En el Perú, 1 de cada 10 jóvenes, de entre 12 y 19 años, sufre esta enfermedad que puede causar la muerte.
De la noche a la mañana, las comodidades a la
que estaba acostumbrada Ana Cecilia Pachas comenzaron a desaparecer.
De ser una adolescente cariñosa, amiguera, se volvió irritable y, lo que es peor, rebelde.
Con 14 años, Ana Cecilia decidió mostrar su
disconformidad a la nueva situación que vivía dejando de comer.
“La comida que mi mamá me servía, la escondía para luego
votarla. Vivía pesándome a cada momento”, cuenta.
Estudios
del instituto Noguchi revelan que en el
Perú 1 de cada 10 adolescentes, de entre 12 y 19 años, tiene anorexia, es decir,
un trastorno alimenticio que afecta seriamente la salud y de volverse crónico
puede provocar la muerte del paciente de no recibir tratamiento.
El proceso que viven las personas con
anorexia suele ser: primero abandonar los hidratos de carbono de la dieta, más
tarde las grasas y las proteínas, hasta llegar a los líquidos (han existido
casos de deshidratación extrema).
Ana Cecilia refiere que en el desayuno solo
bebía medio vaso de jugo o de yogurt; en el almuerzo solo comía la presa, dejando
de lado el arroz y las papas; mientras en la cena solo una manzana.
Oscar Roy Miranda, nutricionista, señala que
en los casos más graves de la anorexia, la persona suele además de restringir
la comida, ingerir diuréticos, laxantes y medicamentos que le ayuden a perder
más rápidamente peso.
“Se han visto casos donde la pérdida de peso
ha alcanzado el 45% y hasta el 50% de la masa corporal”, afirma.
Durante los tres años que Ana Cecilia
convivió con la anorexia, ella llegó a pesar 40 kilos, cuando lo normal para su
talla (1.60 cm) es 54.
Distorsión psicológica
Según Diana Pacheco, psicóloga y coordinadora
de Gaba (Grupo de Autoayuda en Bulimia y Anorexia) los anoréxicos con
frecuencia usan la comida como una manera de ganar un sentido de control cuando
otras áreas de sus vidas están bajo mucho estrés o cuando se sienten abrumadas.
Los sentimientos de incompetencia, baja autoestima, ansiedad, rabia o soledad
también pueden contribuir al desarrollo de este desorden.
Los anoréxicos con frecuencia usan la comida como una manera de ganar un sentido de control cuando otras áreas se sienten abrumadas.
Milton Rojas, psicólogo de Cedro, afirma que
la anorexia se presenta mayormente en la pubertad y la adolescencia, afectando
más a las mujeres que a los hombres, debido a que ellas afrontan los problemas
de la vida de manera interna.
Entre los síntomas que presentan los enfermos
de anorexia están el temor a aumentar de peso (causado por una
percepción distorsionada del propio cuerpo, que lo hacen verse excedido de peso
y lo que lo llevan a matarse con ayunos y comer cada vez menos), la ausencia de
tres ciclos menstruales consecutivos, en el caso de las mujeres, y
estreñimiento, sequedad en la piel, dolor abdominal y vómitos, en pacientes de
ambos sexos.
Además se vuelven sumamente irritables y en algunos casos sufren también de trastornos
cognitivos relacionados con la alimentación y el estado físico.
Para el tratamiento interviene todo un equipo multidisciplinar: nutricionista, psicólogo, médico y la familia.
La familia
El tratamiento para terminar
con la anorexia está enfocado en la corrección de la malnutrición
y los conflictos psíquicos que llevaron al paciente a desarrollar esta
enfermedad. Lo fundamental es conseguir que el paciente recupere su peso
normal, pero una vez que se consigue esto no significa que la enfermedad ha
sido vencida, es necesario que el paciente reciba tratamiento
psiquiátrico para comprender y superar definitivamente la anorexia
Para el tratamiento de la anorexia interviene
todo un equipo multidisciplinario: donde nutricionista, psicólogo, médico y la
familia.
Milton Rojas señala que el papel de la
familia es fundamental, toda vez que el soporte emocional de los padres es
importante para que el anoréxico recupere la confianza perdida.
En el caso de Ana Cecilia, su mamá jugó un
papel importante en su recuperación.
“Gracias a que mi mamá vio la programación de la Comunidad Cristiana del
Espíritu Santo, es que pude encontrar la ayuda que necesitaba para vencer la
anorexia. Hoy, a mis 35 años, soy una mujer feliz llena de proyectos”, revela. (Redacción)
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