Los autistas no son discapacitados. Son personas con habilidades diferentes, seres humanos productivos, útiles y felices; dispuestos a demostrar que pueden insertarse en la vida ordinaria como personas valiosas para la sociedad. En el presente informe, conozcamos la historia de Juan Carlos que con la ayuda de su madre, nos demostraron que los milagros sí existen.
Cuando miramos la vida desde otro punto de vista, situándonos en otra perspectiva, nos percatamos que nuestros problemas, por muy grandes que parezcan, quedan empequeñecidos frente a los heroicos desafíos que cada día tienen que enfrentar diferentes personas como los valiosos alumnos del Centro Ann Sullivan del Perú.
Una vez adentro del centro, se percibe en el lugar un ambiente acogedor, cargado de ganas de vivir y seguir adelante, energía que se percibe en la paciencia y dedicación que demuestran las tutoras que laboran allí, dándonos a conocer el excelente clima que impera en el recinto, enseñándonos el portentoso nivel de calidad humana que caracteriza, al cien por ciento, a esta institución de personas que ayudan personas.
Esta vez, nuestro objetivo era conocer a Juan Carlos Machaca, un adolescente de 17 años caracterizado por su inagotable valor, un muchacho que, a pesar de ser autista – o debido a eso –, ha logrado demostrar al Perú y al mundo entero lo que el amor, la perseverancia y la fe pueden lograr en aquéllos que no se rinden nunca a pesar de los óbices que se presentan en la vida.
La CNN en español realizó un reportaje sobre la vida, los fracasos y los éxitos de Juan Carlos al cual título “Autismo: Un mundo interior”, y que se transmitió a nivel mundial. Él, junto a otros chicos de todo el mundo que también padecen de autismo, viajó a Chicago y, junto a su madre, la valerosa señora Inés Mendieta, contó su conmovedora historia, de principio a fin.
Esta vez, y solo para “El Universal”, la señora Inés, junto a su hijo José Carlos, nos narran su audaz historia con el único fin de ayudar a quienes necesitan una mano amiga en circunstancias similares a las que ellos vivieron. Aquí comienzan sus verdaderos testimonios.
“GRACIAS A DIOS MI HIJO SUPERO SUS LIMITACIONES”
Inés Mendieta nos cuenta la vida dura y sacrificada que le tocó vivir junto a Juan Carlos Machaca, su hijo de 17 años, que es autista. La conmovedora historia de Inés nos muestra cómo el amor y la paciencia pueden lograr los milagros que, a veces, la ciencia se rehúsa a resolver.
“Yo nunca imaginé que mi hijo iba a ser autista. Me di cuenta a los ocho meses. La gente me decía tu bebé no mira. A los 2 años solo caminaba. De niño, él empezó a pegarse contra la pared. Nadie me decía nada concreto. A los 2 años y medio le hice todo tipo de exámenes. Fue en el Hospital del Niño donde me dijeron que era autista imperativo. Yo en mi ignorancia, no sabía qué era eso. La sicóloga que atendió a mi hijo me dijo de una forma muy fría que él nunca se iba a mejorar. Cuando me dijo eso, sentí que mi corazón se rompió por pedazos. Además, me dijeron que tenía que estar preparada porque iba a empeorar y no había solución. Le rogué mucho al Señor y, por medio de un padrino, conocí el centro Ann Sullivan del Perú. Aquí me dijeron lo mismo pero a diferencia de las otras instituciones me dieron esperanza. Para ese entonces yo estaba muy preocupada, porque él no hablaba, no comía, incluso un pediatra del Rebagliati me dijo, señora, déjele la comida en cualquier sitio, porque él de hambre va a comer. Pero ni aún así comía y, si comía, luego lo devolvía todo. Llegó a tener la hemoglobina en 8.5, imagínese. Y así llegamos acá. Poco a poco fui dándome cuenta que él intentaba hablar. Yo estaba segura que mi hijo iba a hablar. Me dediqué cien por ciento a él”, dice.
Con una cruz en la mano que lo lleva siempre, Inés sostiene que gracias a Dios su hijo superó sus limitaciones. “Ahora él puede hablar, en las mañanas estudia, en las tardes trabaja y en las noches practica natación, como cualquier persona normal. Eso es lo que yo quería, que él sepa valerse por sí mismo. Que no sea una carga para nadie”, nos manifiesta la señora Mendieta mientras acaricia los cabellos de su hijo que escucha atentamente lo que su madre nos cuenta.
