Las asunciones de mando de los presidentes en América Latina tienen mucho de peculiar. En los últimos 15 años ha habido de todo. Desde atentados, rituales indígenas, bombardeos, rupturas del protocolo, protestas, hasta terremotos.
Lo último de toda estas historias lo constituye el polémico aplazamiento de la asunción de mando de Hugo Chávez en Venezuela.
La Constitución venezolana establece que el 10 de enero los presidentes electos deben jurar el cargo ante la Asamblea Nacional, pero Chávez, que lucha contra un cáncer en La Habana, fue autorizado por el poder Legislativo a no hacerlo en esa fecha sino más adelante, cuando su salud se lo permita, ante el Tribunal Supremo.
Y el alto tribunal dictaminó que no es necesario una nueva toma de posesión porque Chávez es un gobernante “reelecto”.
Si bien para muchos el caso de Chávez podría marcar un precedente en América Latina, cabe recordar que ya hubo otros presidentes-aunque algunos por otras razones-que sin haber jurado lograron gobernar, y si lo hicieron pasaron por algunos contratiempos. Por ejemplo, en Brasil, Tancredo Neves, elegido en las urnas para ser el primer presidente constitucional de Brasil después de una larga dictadura militar, no pudo asumir el día que le correspondía, el 15 de marzo de 1985, porque en la víspera tuvo que ser hospitalizado de urgencia con fuertes dolores abdominales. De hecho, no llegó a asumir nunca, pues murió de una septicemia un mes después.
El día de la investidura, en medio de una gran conmoción, José Sarney juró el cargo de vicepresidente y asumió automáticamente la jefatura del Estado, que ejerció primero en funciones y con todas las de ley, tras la muerte de Neves.
A veces hay fuerzas, naturales o no, que impiden que las investiduras presidenciales salgan como está previsto. Sebastián Piñera asumió como presidente de Chile el 11 de marzo de 2010, en el mismo momento que se producía un temblor de 6,9 grados Ritcher que hicieron balancearse las lámparas y desprenderse fragmentos de yeso de techo, con gran susto para los asistentes.
No fue la naturaleza, como en Chile, la que alteró la asunción de Álvaro Uribe como presidente colombiano el 7 de agosto de 2002, sino las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Minutos antes de que Uribe ingresara en el Congreso para jurar su cargo se escucharon las detonaciones de varios cohetes lanzados contra la sede de la Presidencia y de una bomba que estalló a tres calles y causó 17 muertos y 20 heridos.
Asunciones estrafalarias
El pionero fue Alejandro Toledo, quien el 29 julio de 2001, al día siguiente de asumir la Presidencia de Perú, viajó al santuario inca de Machu Picchu, donde pidió a los ‘apus’ (montañas) que le dieran fuerza y coraje en su mandato y realizó un “pago” a la tierra, con ofrendas de semillas, flores y azúcar.
Los dos juramentos presidenciales del boliviano Evo Morales, en 2006 y 2010, estuvieron precedidos un día antes por ceremonias indígenas celebradas en el templo de Kalasasaya de las ruinas de Tiahuanaco, un centro sagrado de las culturas andinas.
También el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se reunió antes de su investidura el 7 de agosto de 2010 con “mamos” (sacerdotes) de las etnias arhuaca, kogui y wiwa, que le entregaron un bastón de mando y le ataron a las muñecas dos “aseguranzas”. (El País)
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