A 22 años del cierre del Congreso y la intervención del
Poder Judicial, muchos aún siguen discutiendo si fue o no necesaria esa medida.
Lo único cierto, es que se cambió el curso de la democracia y la historia del
país.
“Disolver, disolver, temporalmente el Congreso de
la República…” Con estas palabras el entonces presidente del Perú, Alberto
Fujimori, anunció al país el inicio de una nueva etapa de gobierno tendiente a
resolver una serie de problemas que amenazaban la seguridad nacional.
Con el apoyo de las Fuerza Armadas, el 5 de abril
de 1992 disolvió el Congreso de la República, intervino el Poder Judicial, tomó
varios medios de comunicación, además de hostilizar a algunos congresistas
depuestos de sus investiduras.
Uno de esos parlamentarios que fue hostigado por
aquel régimen fue el entonces senador Javier Valle Riestra, quien desde el
primer momento que supo del quiebre constitucional criticó duramente la
decisión del gobierno fujimorista de cerrar el Congreso, que por esos días se
alistaba para investigar diversas denuncias contra la familia presidencial,
entre ellas el mal uso de la ropa donada por Japón.
Han transcurrido 22 años de ese autogolpe y aún
muchos peruanos se preguntan si dada las circunstancias en la que vivía el país
era necesario dicha medida. Para hablar sobre este tema conversamos con el
jurista Javier Valle Riestra.
- ¿La
situación que vivía el Perú ameritaba un golpe de Estado?
- Como demócrata que soy, te respondo que no. Es
cierto, y no lo vamos a negar, que vivíamos momentos difíciles, el terrorismo
cada vez golpeaba más a la capital, la inflación sumía en la pobreza a la
mayoría de los peruanos. Había que tomar medidas, y para ello el Congreso le
dio facultades al Ejecutivo para que legislara sobre los diversos tópicos que
solicitó y que a juicio de nosotros debía implementarse lo más rápido posible.
Por tanto, decir que ese Parlamento estaba poniendo obstáculos es no decir la
verdad.
- Era
necesario intervenir el Poder Judicial y otras instituciones?
- Por supuesto que no. En ese entonces se dijo que
el sistema judicial era lento y que respondía a intereses, por tanto se
requería hacerla ágil y que esta responda a las necesidades del pueblo. Sin
embargo, 22 años después vemos que las cosas están peores. Y como si esto no
fuera poco, hoy tenemos un Poder Judicial sometido a las autoridades de turno.
Fujimori no solo cerró el Congreso aduciendo que
este poder del Estado le venía obstaculizando las reformas, también existieron
otras razones. Entre ellas está el alto costo que representaba al erario
nacional sostener a 240 parlamentarios (180 diputados y 60 senadores).
Por eso cuando convocó, presionado por la
Comunidad Internacional, ese mismo año (1992) a nuevas elecciones para elegir
al Congreso Constituyente Democrático (CCD) señaló que el nuevo Parlamento
tendría solo 100 representantes y una sola cámara.
-¿Realmente
el Estado viene ahorrando con menos congresistas?
- “El
Congreso unicameral actual gasta casi seis veces más de cuando se tenía dos
cámaras”. Hasta antes del golpe de Estado, entre Diputados y Senadores no
llegaban a 800 trabajadores. En este momento son 2,500 en un parlamento
unicameral.
- En los
últimos tiempos el Congreso tiene un alto rechazo en la población. ¿A qué cree
que se deba eso?
-
El prestigio de este Parlamentos como de los anteriores está cada vez peor por
culpa de sus integrantes, muchos de los cuales ni siquiera saben exponer bien
sus proyectos de ley. Por eso considero que debemos tener nuevamente diputados
y senadores.
Democracia
versus dictadura
El analista político José Rocha recuerda que en
esa época se dijo que la democracia no servía para nada, que lo que el
Perú requería era un gobierno fuerte, con mano de hierro para solucionar los
problemas, que las decisiones se toman con rapidez, sin asambleísmos ni
politiquerías que no conducen a nada. “Hoy sabemos que todo eso es falso. La
democracia es política y éticamente superior a la dictadura por donde se la
mire, no solo por ser la forma de gobierno que reconoce como valores supremos a
la libertad, igualdad y justicia, sino porque es el único sistema que le
permite al ciudadano fiscalizar el ejercicio del poder, evitando que este se
concentre en una o pocas manos, evitando de ese modo el saqueo y el pandillaje
a gran escala”, dice Rocha.
De
acuerdo con la Procuraduría Anticorrupción, durante el gobierno de Fujimori
desaparecieron seis mil millones de dólares de las arcas del Estado, habiéndose
hasta la fecha solo recuperado 184 millones.
El
congresista Kenji Fujimori tiene una lectura diferente de las razones que
llevaron a su padre a dar ese golpe de Estado.
Según
el hijo menor de Alberto Fujimori, el país en esa época pasaba por momentos muy
difíciles, “Sendero estaba a punto de tomar Lima y teníamos un serio
problema económico, se tenía que tomar medidas excepcionales e
irrepetibles, por eso yo no creo que fue un autogolpe, sino un contragolpe
a las fuerzas que querían ver al Perú en el fondo del hoyo”.
A
la luz de la historia, podría decirse que lo positivo que nos dejó el autogolpe
del 5 de abril fue la elaboración de una nueva carta política que, en lo
económico, marcó la ruta del crecimiento que hoy disfrutamos. Lo negativo fue
la organización de un
poder paralelo siniestro que tenía por objetivo quedarse en el poder
durante largos años para lucrarse del Estado. (Redacción)
NOTA
El
ingeniero Alberto Fujimori actualmente está preso en el ex fundo Barbadillo,
sede de la Diroes, luego de habérsele sentenciado a 25 años de cárcel por
delitos de lesa humanidad (Barrios Altos y La Cantuta).
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