Un nuevo escenario viene aconteciendo últimamente en los países de América Latina. La desaceleración de las economías avanzadas, en particular de la Unión Europea y China, ya comenzaron hacer mella en algunos países de la región. Con la excepción del petróleo, la caída en las exportaciones de materias primas que constituyen el monocultivo exportador de varios países importantes de sudamérica, donde se incluye el Perú, está debilitando la saneada posición de la balanza de pagos de los últimos años. A ese factor se añaden en algunos casos factores que renuevan la incertidumbre sobre la gestión de las políticas económicas o, como en el caso de Argentina, se aprecia una preocupante resurrección de veleidades nacionalistas a las que se suman las ya conocidas historias de Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Para algunos economistas, como el docente de la Universidad del Pacífico, Jorge González Izquierdo, los temores a una desaceleración acusada del crecimiento en China se configuran como uno de los principales focos de riesgo para Latinoamérica desde el punto de vista cíclico. Aun cuando no se prevea que la economía china entre en una fase de pronunciada desaceleración, es un hecho que está dejando de crecer a esas tasas del 10% que en promedio ha crecido la última década. Eso significará, dice Izquierdo, que su dinamismo exportador y sus compras en el exterior decrecerán y con ello, el crecimiento en el volumen de comercio mundial, una variable de la que América Latina depende mucho. Con datos a cierre de 2010, la cuota de China en las ventas al exterior de Latinoamérica significa el 15% del total, frente al 18% de EE UU, hasta el momento, principal socio comercial de la región.
La solidez, en general, que presentan las variables macroeconómicas de la región va a ser, en cualquier caso, un elemento de apoyo al crecimiento en un contexto de desaceleración global. La corrección de desequilibrios y la acumulación de reservas internacionales durante el último periodo expansivo han reducido las probabilidades de asistir a un deterioro en las condiciones de financiación de estas economías. El margen de respuesta con el que cuentan las autoridades para estimular el ciclo es otra de las fortalezas estructurales de Latinoamérica, sobre todo desde el ámbito de la política monetaria, como ponen de manifiesto las últimas bajadas del tipo oficial en Brasil (la tasa SELIC, en el 9,75%, se encuentra cerca de los mínimos de la última década).
De acuerdo con el ex jefe de la Sunat, Luís Arias Minaya, en esta época de crisis no hay que olvidarse de los efectos que pueden tener sobre el funcionamiento de los canales crediticios latinoamericanos el proceso de reducción de los niveles de apalancamiento de la banca europea, sobre todo si el cumplimiento de los requisitos de capital regulatorio o la necesidad de materializar plusvalías acaban por desencadenar procesos de venta desordenada de activos en la región. Según el economista, la fuerte presencia de la banca española en la zona, y en particular en economías como la peruana y chilena, es en este punto un elemento de riesgo a considerar.
Argentina preocupa
La mala política económica del país de la Plata, viene llevando a Argentina a una ruina a corto plazo. Hoy, los inversores extranjeros en Argentina operan bajo una amenaza permanente de exacción o nacionalización. Este es el caso de YPF, el grupo petrolero participado mayoritariamente por Repsol, al que se le están retirando arbitrariamente permisos de explotación en las provincias argentinas y sobre el que pende en los últimos meses un decreto de nacionalización. No hay ninguna razón para nacionalizar YPF. Pero sucede que el Gobierno ha sido incapaz de aplicar una política de moderación del consumo y tampoco ha gestionado bien su producción nacional de productos energéticos.
El resultado es una demanda creciente, una producción cada vez menor y unos precios disparados que pesan sobre los consumidores. Kirchner y sus ministros han intentado que las compañías extranjeras importen gas y lo vendan en Argentina con pérdidas. Quienes se han negado serán castigados con la nacionalización. El Gobierno de Buenos Aires está dispuesto a pasar por encima de contratos, concesiones y cualquier idea de seguridad jurídica que pueda atraer en el futuro a la inversión extranjera.
El discurso populista, las amenazas de nacionalización (que, además, deterioran la cotización de YPF) y el recurso constante a la presión sobre los capitales extranjeros son razones suficientes para que la comunidad internacional retire su confianza en la estabilidad regulatoria argentina.
De acuerdo con Jorge Gonzáles Izquierdo, no es propio de un país del G-20 suprimir concesiones de explotación a una empresa extranjera sin ofrecer argumento alguno para ello o amagar con la nacionalización para satisfacer el chovinismo exaltado de los gobernadores de las provincias.
Mientras el gobierno argentino busca a su manera solucionar su problema económico y energético, otros países como Chile, Colombia, Perú y Brasil tratan de salir adelante ante la recesión que cada vez se hace más fuerte en Europa y que ahora también amenaza a China. Como bien lo han dicho todos los analistas, si la economía china se enfría, no solo los habitantes de este país se verán perjudicados, sino también una buena parte del mundo, sobre todo los países sudamericanos cuyas materias primas van principalmente a dicho mercado.
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