Afecta
a cualquier persona. Dependiendo de las causas, algunos deben medicarse de por
vida.
Durante siglos, debido al desconocimiento que había sobre la
enfermedad, a las personas con
epilepsia se les acusó de estar poseídas. Por esta razón fueron evitadas,
temidas y despreciadas. Hoy, con el adelanto de la ciencia, sabemos que esta
afección no tiene nada que ver con la malignidad sino con una descarga excesiva
de las neuronas cerebrales, que se manifiesta en forma de crisis inesperadas y
espontáneas, y que pueden durar unos segundos como algunos minutos.
Las causas de esta enfermedad son múltiples. Pueden ser el
resultado de accidentes
cerebrovasculares de tipo isquémico y hemorrágico, infecciones como la
meningitis, tumores malignos o no, lesiones por golpes o impacto de bala, y cicatrices
por la presencia de parásitos. Sin embargo, también hay las que no tienen una
causa concreta conocida, como epilepsias idiopáticas o criptogénicas, que por
lo general son heredadas y suelen presentarse durante la niñez.
A pesar de lo que muchos creen, la epilepsia no solo se
manifiesta con convulsiones y pérdidas de conocimiento (tonicoclónicas
generalizadas), que son las más conocida por las personas, también se presenta
como una desconexión momentánea con el entorno (las denominadas ausencias), y
con movimientos leves involuntarios sin pérdida de conciencia (convulsiones
focales). Otras formas menos frecuentes son el movimiento reiterado de cabeza y
ojos, alucinaciones, desmayos repentinos y rigidez muscular.
Según el doctor Carlos Castañeda, neurólogo de la clínica El
Golf, para hablar de epilepsia la persona tiene que haber padecido al menos dos
crisis. Generalmente estas crisis se presentan una vez al día, aunque también
pueden manifestarse varias veces luego de algunas semanas de tranquilidad.
Deisi
Mogollón empezó a convulsionar una vez al día con solo dos años. Después aumentó
a tres cuando llegó a la adolescencia. “No solo convulsionaba en mi casa, sino
también en la escuela. Por esta razón, fui más de una vez al hospital”, revela.
Si
bien en la mayoría de los casos, la epilepsia es tratable y curable, muchos
enfermos tienen ideas equivocadas sobre este mal. Por lo que prefieren callar y
convivir con la dolencia, sin saber que están exponiendo sus vidas, ya que si
en una de esas crisis—por ejemplo— quedan inconscientes pueden tener un accidente.
Ese fue el caso de Deisi, quien luego de una crisis cayó de la escalera
desfigurándose el rostro.
Tratamiento
Llevar
una vida normal depende que la persona haya tenido un buen diagnóstico. Según el
doctor Castañeda, el especialista comenzará preguntando si existen antecedentes
familiares. “Si el paciente tiene menos de 20 años, y uno de sus parientes ha
sufrido de este mal, entonces es más que seguro que la epilepsia lo contrajo al
nacer. En cambio, si aparece después de esa edad, y no existen antecedentes y
nunca ha convulsionado, es muy probable que la causa de la epilepsia sea por un
tumor, parásito o traumatismo. Para descartar o confirmar la sospecha, se
realizarán varias pruebas”, afirma.
Una
vez determinada la causa de la epilepsia, el médico determinará el tipo de
tratamiento a seguir. En el 70% de los casos, asegura el neurólogo, la persona
responde a la medicación. En tanto, que el 20% precisará de una mayor cantidad
de pastillas para controlar las convulsiones. Y solo el 10% requerirá de
cirugía.
Deisi
Mogollón venía sufriendo de epilepsia por años, por esta razón su madre
lloraba. Un día su suegra le invitó a participar a la Comunidad Cristiana del
Espíritu Santo, donde luego de usar su fe logró curarse. (Redacción)
SABÍA
140 mil epilépticos
hay en el Perú. De esos el 20% no responde a las medicinas que se les
suministra para evitar las convulsiones.
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