Armando Villanueva del Campo no fue un político más en el Perú. De él se puede decir muchas cosas, pero que mejor que su amigo y compañero Javier Valle Riestra para contarnos cómo fue su vida como líder, como persona y qué legado dejó para los futuros políticos del país.
-¿Con la muerte de don Armando Villanueva se termina una estirpe de políticos en el Perú?
- Evidentemente, por su edad, ha vivido una serie de experiencias y aventuras políticas que ninguno de los que sobreviven hoy, han tenido. Ni siquiera Alan García, ya que él fue hijo de un héroe del partido. Con la desaparición de Armando se cierra un capítulo de la historia del APRA y en cierto modo de la historia del Perú contemporáneo.
-¿Cuál ha sido el legado que dejó para la política nacional y los jóvenes militantes del APRA?
- El legado que nos deja es que hay que renunciar a privilegios personales, utilitarismos y sensualismos y a dar más por el país y las ideas. Él vivió así y fue consecuente con ellas.
-Su vida política la inició muy joven sobre todo en años de dictadura y persecución.
- Exacto. Él era hijo de un médico muy distinguido y de una familia muy antigua, pudo tomar una posición conservadora y no reaccionaria, pero rompió eso y optó por irse a la lucha.
-Como fundador de la “Federación Aprista Juvenil” nunca dejó de dirigirse a los jóvenes del partido.
- Él siempre fue un hombre partidario de los adolescentes. Y habría que verlo, ya que llegó hasta los 97 años y no era un ‘viejo decrépito’.
-Sin duda que Armando Villanueva fue una prueba de que el político jamás se jubila.
- Así es, tanto fue así que horas antes de su muerte, él seguía dando opiniones políticas y sobre todo mostrando una inquietud espiritual por saber lo que sucedía a su alrededor. Y en el caso de Armando no cabe proclamarse aprista o anti ‘villanuevista’, simplemente es una gran figura de la República que se ha extinguido.
-Alan García manifestó que su muerte no constituye “un día triste para el partido, sino uno promisorio”. ¿Concuerda con él?
- Claro, este no es un día triste para nosotros, como diría Haya de la Torre: “Vamos a comprobar en el crisol de una realidad dolorosa, quizá, la consistencia de nuestros principios y la sagrada perennidad de nuestra causa”.
-¿Cómo tomó la noticia de su fallecimiento?
- Con tristeza no, porque era algo que se veía venir. Lo tomé más con resignación, pero con dolor.
-¿Cuándo fue la última vez que habló con él?
- Ha habido tantas últimas veces que he hablado con él. Hasta hace algunos meses saliamos a almorzar un par de veces, incluso me llamaba por teléfono para solicitarme algunos pedidos y yo le colaboraba. Salíamos a comer al restaurante “La Gloria” que le encantaba a él.
-¿Qué lecciones aprendió de don Armando para su formación política?
- Bueno, mi verdadero maestro dentro del APRA fue Haya de la Torre, los demás los considero gente valiosa. Pero si queremos hablar de constancia, intransigencia, virilidad, posición soberbia frente al enemigo, estaba Víctor Raúl, Armando solo era un discípulo y yo un lejano discípulo.
-Podría contarnos alguna anécdota que tuvo con él?
- Recuerdo que nos conocimos el año 56’. Un día le dije que iba al Callao a un mitin, donde subí a la tribuna, hablé apristamente y la gente se fue conmigo. Armando vio eso y me dijo, “Tienes razón, voy a seguir ese camino”, y a las pocas semanas hizo lo mismo en Trujillo y la gente también se fue con él.
-¿Cómo era Armando Villanueva como amigo, como persona, en lo íntimo?
- Era un hombre campechano, simpático, agradable. Igual que Haya de la Torre, que era un hombre sobredimensionado en la tribuna y en la historia. Pero personalmente podía conversar sobre los temas más pueriles sin ningún escrúpulo por su propia sencillez. Y a pesar de ser un hombre que sufrió tanto, se reía a carcajadas de cualquier trivialidad, era un hombre alegre. (JP)
No hay comentarios:
Publicar un comentario