Debido a la mala distribución y falta de carrreteras, mucha gente en varios paises viene muriéndose de hambre. Una tarea pendiente a resolver.
Acabar con el hambre en el mundo es un objetivo complejo por el que diferentes organizaciones, ya sean ONG, el Banco Mundial o la ONU, luchan cada día por cumplir. Las cifras demuestran que todavía queda mucho trabajo por hacer. El informe El estado de Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2013 de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que hay un total de 842 millones de personas (una de cada ocho) que sufren hambre crónica en el mundo. Lo chocante es que ahora mismo en el planeta “hay alimento suficiente para dar de comer a todo el mundo”, como indica Ignacio Trueba, asesor especial para la FAO en España.
“La causa verdadera del hambre no se produce por catástrofes naturales. No es ni por sequías, ni por terremotos o tifones, como el que hemos visto hace poco en Filipinas. La causa verdadera del hambre es de origen humano y el 90% del hambre en el mundo es crónica”, señala tajante y conciso Trueba”.
Desde la FAO apuntan que para erradicar el hambre el problema no es la disponibilidad del alimento (que la hay) sino la distribución y el acceso, ya sea por falta de infraestructuras o por las condiciones en las que se realiza el traslado, como malas carreteras.
Si acudimos a las cifras que ha publicado la FAO, los 842 millones de hambrientos crónicos en el mundo estarían distribuidos de la siguiente manera: Asia y Pacífico, 528,7 millones; África, 222,7 millones; Latinoamérica y Caribe; 47 millones, Oriente Próximo y Norte de África, 43,7 millones y Europa y Asica Central, 6,1 millones.
En el contiene africano, además, encontramos uno de los casos más significativos respecto a la disponibilidad de comida: de los 15 países del planeta donde más ha crecido la producción agrícola entre 2000 y 2008, siete son africanos. Se trata de Angola (13,6%), Guinea (9,9%), Eritrea (9,3%), Mozambique (7,8%), Nigeria (7%), Etiopía (6,8%) y Burkina Faso (6,2%), según apunta un estudio de la Fundación Mo Ibrahim.
Paradójicamente son estos países donde el hambre ha aumentado en los últimos años y cuyo principal problema se basa en la mala gestión de los recursos y en el precio de los alimentos.
“Como consecuencia de las crisis del petróleo del 2008, subieron los precios de los alimentos. Por ejemplo, un kilo de abono en Burundi, que es el país donde hay más desnutrición, vale seis veces más que en España. De ese modo, la comida se queda sin consumir, por lo que acaba en la basura”, dice Trueba.
Conocemos el porqué de la problemática y sabemos que hay comida suficiente. Entonces, ¿cuál es la solución? Según el consultor de la FAO, lo primero y más importante es lograr una regularización de los precios en los mercados para que no haya tanta diferencia entre unos países y otros en el acceso a los alimentos. (El País)
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