Si no tomamos conciencia del calentamiento global, en 60 años más nuestra reserva de agua dulce habrá desaparecido. Producto de ello, el país se verá afectado. Para conocer sobre este tema, conversamos con el director de la revista Agronoticias, Reynaldo Trinidad.
-¿Qué significa la desglaciación y cómo se da este fenómeno?
-No es otra cosa que el derretimiento gradual o retroceso de las masas de hielo que cubren naturalmente a varias de nuestras montañas alto andinas, como consecuencia del calentamiento global o incremento de la temperatura en el planeta. Los científicos expresan que este proceso se ha intensificado en los últimos 30 y 40 años, período en el que ha desparecido el 30 % de nuestros hielos. Por consiguiente, si no revertimos esta situación, en unos 60 años más habrán desaparecido nuestras únicas reservas seguras de agua dulce.
-¿Cuál de nuestros glaciares viene sufriendo los estragos de este calentamiento?
- Tenemos varios, siendo el más afectado el nevado San Cristóbal (Huaraz) que hasta la década del 70 lucia llena de hielo y hoy casi no tiene nada, es un cerro sombrío.
-¿Cuál es el impacto directo que tiene para el agro y el equilibrio ambiental?
-Para comprender mejor este tema, cabe considerar lo siguiente: los glaciares y nevados son las únicas reservas seguras de agua dulce para los peruanos. Pues fuera de la corta estación de lluvias (diciembre-marzo), el abastecimiento hídrico del Perú depende en 75 % de los deshielos cordilleranos. Ahora esto no lo sentimos, porque estamos habituados a ello. Pero cuando se extingan esas fuentes, de dónde sacaremos agua para el consumo humano y animal, para regar los campos de cultivo y para mover las centrales hidroeléctricas. La desglaciación es una grave amenaza contra la seguridad alimentaria, la seguridad energética y la gobernabilidad del país. Por eso, precisamente, los científicos dicen que el Perú es el tercer país del mundo más amenazado por la escasez crónica de agua, después de Bangladesh y Honduras.
-¿Cuánto perdemos económicamente en el agro a causa de este impacto?
-Hoy el agro no pierde nada por efecto de la desglaciación. Al contrario, aunque solo momentáneamente, tiene más agua generada por el incremento de los deshielos. Pero es como un dulce sueño antes de despertar a una pesadilla sin márgenes.
-¿Cuáles serían –según su óptica- las medidas inmediatas que se deben tomar?
-Por suerte, gracias a la Cordillera de los Andes, tenemos algunas alternativas de solución manejables, pero comenzando a actuar hoy, no mañana. La principal es la siembra y cosecha de aguas de lluvia en las mesetas, laderas y quebradas de esa región, tal como ya está haciendo el ingeniero César Dávila Véliz en la comunidad campesina de Masajcancha, Paccha, Jauja, Junín (Fundo “La Cosecha del Futuro”); la Cooperativa Agraria de Trabajadores “Atahualpa Jerusalén” de Porcón, Cajamarca; y el Instituto “Cuencas” en el mismo departamento.
-¿Actualmente, se tiene algún plan por parte del gobierno?
-El gobierno vigente ha sido el primero en reaccionar frente a la desglaciación, con diversas normas y programas orientados a la prevención, pero que todavía no pasan mayormente del papel. Es que de Lima no se ve ni se siente lo que ocurre en las montañas distantes del Perú profundo.
-De no darse un cambio para cuidar el ambiente, ¿en cuánto tiempo estaremos sufriendo los fuertes impactos de este fenómeno?
-Según las proyecciones científico-técnicas, todos los nevados y glaciares por debajo de los 5,500 metros de altitud empezarán a desparecer en los próximos 30 años. O sea que estamos cerca del comienzo del drama, terrible para las nuevas generaciones.
-¿Coincide que en el Perú hace falta vocación científica para desarrollar nuevas tecnologías a favor del agro y el medio ambiente?
-Más que vocación científica, lo que nos falta es conciencia y cultura de prevención. Como somos un país de memoria frágil y pellejo duro, siempre reaccionamos tarde, cuando los sismos, los incendios, las inundaciones o las sequías ya están encima. Adicionalmente, en el caso específico del agro, este sector es mayormente administrado por quienes jamás han hecho siquiera agricultura de macetero. Por eso no entienden a los científicos, los técnicos y peor a los campesinos de este país natural y culturalmente megadiverso.
-¿A qué se debe esta actitud?
- A que los gobernantes no quieren entender que sin agro no hay alimentación y sin alimentación no hay educación, puesto que un estómago mal alimentado jamás puede dar un cerebro ilustrado. Peor aún no quieren comprender que sin agua no habrá futuro para nadie. (Javier Peña)
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