El ex procurador anticorrupción Ronald Gamarra sostuvo que durante la gestión regional de César Álvarez en Áncash, la corrupción floreció porque varios órganos de control no hicieron su trabajo.
Álvarez
gobernó Ancash entre 2007 y 2014 y hoy cumple prisión preventiva acusado de
lavado de activos, colusión, peculado y asociación ilícita para delinquir. La comisión
parlamentaria que investigó el caso Ancash determinó que la red de César
Álvarez tuvo a su disposición más de S/ 5 mil millones de fondos públicos para
sus acciones delictivas, que incluyeron el chuponeo telefónico y la compra de
medios y autoridades.
Gamarra,
ex asesor de la comisión parlamentaria, detalló que la organización de Álvarez “no
solo es un grupo de personas organizadas para realizar repetidos actos de
corrupción sino, también, la creación de instancias que permitan la validación,
la subsistencia de esa organización”. Esto implicaba, según Gamarra, “la
contratación de matones”.
En
ese contexto, el Ministerio Público señaló que el asesinato del consejero
regional Ezequiel Nolasco fue ordenado por “considerarlo una piedra en el
zapato para la organización criminal y los negociados”. Ronald Gamarra,
explica que con Álvarez “de alguna manera se reprodujo el modelo de la gran
corrupción en la época de Fujimori”.
El
poder Álvarez también alcanzó los órganos de control encargadas de fiscalizarlo,
como el Ministerio Público y el Poder Judicial. De igual manera el Consejo
Nacional de la Magistratura, para que este nombrara como fiscales a personas
pertenecientes a su organización política.
Gamarra
cuestionó, también, el rol de la Contraloría General que “para justificar una
actividad hacia cosas absolutamente menores pero dejaba pasar la gran
corrupción”, afirmó. Para el abogado, esta actuación “por el tiempo que
duró y la complejidad de la red, huele más a complicidad que a negligencia”.
Las
investigaciones parlamentarias también determinaron los vínculos de Álvarez con
la red Orellana – a través de la emisión de cartas fianzas irregulares – o el
caso Lava Jato “porque entre las entidades que ganaron licitaciones estaba
Odebrecht o consorcios vinculados”, explicó.
El
caso de César Álvarez evidencia que “la debilidad de las instituciones, de los
órganos de control, y la poca capacidad de los ciudadanos para poder controlar
los actos de corrupción, hizo que los esquemas de corrupción se trasladaran,
entre otras regiones a Áncash”.
Ronald
Gamarra sostiene que “un mayor control de lo que hacen los ciudadanos” es
fundamental. Para el abogado, los ciudadanos “sí podemos controlar lo que hace
nuestro alcalde, nuestros regidores” y, así “cumpliremos con nuestro papel y
haremos que la corrupción sea mucha más difícil”. (Redacción)
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