Lima cuenta con más de 1,200 asentamientos humanos asentados mayormente en los cerros. En caso de un terremoto como lo ocurrido en Chile y hace algunas semanas en Haití, cientos de miles de personas morirían en la capital. La situación del interior del país no es diferente, está igual o peor. En pocas palabras, un sismo como los ocurridos recientemente sería devastador para el Perú.
No ha transcurrido ni tres meses de este año, y ya Latinoamérica ha sido remecida por dos fuertes sismos. El 12 de enero en Puerto Príncipe, Haití, un devastador terremoto mató a más de 200.000 personas y llenó de destrucción y caos la capital del país más pobre del hemisferio occidental.
El último sábado 27 de febrero, le tocó a Chile ser el segundo país golpeado por un fuerte terremoto. Extraoficialmente se habla de más de 800 fallecidos y dos millones de damnificados. Probablemente en los próximos días esta cifra se incremente, pero lo que está claro es que a pesar que en el país del sur se tendrá un menor número de fallecidos que de la pequeña nación caribeña, el daño causado a infraestructuras y a la capacidad productiva nacional ha sido igualmente inmenso como la de Haití. Expertos señalan que las pérdidas podrían alcanzar los 20,000 millones de euros, lo que superaría largamente lo que debería costar la reconstrucción de la isla antillana.
Pero, qué hubiera pasado si este terremoto ocurrido en Chile hubiera tenido como epicentro Lima o cualquier otra ciudad costera de nuestro país. Varios especialistas relacionados a desastres naturales coincidieron en señalar que nuestro país no está preparado, ni por asomo, para afrontar un fenómeno natural de magnitudes similares a las que sufrió el país del sur.
El director de Sismología del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera, indicó que un movimiento sísmico sería catastrófico por la cantidad de familias que habitan en viviendas antiguas de abobe, mal construidas y sobre suelos débiles, o ubicadas en las laderas de los cerros y de los ríos, como sucede en Lima y en otras ciudades del interior. Es decir, el panorama sería desolador.
Para el especialista en solución de desastres Pedro Ferradas, gerente del Programa Prevención de Desastres y Gobernabilidad de la ONG Soluciones Prácticas, la calidad de los suelos es determinante en los efectos que pueden producir los terremotos.
Si en Lima se produjera un sismo como lo sucedido en Chile y Haití, La Molina sería el distrito con mayor repercusión de la onda sísmica puesto que tiene cerros con rocas de granito que hacen un efecto rebote del movimiento telúrico. En cambio, el Cercado de Lima, Lince, Jesús María, San Isidro y Breña, por tener suelos planos se convierten en seguros”, considera el especialista.
Sobre este mismo tema, la presidenta de la Comisión de Defensa Civil de la Municipalidad de Lima, Norma Yarrow, sostuvo que a la fecha en Lima se tiene más de 1,200 asentamientos humanos en los cerros que no están formalizados ni cuentan con certificados de Defensa Civil. Ellos, a su juicio, correrían mayor peligro por su suelo inestable. “La Municipalidad de Lima viene evaluando todas las zonas vulnerables, como la de Collique, en Comas, pero se requiere un compromiso nacional”, acotó la funcionaria.
Precariedad
Tavera señaló que el terremoto no mata gente, lo que mata son las viviendas que colapsan. En Lima, dijo, hay muchas familias que no se preocupan por vivir en una casa segura porque priorizan otras necesidades. “Este es un problema político y social que debería plantearse para evitar tragedias, como la de Pisco donde las mayoría de las casas estaban construidas de adobe y madera”, expresó el especialista.
Por su parte, Norma Yarrow, señaló que, en caso de que en la capital ocurriera un sismo de más de ocho grados en la escala Richter, unas 20 mil personas resultarían damnificadas y más de 4 mil viviendas se desplomarían.
Debe revisar las construcciones
El catedrático de la Universidad Nacional de Ingeniería, Jorge Olarte Navarro, consideró que, si bien los sismos no se pueden predecir, las autoridades deben tener en cuenta que en los lugares donde ya se han registrado temblores o terremotos es seguro que van a volver a ocurrir, pues son zonas que están en constante movimiento.Además dijo que la historia sísmica del país indica que en Lima, o cerca de la capital, han ocurrido terremotos de una magnitud alta como 8 y 8.2 grados en la escala Ritcher, lo que presupone que vendría uno similar, sin descartarse uno mayor como el ocurrido en el vecino del sur.“Yo creo que este macroterremoto que ha habido en Chile tiene que ser una alerta para que todas las entidades involucradas, las instituciones públicas y privadas empiecen a revisar sus estructuras, sus construcciones, evaluarlas y actualizarlas de acuerdo a las normas. Sí sabemos dónde van a ocurrir, y también tenemos idea de cuán grandes pueden ser, entonces no esperemos a volver a pasar por lo mismo”, refirió.
Por su parte, Otilio Chaparro, presidente del Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico), refirió que en la mayoría de las municipalidades del país sus ingenieros que trabajan en el área de supervisión de construcciones carecen de cursos de actualización, precisamente por ello se ha visto que las casas adjuntas a las nuevas construcciones se han caído.
Sostuvo que esto es grave, porque se supone que son ellos los que tienen que decirnos si las edificaciones hechas por las constructoras son seguras o no. Por eso hizo un llamado a los alcaldes a prestarle mayor interés a este tema para así evitarnos muchas desgracias.
Dijo que de acuerdo a un estudio, en Lima existen unos dos millones de viviendas, de los cuales un millón y medio están construidos con material noble y el resto, o sea medio millón, han sido hechas con quincha, madera, estera, etc. “El problema recae en toda esta gente que sin importarle su seguridad se encuentran viviendo en estas precarias casas”
Respecto a cuantas viviendas en la capital están aseguradas, Chaparro, dijo que la mayoría carece de un seguro, por lo que en caso de una desgracia el dueño tiene que correr con todos los gastos.
En el interior del país
El Ing. Javier Piqué, jefe del Departamento de Estructura de la Facultad de Ingeniería Civil de la UNI, señaló que la mayoría de las casas en el interior del país están construidas con adobes y madera, lo que los hace muy vulnerables en caso de un sismo.
Señaló que la existencia del gran número de viviendas de casas construidas con ese material recae en las autoridades locales quienes por ley están obligadas de supervisar que se respeten las normas sobre seguridad y construcción, pero que en la realidad no lo hacen, por tanto, en caso de una catástrofe, que Dios no quiera que suceda, las municipalidades serán una de las principales responsables por todas los muertos y heridos que se produjeran.
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