Seis de cada diez pasajeras en la capital son víctimas de depravados sexuales. Por esta razón, Lima fue considerada por la Fundación Thomson Reuters la tercera ciudad más peligrosa del mundo para las mujeres.
La
gran demanda que tienen los servicios de transporte público en el país, no solo
está favoreciendo a los delincuentes, sino también a los enfermos sexuales, que
aprovechándose de la aglomeración de la gente, dan riendas sueltas a sus bajas
pasiones.
El
último caso de acoso sexual en un bus de Lima, se registró el cuatro de abril
último.
Ese
día, una pasajera del Metropolitano, identificada como Fabiola De la Jara
Negri, denunció a un sujeto que viajaba junto a ella y que, con su celular,
grabó debajo de la falda que llevaba puesta durante el viaje en el bus.
Ella
contó en la comisaría de San Martín de Porres, donde presentó la denuncia, que
se encontraba parada en el bus mientras revisaba su celular. De pronto, un
pasajero que se encontraba cerca de ella trató de advertirle con señas que un
hombre estaba grabándole, pero ella no se percató. No fue sino hasta que el
señor le gritó: “Te está grabando debajo del vestido”, cuando ella se dio
cuenta de lo que ocurría.
Aún
nerviosa por lo vivido, Fabiola continúo relatando que ella bajó en la estación Parque del Trabajo para perseguir al sujeto y reclamarle por
lo que había hecho. Indicó que dos personas del Metropolitano fueron testigos
de lo ocurrido: un trabajador de este servicio de transporte público y el
pasajero que le alertó sobre lo que ocurría.
Al igual que Fabiola, en las grandes ciudades del país,
estos hechos ocurren casi a diario.
Esta dura realidad que viven las mujeres peruanas quedó
plasmada en
un reciente estudio publicado por la Fundación Thomson Reuters.
Según
el estudio, que evaluó a 16 capitales del mundo, Lima ocupó el deshonroso
tercer lugar en percepción de agresiones en contra de las mujeres en los
sistemas de transporte público. Bogotá y México ocuparon el primer y segundo
lugar respectivamente.
La
Fundación Thomson Reuters, en colaboración con la empresa de sondeo de You Gov,
preguntó a 6.550 mujeres qué tan seguras se sintieron cuando usaron el
transporte público en sus respectivos países.
Las
preguntas realizadas tocaron temas como: ¿Sienten seguridad al viajar sola por
las noches? ¿Sufrieron acoso verbal o físico? ¿Hubo pasajeros que le ayudaron? ¿Existe
confianza en las autoridades para investigar y sancionar los informes de acoso
o violencia? ¿La disponibilidad del transporte público?
La
percepción de las encuestadas es que el 60 % de las mujeres que viajan en
sistemas de transporte, reportaron acoso físico durante el viaje.
No es nuevo
El
acoso sexual físico y verbal que sufren las mujeres en el transporte público no
es algo reciente. Por historias contadas por nuestras madres o tías sabemos que
tienen décadas.
El
Congreso de la República con el fin de proteger la dignidad, la libertad, el
libre tránsito y el derecho a la integridad física y moral de niños,
adolescentes y mujeres en los espacios públicos aprobó en marzo del año pasado
la Ley contra el Acoso Sexual Callejero (30314).
Según
dicha norma, los gobiernos regionales, provinciales y locales; y los
portafolios de la Mujer; Educación; Salud, Transportes y Comunicaciones; y del
Interior, deberán tomar una serie de medidas para el cumplimiento de la ley.
Así
tenemos, por ejemplo, que en los servicios de transporte se pegue un aviso
donde se señale que las conductas de acoso sexual se encuentran prohibidas y
son objeto de denuncia y sanción.
De
igual manera, los gobiernos regionales y locales incluyan en los cursos de
formación del personal del servicio público de transporte urbano, información
sobre el acoso sexual.
También
que la policía cuente con un registro de acosadores sexuales para poderlos
identificar, entre otras medidas.
A
un año de la vigencia de la ley, la norma pareciera ser letra muerta, porque el
número de denuncias por acoso sexual en el país continúan.
Según
Luis Quispe Candia, director de la ONG Luz Ámbar, en el 2015 se registraron en
la capital 20 casos de acoso sexual en el Metropolitano, mientras en el Metro
de Lima se reportaron 23 denuncias.
Este
año, dice, ya se han registrado 12 casos de acoso sexual en los servicios de
transporte público, de los cuales 9 corresponden al Metro de Lima y 3 al
Metropolitano.
Para
Luis Quispe Candia, director de la ONG Luz Ámbar, la Ley 30314 no está cumpliéndose
porque nació en un contexto mediático (caso Magaly Solier), por esa razón casi
nadie se acuerda de dicha norma.
Los
pocos casos de acoso sexual en los buses de Lima denunciados se dieron en los
servicios públicos de transporte formalizados, donde gracias a las cámaras de
vigilancia y personal de seguridad, la víctima contó con pruebas para acusar a
su agresor.
Transporte
informal
En
la capital, solo un millón de pasajeros se transporta todos los días en medios
formales, es decir, Metro de Lima y el Metropolitano; el resto, o sea, los ocho
millones de pasajeros, se movilizan en los servicios públicos de transporte
informal.
Por
esta razón, afirma Luis Quispe, al grueso de las victimas les resulta difícil
denunciar al agresor, ya que no cuentan con los medios para sustentar su
versión, por ese motivo prefieren callar.
Liz
Meléndez, directora de la ONG Flora Tristán, dice que también existen otras
razones del por qué muchas mujeres víctimas de acoso sexual en los servicios de
transporte público masivo no denuncian. Una de ellas, es que la palabra de la
mujer no está muy valorizada en las comisarías, porque generalmente los que
reciben la denuncia son policías varones.
Según
la ONU, el problema de acoso sexual en el transporte público restringe la libertad
de movimiento de todas las niñas y mujeres: “Se reduce su capacidad de
participar en la escuela, el trabajo y la vida pública. Se limita su acceso a
los servicios esenciales y el disfrute de las oportunidades culturales y
recreativas. También afecta a su salud y bienestar”.
Para
la activista, la formalización del transporte ayudaría bastante a las mujeres
para reducir el peligro de cruzarse con un depravado sexual.
Igualmente
la existencia de buses y vagones exclusivas para las mujeres en horas punta
darían tranquilidad a las pasajeras.
Gioconda
Diéguez, coordinadora de la ONG Alianza por la Solidaridad, considera que otra
medida implica una educación en igualdad, donde se promuevan relaciones
equitativas entre mujeres y hombres en las escuelas, a través de medios de
comunicación, etc.
También
trabajar por el reconocimiento y goce de los derechos sexuales que incluyen
reflexiones respecto a la autonomía de las mujeres sobre su propio cuerpo y el
respeto a su integridad. (Redacción)
REFORMA DEL
TRANSPORTE
Luis
Quispe sostiene que esta va a demorar, porque la Municipalidad de Lima le
amplió por tres años más la licencia de ruta a las cousters y combis de la
ciudad. SABÍA
En el 2015, en una encuesta de Lima como Vamos, el 33% de las mujeres limeñas señaló haber sido víctima de acoso sexual en las calles, frente a un 7% de los hombres.
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