Mark Humayun, el estadounidense quien es considerado el inventor de las retinas artificiales, afirma que empezó a investigar esta tecnología mientras estudiaba medicina.
Hoy su invento, el Argus Ocular Implant es el único modelo aprobado para su comercialización y se estima que unas 70 personas en el mundo se sometieron a las tres horas de cirugía necesarias para su implantación para disfrutar de sus beneficios.
¿Pero cuán útiles están siendo estos implantes para aquellos que carecen de visión? ¿ Cómo creen los expertos que evolucionará una tecnología que algunos comparan con los implantes cocleares que hoy permiten escuchar a los sordos?
Las retinas artificiales consisten en un chip fotosensible implantado en el ojo del paciente, que funciona combinado con un procesador y una cámara montada en unas gafas que captura las imágenes para luego ser procesadas y transformadas en impulsos electromagnéticos que estimulan los nervios ópticos.
Existen también prototipos que funcionan sin necesidad de cámaras, como los que fabrica la empresa alemana Retina Implant, cuyo chip capta directamente la luz y la traduce en estímulos electromagnéticos.
Distinguir sombras
La efectividad de estos implantes es todavía limitada y depende de muchos factores, entre ellos, el grado de degeneración de los nervios oculares del paciente.
Según un reciente análisis de esta tecnología realizada por la revista del Instituto Tecnológico de Masachussetts (MIT), la mayoría de estos ojos biónicos lo que hacen es permitir a los pacientes distinguir sombras, algún que otro movimiento, ser capaces de encontrar el hueco de una puerta, cosas que distan mucho de una recuperación total.
Pero por supuesto, ser capaces de distinguir lo mínimo tras años de completa oscuridad es ya de si mucho para aquellos con severa discapacidad visual.
Retos del ojo biónico
Y es que para que estos implantes funcionen mejor, explican los científicos entrevistados por el MIT, deberá aumentar la cantidad de píxeles detectados por los ojos biónicos, ya que actualmente tan solo pueden captar cerca de mil, cuando la visión humana detecta cerca de un millón.
Algunas de las alternativas que estudian los investigadores para mejorar su efectividad es aumentar la cantidad de electrodos que transmiten estos chips y diseñar implantes que no precisen cables conectados.
Pero todavía está la dificultad de depender de duros implantes de silicio en una zona tan delicada y acuosa como el ojo, donde este tipo de dispositivos terminan deteriorándose.
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