Según
estimaciones de la Contraloría General de la República, el Estado peruano
perdió 12.600 millones de soles en el 2015 por causa de la corrupción.
Después
de la inseguridad ciudadana, la corrupción constituye el principal problema que
afronta el país. Los candidatos a la presidencia en las últimas elecciones así
lo entendieron, por eso ofrecieron combatir este flagelo con mano dura de
llegar al poder.
Pedro
Pablo Kuczynski, ganador de las elecciones, en su primer discurso a la nación,
dijo: “Para lograr que el Perú se convierte en un país moderno, necesitamos un
presidente comprometido en la lucha contra la corrupción. Por ello no
permitiré, especialmente a mis funcionarios y colaboradores más cercanos, caer
en la indignidad de la corrupción […]”.
El
presidente aún no tenía dos meses en el poder, cuando la corrupción lo alcanzó más
temprano que tarde, nada menos que de la mano de su asesor Carlos Moreno, a quien
en un audio se le escuchó decir “que estar al lado del presidente te abre todas
las puertas”.
Por
estos audios, Moreno fue destituido del cargo de asesor y denunciado ante el
Ministerio Público. Las investigaciones aún prosiguen.
Sin
embargo, cuando todos pensábamos que ya habíamos dado vuelta a la página de
Carlos Moreno, un reportaje televisivo dio cuenta de un posible acto de
corrupción en la compra de computadoras en el Ministerio de Educación.
Por
esta denuncia, el Congreso, de mayoría fujimorista, hace algunos días censuró al
ministro de Educación Jaime Saavedra, quien hasta un día antes era defendido a
capa y espada por el presidente Kuczynski.
La
historia de Carlos Moreno y Jaime Saavedra demuestra que la lucha contra la corrupción
no será fácil, y anuncia que habrá muchas bajas.
¿Por
qué cuesta tanto erradicar la corrupción en el país? Para entender este
complejo problema, habría que decir que este fenómeno se extendió en nuestro
país por varias razones. Así tenemos: la ausencia de mecanismos de control interno
adecuados, el sometimiento al poder político de las instituciones públicas, y la
falta de control ciudadano.
Al
margen de los casos de Moreno y Saavedra, el Gobierno hasta el momento viene
dando muestras de querer erradicar este flagelo. Transparentar toda la
actividad del Estado es un buen comienzo. Por ejemplo, conocer desde el inicio el
proceso de contratación de las obras públicas, donde están los mayores
volúmenes de gasto, ayudará mucho.
No
obstante, lo que sí creo que está faltando, es que a la par de estas medidas,
se eduque a la población sobre las consecuencias de la corrupción para el país;
que sepan que no solo es corrupto quien recibe una coima, sino también el que
la da, y que esa mala acción se paga con la cárcel. (Raúl Vela)
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