Construida para celebrar el primer centenario de la Independencia, por sus calles caminaron famosos escritores, artistas, políticos y empresarios.
Sentado
en una banca encontramos a Florentino Apaza. Él es un cusqueño de 86 años que
desde que se jubiló en 1989, visita casi todos los días la plaza San Martín.
Con
voz temblorosa, propia de su edad, pero con una memoria de elefante, nos cuenta
con ojos de nostalgia que esta plaza ya no es la misma que él conoció cuando
llegó a la capital, allá por la década de los 60.
“Todos
los sábados por la tarde, luego de salir de mi trabajo visitaba este lugar con
mis amigos. Aquí no solo estaban las mejores heladerías o pastelerías de la
ciudad, sino también los mejores cines”, rememora.
La
plaza San Martín de mediados del siglo XX que don Florentino tanto gustó, hoy se
ha transformado en un lugar de trabajo de ambulantes y artistas de la calle.
A
partir de las 5 de la tarde, en medio de la plaza, músicos imitando a Michael
Jackson o John Travolta deleitan a los concurrentes con elegantes pasos, mientras
sus compañeros piden dinero para apoyar al arte. Aprovechando la aglomeración
de la gente, vendedores de caramelos, gaseosas, galletas y chicles no paran de
ofrecer sus productos.
¿Por
qué este emblemático lugar decayó con los años? Para responder a esta pregunta,
viajaremos por el tiempo.
Sus orígenes
La
historia de la plaza San Martín no se inicia con su inauguración el 27 de julio
de 1921, sino mucho antes, prácticamente pocos años después de la fundación de
Lima.
En
el espacio que actualmente ocupa la plaza, 1593 se crea el hospital San Diego, cuya
administración 15 años después pasó a los hermanos de la Orden de San Juan de
Dios.
Posteriormente, en 1850, el hospital es destruido para la construcción de
la estación del primer ferrocarril de Sudamérica, que cubría la ruta Lima–Callao.
Con
motivo del primer centenario de la Independencia del Perú, en 1919 el
presidente Augusto B. Leguía manda a expropiar la Estación de San Juan de Dios
y el terreno del que iba hacer el Teatro Nacional, para construir ahí una nueva
plaza.
El
trazado, la ornamentación, el mobiliario y la jardinería de la plaza San Martín
fue encargado al español Manuel Piqueras, quien para la construcción de las
bancas, balaustradas (pequeñas columnas) y el piso usó los materiales más caros
de la época, como el mármol y granito.
Para
esculpir la figura de San Martín, fue designado otro español, el arquitecto
Mariano Benlliure. Por su formación de artista, Benlliure representó al
libertador no en una actitud bélica, sino más bien reflexiva, pero sin perder
un ápice de marcialidad ni de dignidad.
El glamour
La
plaza San Martín como la conocemos hoy, fue terminada en la década de los 40. Desde
su inauguración fue la predilecta de los limeños, sobre todo de los
aristócratas. Según el historiador Juan José Pacheco, la presencia de bares,
cafés, pastelerías, restaurantes, cines, billares, salones de belleza y
librerías, constituyeron el mejor pretexto para visitarla.
Por
sus calles y establecimientos pasaron famosos escritores como Mario Vargas
Llosa, Oswaldo Reynoso, Alfredo Bryce, entre otros. Igualmente cineastas y artistas extranjeros de la
talla de Orson Welles, Brigitte Bardot, Michael Jagger y Keith Richards. También millonarios como Aristóteles
Onassis y políticos como Richard Nixon, Robert Kennedy y el emperador Akihito.
La decadencia
La
tranquilidad de la plaza San Martín se vio turbada por primera vez en 1958, con
las protestas de los estudiantes sanmarquinos frente al frontis del Gran Hotel
Bolívar, donde estaba alojado el vicepresidente norteamericano Richard Nixon.
Dicha
manifestación, que acabó con la detención de varios universitarios y políticos
de izquierda, sería el preludio de lo acontecería años después en aquel espacio
público.
Por
su ubicación en el centro de Lima, la plaza San Martín se convirtió con el
correr del tiempo en el lugar preferido de los mítines políticos y las protestas
sociales. Esto trajo consigo, que la gente comenzara a buscar otros lugares más
seguros.
Según
el arquitecto Edgar Santa Cruz, de Prolima, el glamour de la plaza San Martín se
acabó con la llegada de miles de provincianos llegados a la capital, el aumento
del desempleo, la inseguridad y el crecimiento de otros distritos como
Miraflores y Barranco.
El
día se acaba y Florentino Apaza nos confiesa antes de irse, que gustaría que la
plaza San Martín algún día recuperase el esplendor que tuvo, no por él, porque
por su edad no cree vivir mucho tiempo, sino por sus ocho nietos y dos
bisnietos que tiene.
Para
hacer realidad el sueño de don Florentino, el arquitecto San Cruz afirma que la
Municipalidad de Lima y el Ejecutivo deberán trabajar juntos para mejorar la
seguridad, restaurar los predios en mal estado y peatonizar las calles
adyacentes. “Solo de esta manera rescataremos a la plaza San Martín de los
‘pirañitas’ y artistas de la calle que hoy lo han convertido en su centro de
trabajo”, dice. Ojalá sea así. (Redacción)
Valor histórico y
arquitectónico
Juan José Pacheco
Historiador
La
idea original de la plaza San Martín era convertirlo en la nueva Plaza Mayor de
Lima. Ahí se pensó construir el Palacio Municipal, el Teatro Nacional, el Hotel
Nacional y el Palacio de Gobierno. Incluso se discutió trasladar el Congreso de
la República.
A
través del tiempo, la plaza San Martín ha sido escenario de importantes hechos
históricos en el país, como el asesinato de Bernardo de Monteagudo y de uno de
los hermanos Gutiérrez. Igualmente de la célebre protesta de Fernando Belaunde
conocida como el “Manguerazo”; y del multitudinario mitin del escritor Mario
Vargas Llosa, que dio origen al movimiento político Libertad.
Edgar Santa Cruz
Arquitecto
Desde
el punto de vista urbano, es una de las plazas mejor conformadas que hay en Lima.
Inclusive por su arquitectura, es una de las más bellas de América Latina,
debido a la armonía de volumetría, color y proporción que guardan los estilos
de los edificios que las circundan, a pesar que fueron hechas por diferentes
arquitectos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, para las arquerías se usaron el
estilo neobarroco. Para el Club Nacional el académico francés. Los edificios
Fénix, Sudamérica y Boza fueron diseñados con un estilo neocolonial. Mientras que
en el Teatro Colón y el edificio Giacoletti se usaron el art noueveau.
El emblemático
Cine Metro
En
las instalaciones de la que fue considerada por años como el cine más lujoso de
la capital, y a donde la élite limeña llegaba |con sus mejores trajes de gala
para asistir a las últimas películas de la Metro
Goldwyn Mayer, de manera temporal funcionará la sede de la Comunidad
Cristiana del Espíritu Santo.
Inaugurada
en 1936 con el estreno de la película Lo
que el Viento se llevó, el cine Metro fue diseñado Guillermo Payet y
Fernando Schimanetz con elegantes y amplios ambientes para 1390 asientos.
Según
el arquitecto Santa Cruz, el cine contó con cinco alcobas en cada lado de la
abertura, que originalmente contenía alumbrado oculto, y un efecto acanalado en
paneles divididos por pilares planas en las paredes laterales.
Al
igual que los demás edificios, el cine Metro guarda perfecta armonía con el
resto de la plaza San Martín.
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