Vales que también es corresponsal para Sudamérica del diario El Universal de México dijo que si hay un hombre en Perú con la popularidad y el reconocimiento de la mayoría, ése es Mario Vargas Llosa. Sin embargo, el genial escritor y frustrado político no es en esta oportunidad candidato a la presidencia en las elecciones del próximo 10 de abril.
En cambio, la terna de candidatos a las elecciones presidenciales de Perú está llena de nombres y apellidos polémicos algunos que recuerdan el pasado, listos para reeditar viejas pujas políticas o para intentar nuevamente administrar los excelentes números macroeconómicos del país. Pero ninguno de los candidatos cuenta, hasta el momento, con el consenso suficiente para ganar en la primera vuelta electoral.
En el Perú para ganar en primera vuelta se debe contar con el 50 por ciento más uno de los votos válidos. De lo contrario los dos primeros pasan a una segunda vuelta.
El ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006); Keiko Fujimori, hija del ex mandatario Alberto Fujimori (1990-2000), encarcelado actualmente, y el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio (2003-2010), conforman el pelotón que lidera la carrera para elegir a los dos que pelearán por el máximo puesto en una segunda vuelta.
Por ahora, la campaña brilla por una mediocridad pasmosa y la ausencia de propuestas políticas para un electorado que parece sumido en una suerte de nostalgia política.
Perú vive estos días una etapa proselitista donde 40% de los peruanos que sobrevive en condiciones de pobreza vuelve a hacerse la pregunta de hace cinco años: ¿Cómo y cuándo tendrá lugar la distribución del excedente de 10 años de crecimiento económico?
Sin debate de fondo al respecto-se habla que esta se realizara en marzo-, y con equipos de campaña que pueblan las jornadas con denuncias cruzadas (un clásico electoral en Perú), los tres que aspiran a llegar a la final avanzan motivados por diferentes situaciones a la hora de pugnar por el poder, aunque ninguno ha despertado temores entre agentes del mercado por la suerte que podría correr un modelo económico elogiado internacionalmente.
Recuerdos de recuperación
El aire de nostalgia política que se respira en la campaña peruana empieza con Toledo. Después de un gobierno que por momentos se pareció mucho a un vía crucis, este economista de 64 años logró concluir su mandato con una imagen positiva y dejando buenos recuerdos de recuperación institucional y estabilidad económica.
Según el periodista argentino, regresar nuevamente a Palacio de Pizarro es un viejo proyecto acuñado por el ex mandatario que lo llevó durante el final de su anterior gestión, a confesar: “Me voy a Estados Unidos, donde tengo compromisos académicos, pero dentro de cinco años nos volvemos a ver aquí”.
Después de una temporada en la Universidad de Stanford (donde se graduó de economista), “El Cholo” sigue hoy más convencido de que durante su gestión presidencial se consolidó el modelo económico que, excepto en 2009, durante la crisis internacional, cuando el PIB creció apenas un 0.9%, le permitió a Perú crecer a un promedio de 6%.
“Hemos llenado el vaso pero me faltó tiempo para que el vaso derramara”, suele repetir el ex mandatario, quien asegura estar convencido de lograrlo, a partir del próximo 28 de julio, si llega a iniciar una segunda versión de su gobierno. Por ahora, las encuestas dejan abierta esa posibilidad.
Para el analista Augusto Álvarez Rodrich, Toledo se ve favorecido por los ataques constantes del presidente Alan García, quien sin candidato de partido aspira a convertirse, al igual que en 1990, cuando fue clave a favor de Fujimori, en el gran árbitro electoral.
“Cada vez que el presidente García lo menciona, Toledo sube en las encuestas”, afirma Álvarez Rodrich.
Además de la estabilidad económica de su anterior gobierno, a Toledo le favorece la posición que ha mantenido en esta campaña, circunstancia que lo convierte en “un candidato fuerte”, en opinión del politólogo de la Universidad Católica, David Sulmont.
“No es de centroizquierda, pero se ubica a la izquierda de Keiko y de Castañeda y muy lejos del radicalismo de Ollanta Humala”, acota Sulmont.
Una muestra de esto puede ser la forma en que desde su partido, Perú Posible, se introdujo el debate del matrimonio gay, lo que despertó reacciones en todos los sectores de la Iglesia y encontró al resto de los partidos sin respuestas contundentes a la hora del debate.
Añoranza con raíz japonesa
El hecho que el chorreo económico no haya llegado aún a los estratos más pobres, tal como lo señala el Banco Mundial, ha motivado que los estratos más bajos de la población aún sientan nostalgia por el apellido Fujimori y por la “paz ciudadana” que vivió el país tras el exterminio de la subversión y un impulso a las obras de infraestructura en zonas rurales, en la década de los 90.
A los 35 años, Keiko, ex primera dama y congresista, pero por sobre todo hija del Chino Fujimori, parece dispuesta a hacer todo lo posible para cumplir con el mandato familiar de recuperar el poder y, de paso, la libertad del “gran samurái de la corrupción política”, Alberto Fujimori, quien cumple actualmente una larga condena. Por lo pronto, desde su celda, el ex presidente impuso el nombre de su enfermera privada, la curvilínea Gina Pacheco, en la lista de candidatos a congresistas que encabeza su hijo Kenji Fujimori.
“Esa decisión enfureció a Keiko, pero ella obedece órdenes del padre”, explican en su equipo de asesores. Con 22% de intención de voto, según la firma Apoyo, la hija del polémico ex mandatario retiene el voto duro del fujimorismo, aunque para el analista Fernando Tuesta, “ése es un piso electoral alto. Ella despierta una sólida resistencia” entre esos grandes sectores del electorado peruano para los que el apellido Fujimori no es más que un sinónimo de “dictadura” y “corrupción”.
Por esta circunstancia, Keiko podría terminar peleando, en las próximas semanas, voto a voto con Castañeda, el segundo lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario