Más allá del interés real (al tratarse de corrupción de funcionarios) y mediático por involucrar figuras populares, el caso del Callao hace meditar una vez más sobre el tema “chuponeo” y su validez. Y es que, si analizamos, por esta vía ilegal se ha revelado la existencia de mafias. Y por ello han caído en cárcel personajes que antes no hubiéramos imaginado que serían procesados, por ser gente de poder.
Si hablamos de fines periodísticos, nos remite directamente al concepto de fuente periodística y a los manejos que se le debe dar a esa herramienta de trabajo. Sigue el debate sobre si es o no ético el uso de interceptaciones telefónicas o correos electrónicos. Y es que cuando hay un delito investigado, la Policía sí puede realizar interceptaciones. Y lo vemos hasta en las series de televisión, tipo “Law and Order”. Así que no siempre se trata de un ilícito.
Pero en el Perú vemos que se “chuponea” con otros fines: tumbar enemigos políticos, chantaje, extorsión y demás. Ahí va la pregunta: ¿Es el “chuponeo” un mal necesario para descubrir hechos dolosos o irregularidades? Para algunos es lícito ya que ello permite destapar casos de corrupción, para otros en cambio no es ético. Como fuese, los peruanos tienen criterios divididos sobre este tema. Una última encuesta así lo revela.
Debemos recordar que los vínculos del Frente Policial Huallaga con el narcotráfico (1991) se descubrieron gracias a conversaciones radiales chuponeadas. Y que en 1996 el programa “Contrapunto” de Frecuencia Latina puso en problemas al gobierno de Alberto Fujimori con denuncias de espionaje telefónico contra periodistas y políticos de oposición.
La llamada “Ley Mordaza” -que todo indica verá la luz oficialmente en las próximas semanas- apunta a enfrentar el tema, pero de manera nada eficaz. Simplemente prohibirá a los periodistas difundir estos materiales “salvo sean base de ilícitos”. Suena bien en teoría, pero es una aberración si lo colocamos en contexto real, pues probar el ilícito implica que pase a manos de un juez, se realice una investigación y demás. Luego de todo esto, el periodista perdió su primicia. Y si somos más realistas, hay riesgo que esa información se filtre y el acusado se entere antes. O incluso destruya la prueba.
El tema de los “chuponeos” debe ser analizado viendo el asunto desde ambas orillas. Lo que si queda claro, mientras no se desbarate esta red, es que debemos cuidarnos y saber qué cosa hablamos por teléfono.
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