Exmandatarios mentirosos, repartijas, gestiones a la deriva y muchas suspicacias, es así como se maneja la política nacional. El analista Alberto Vergara analiza cómo se dirige al país y considera que Humala debe volver a sus ‘raíces’.
-¿Por qué de tiempo en tiempo aparecen líderes políticos y después resultan más de lo mismo?
-En el Perú, dependen mucho de los líderes. Se oye como una contradicción porque sí se quiere que existan las instituciones para que sean ellas las que lideren. Y precisamente son estas las que deben medir la relación del Estado con la sociedad, pero no se cumple, se desvían de su verdadero objetivo y terminan decepcionando a la población. Es allí donde deberían entrar a tallar los partidos políticos y cumplir ese rol, pero no lo hacen, es por eso que sus imágenes bajan más y no son bien vistos por otros.
-¿Cómo podemos tener buenos líderes que el pueblo respalde realmente?
-Ante la ausencia de líderes idóneos que sepan dirigir una causa y sobre todo que puedan defenderla, la esperanza es que los ciudadanos se organicen para generar instituciones legítimas, esa es la respuesta que se necesita, pero esa idea es difícil porque éste es un país donde se acostumbra a construir las cosas al revés; como lo es de arriba hacia abajo. Y como digo, ya es costumbre, por eso todo es desordenado y no marchará nada bien.
-¿Esto se debe a que los partidos políticos son débiles y poco transparentes?
-Este no es un problema de ahora, ya se conoce. El país lleva años funcionando sin ellos y se va notando que no hay mucha participación de ellos. Esto ha provocado que todos los actores políticos y la ciudadanía se convenzan de que las cosas pueden seguir funcionando sin ellos y el ciclo va pasando y los partidos pierden cada vez más fuerza. Es muy difícil construir partidos nuevos y más, que tengan historia y respaldo, hoy en día se habla de alianzas.
-¿Qué podemos decir entonces de los que lideran el país?
-Me parece que la frase de un periodista ya fallecido que dice: “El Perú no tiene los líderes que merece, sino los líderes que la élite coloca”, es dura, pero justa. Y es una verdad innegable, las altas mayorías, sobre todo las de clase alta, mantienen un poder de decisión superior. Esto nos hace pensar que la responsabilidad no está en un solo lado de la población, sino de los ‘poderosos’, pero tampoco podemos achacársela al resto de la pirámide social porque todos la conformamos.
-Pero fue el pueblo quien “llevó” a Humala al poder…
-Esto se debió a que la élite peruana, en un error claro, creyó que un señor de apellido Kuczynski podría ser presidente. Esa candidatura fue frívola, por eso se pudo dar el escenario de la segunda vuelta entre Keiko y Ollanta Humala. Eso generó una reacción masiva del pueblo, que quería ‘revelarse’ y darle la vuelta al asunto, dar la contra a la mayoría ‘acomodada’ que planeaba llevar a PPK al gobierno. El pueblo lo llevó a ser presidente, pero Humala se ha dado cuenta que no puede hacer los cambios populosos al estar en el poder.
-¿Se puede decir que hay una verdadera oposición en política?
-La falencia no está tanto en la oposición, sino en el Gobierno mismo, en su dificultad para liderar un frente que agrupe a los sectores centro y centro izquierda. Yo no soy de los que creen que la política es paz, concertación y serenidad, no. La política es pleito, lucha conflictos de intereses, debates. No creo que la mejor forma de practicarla sea incluir a todos en el aspecto político, sino más bien, construir un frente que te permita defenderte mejor.
-¿Cómo queda el presidente ante todo esto?
-Lo que pasa es que éste gobierno no tiene ideas claras. Ollanta no ha podido trasformar el Perú, porque el Perú lo ha transformado a él. Así como le ha pasado a los anteriores presidentes, lo mismo le ha ocurrido a éste, ha sido transformado y lo que necesitamos es que recupere su raíz popular, ojo, no populista, sino popular.
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