- ¿A qué edad empezó a trabajar su hijo?
- Él ha empezado a trabajar a los 16 años. El director del mismo centro se encarga de buscar entrevistas. Juan Carlos tuvo que pasar una entrevista normal, como si fuera cualquier ciudadano. Y las empresas los eligen de acuerdo a su capacidad. Nadie los elige por lástima, sino porque verdaderamente pueden desarrollarse en un sector laboral como cualquier otra persona. Claro, también hay que agradecer a las empresas que les dan la oportunidad. Porque no todos hacen eso.
- ¿Alguna vez ha sentido que discriminaban o maltrataban a su hijo?
- Una vez, cuando él tenía once años, lo puse en un colegio en el que los padres se quejaron porque mi hijo, en la clase de inglés, era el único que se había sacado veinte. Y ellos decían que cómo mi hijo se iba a sacar veinte. Además de esto, una jovencita amiga de mi hijo, de años superiores, me comentó que a Juan Carlos, el profesor, lo sacaba de la clase porque preguntaba mucho. Pero aún así, cuando llegaban los exámenes, él se sacaba buena nota. Por todo esto, decidí sacarlo de ese colegio.
“SOY UN JOVEN CON AUTISMO Y LO DIGO CON ORGULLO”
Mientras conversábamos con su madre, Juan Carlos Machaca, de 17 años, nos observaba de manera fija, pero para nada ausente. Su mirada vivaz era atraída por los vaivenes de las personas que pasaban por el recinto donde nos encontrábamos y, de vez en cuando, intervenía en nuestra conversación con alguna frase breve. Después de conversar con Inés Mendieta, toda nuestra atención se centró en Juan Carlos, aquél muchacho valiente, de personalidad pertinaz, que no ha dejado que sus “limitaciones” le impidan tener una vida normal y feliz. Escuchar a Juan Carlos fue toda cátedra de vida.
- Hola Juan Carlos…
- Hola
De esta manera, como un inicio de película, comenzó a relatarnos su vida este muchacho llena de firmeza y optimismo.
“Mi nombre es Juan Carlos Machaca, tengo 17 años, soy un joven con autismo y lo digo con mucho orgullo. Como cualquier otra persona, tengo triunfos y tropiezos. Desde que tengo 3 años, estoy en el Centro Ann Sullivan del Perú. Aquí aprendí a ser un joven independiente, productivo, feliz y trabajador en la vida. Actualmente, trabajo en la empresa RESORTS S.A.C., ingresando los currículums de los candidatos que van a ser entrevistados. Agradezco a Laura Hacha que es la actual directora de la empresa. Ayudo a mi papá en su trabajo de contabilidad, ingresando compras y ventas a la computadora. Saco copias y tipeos, además, voy a los bancos a hacer declaraciones. Realmente soy muy feliz. También ayudo a mi mamá en todo lo que se hace en casa. Me siento como una persona útil. Además de esto, practico natación. Nado en todos los estilos. Tengo 61 medallas. También me gusta el golf. En mis ratos libres veo “Al fondo hay sitio”. Me gusta la música y sé tocar la armónica, el metalofón, el piano y pienso seguir aprendiendo otros instrumentos, como la guitarra. Mis sueños son tener siempre un trabajo para poder ayudar a mis padres y ser director de cine para hacer una película con todas las mamás del centro Ann Sullivan, que se va a llamar “Madres Coraje”, los protagonistas serán mi mamá y yo, les contaré cómo ella me sacó adelante. Realmente me siento muy orgulloso y agradezco a cada uno de mis especialistas por enseñarme. Todo lo que sé lo debo a ellos. Tengo metas y sueños como cualquier otra persona. Solo necesito que me den una oportunidad y que confíen en mí”, refiere Juan Carlos.
Así como Juan Carlos, son muchos los alumnos del Centro Ann Sullivan del Perú que vienen desempeñándose en diferentes rubros empresariales y que, con la ayuda y el cariño de sus familiares y tutores, están logrando salir adelante, esforzándose al máximo para demostrarle a todo el mundo que ellos no son discapacitados, sino personas valiosas, que están logrando reinsertarse en la sociedad, haciendo uso de sus inigualables habilidades diferentes.
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