Roberto vivió un año como mendigo.
La mendicidad es
un problema social más grave de lo que se cree. Ya que en todos los casos
existen historias de violencia, dolor, desatención familiar que muchas veces
lleva a las personas a suicidarse.
Roberto
(30) hasta cinco años atrás era un joven con muchos sueños. Gracias a su
habilidad para el trabajo logró en solo unos cuantos años independizarse de su
familia. Se alquiló un departamento y poco a poco comenzó a comprarse sus
cosas. La suerte le sonreía.
Un
día, sin embargo, su vida cambió por completo. Sus padres y hermanos en un
accidente de tránsito murieron. Esta tragedia lo sumió en la más honda tristeza
del cual no pudo levantarse.
De
ser un hombre próspero, Roberto en solo tres meses se convirtió en un despojo
humano. Consumido por las drogas, al cual llegó para olvidarse de su tragedia,
comenzó a deambular por las calles. Para alimentarse recurrió a las limosnas, mas
cuando no conseguía nada los basurales se convirtieron en su única opción.
Precisamente cuando buscaba algo para comer entre un cúmulo de desperdicios
cerca del río Rímac, un grupo de serenos de la Municipalidad de Lima lo
encontró. Llevaba un año como mendigo.
Al
igual que Roberto, por las calles de Lima deambulan decenas de mendigos,
algunos con más de 60 años y otros menores de edad.
La
mendicidad es un problema social más grave de lo que se cree. Ya que en todos
los casos existen historias de violencia, dolor, desatención familiar que
muchas veces lleva a las personas a suicidarse.
Los
motivos para mendigar son diversos. De acuerdo con la jefa de Servicios
Sociales de la Municipalidad de Lima, Gina Rojo, la mayoría de ellos lo hacen
debido a los problemas de adicción que tienen o por la depresión que sufren. Sin
embargo, ¿qué lleva a una persona a caer en esos estados?
De
acuerdo con la socióloga Mariam Puás son tres las razones que empujan a un
individuo a la mendicidad.
En
primer lugar está la ruptura de lazos familiares y personales provocados por la
muerte de uno o varios miembros, como en el caso de Roberto, o por una pelea.
Asimismo
la ruptura de lazos laborales debido a la pérdida de un empleo o a la
imposibilidad de conseguir un trabajo estable que le asegure una estabilidad.
Y
finalmente tenemos la ruptura de lazos sociales originado porque los amigos le
dan la espalda.
Sea
cual fuera la razón, Puás considera que en todos estos casos se ha dado lo que
en psicología se conoce como “sucesos vitales estresantes”.
En
el Perú no existe una única institución dedicada a ver este problemática. Es
más, ni siquiera se sabe con exactitud cuántas personas en situación de
mendicidad viven en el país. Aunque si intuye que cada vez hay más mendigos,
sobre todo niños y adolescentes.
Esta
realidad hace que el presupuesto y la logística de cada una de las
instituciones vinculadas al problema se dispersen, lo cual no permite llegar a
todas las personas en situación de calle.
Para
Martha Moquillaza Risco, directora ejecutiva del Programa Vida Digna del
Ministerio de la Mujer, la idea sería trabajar articuladamente con las demás instituciones
involucradas en el problema a través de convenios. “Que necesidad, por ejemplo,
que Vida Digna construya una Casa Residencial del Adulto Mayor si otras ya
cuentan con dicha infraestructura. Lo que tenemos que hacer es ayudar a mejorar
el equipamiento de estas para así poder beneficiar a las personas que están en
esta situación. Por lo menos, en el programa que yo dirijo así estamos
trabajando”, señala Moquillaza.
Lamentablemente
no todas las instituciones involucradas en este problema trabajan de esa
manera. De ahí cuando una persona en estado de mendicidad llega a una de esas
instituciones este un tiempo en un lugar y luego en otra. (Redacción)
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