la cama.
Factores de riesgo
El envejecimiento del cerebro no se produce igual en todos los enfermos. A decir del doctor Altamirano hay factores genéticos, ambientales y sociales que parecen influir en el desarrollo de la demencia, pero no actúan por igual en todas las personas. “Los dos factores de riesgo más importantes son la edad y los antecedentes familiares”, comenta.
La edad es un factor de riesgo evidente: los pacientes mayores de 65 años tienen un 10% de riesgo de tener la enfermedad, mientras que esta se eleva a casi el 50% en los pacientes mayores de 85 años.
En principio se consideró que el sexo femenino estaba más expuesto a desarrollar la enfermedad. Últimos estudios lo han relacionado con el hecho de que las mujeres viven más años que los varones, de allí que haya más ancianas en riesgo de padecer el Alzheimer.
Los antecedentes familiares también son un factor de riesgo, de forma que los individuos cuyos padres o abuelos han tenido demencia tienen más riesgo de desarrollarla. Existen algunos genes que se han asociado a mayor riesgo de presentar la enfermedad, “tener uno de estos genes es un factor de riesgo muy importante”, sostiene el galeno.
Según el presidente de la Sociedad Peruana de Neurología, hay algunos estudios que revelan que un nivel alto de educación parece ser un factor protector. Refiere que la educación también proporciona recursos y estrategias para resolver problemas, de forma que los pacientes con más nivel educativo tendrían menor riesgo de presentar demencia. En relación con este tema, algunos estudios han asociado la capacidad para expresarse con un lenguaje escrito complejo en los primeros años de la edad adulta con un menor riesgo de demencia.
Diagnostico precoz
Sonia Vela cuenta que como la mayoría de las personas, consideró los olvidos de su madre como algo normal, propio de la edad, pero nunca se imaginó que esas “lagunas” eran el inicio de una grave enfermedad que iba a llevar a su progenitora a olvidarse de casi todo.
La situación de su madre, llevó a Vela conjuntamente con 30 familias a formar la Asociación Peruana de Enfermedad de Alzheimer y Otras Demencias.
En esta institución, ella comenta que lo primero que hacen es dar a conocer a las personas cómo identificar la enfermedad, ya que una prevención a tiempo ayuda a que los afectados tengan una temprana atención y a los familiares evitar el riesgo de padecer el síndrome del cuidador.
Cabe señalar que no todos los olvidos están relacionados con esa enfermedad. Según Altamirano del Pozo, todas las personas tenemos “olvidos benignos”, que son las que se dan debido a la excesiva carga laboral, el stress, las preocupaciones familiares y falta de dinero. Aún así, dice, es necesario que si el olvido es muy frecuente la persona que la padece se realice un chequeo.
En el Perú, se pueden realizar estos diagnósticos en el Instituto de Ciencias Neurológicas para pacientes que tienen problemas hereditarios. Esta evaluación permitirá descartar otras cosas que pueden producir demencia (deterioro de la mente), vale decir, hematomas, infartos, encefalopatía hepática, entre otros.
En el país un 50% de la población adulta sufre estos olvidos benignos, de este porcentaje, la mitad pueden originar Alzheimer.
Cuidado y pruebas
Nelly se encuentra en la etapa moderada del Alzheimer. Los medicamentos que toma buscan mantener activas las redes neuronales para evitar la muerte de estas células. De una etapa a otra, pueden pasar entre tres y cinco años. Desde el diagnóstico, se calculan 15 años más de vida.
De acuerdo con el doctor Altamirano, en la última etapa se suman infecciones diversas: respiratorias, urinarias, de piel, etc. “Por esas cosas fallecen más rápido que una persona con envejecimiento normal”, afirma el especialista.
SEPA COMO RECONOCERLO
1.- Pérdida de memoria, olvidar información recién aprendida.
2.- Dificultad para desempeñar tareas habituales, como preparar una comida, un juego.
3.- Problemas del lenguaje, sustituye palabras. Ejemplo: casa en lugar de marco.
4.- Desorientación de tiempo y lugar, no recuerda cómo sabe, cómo llegó al lugar, dónde está.
5.- Falta de buen juicio, se pueden poner un abrigo en pleno verano o regalar dinero.
6.- Dificultades en realizar tareas mentales, se olvida por completo del significado de los números y para qué sirven.
7.- Colocación de objetos en lugares poco comunes. El cepillo en el refrigerador.
8.- Cambios de humor o comportamiento, de felicidad a enojo sin razón aparente.
9.- Cambios en la personalidad, pueden llegar a estar muy confundidas, temerosas o depender mucho de un miembro de la familia.
10.- Pérdida de iniciativa, ya no le entusiasman las cosas que le gustaba realizar.
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