La crisis económica que vivió los Estados Unidos en el 2009 y los problemas financieros que afrontan varios países europeos, como Grecia, han llevado a varios especialistas a preguntarse si el modelo capitalista que impera actualmente en el mundo, tras la caída del comunismo, ha fracasado.
Uno de esos especialistas es Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) quien dijo a BBC Mundo, que no, aunque se preguntó si es el capitalismo el que debería estar en el banquillo de los acusados.
A su juicio, el modelo está fallando como regulador, supervisor, administrador del gobierno corporativo, así como también en la asignación de responsabilidades de los organismos económicos internacionales.
“Nuestra incapacidad financiera se extendió de inmediato a la economía real. Hemos pasado de una crisis financiera, a la parálisis económica, a la conmoción ante cifras promedio de desempleo del 9 al 10%. Del 20, 30 o 40% en particular con respecto a los jóvenes. Ese es el rostro humano y la trágica realidad de la crisis”, sostiene.
Algunas organizaciones internacionales vieron venir la crisis. Algunos incluso se las arreglaron para enviar mensajes de aviso, pero no hubo evaluaciones coordinadas; no lograron hablar con una voz fuerte.
Por lo tanto, fueron ignorados en un ambiente de gran prosperidad en el que se estaba haciendo mucho dinero y en la que todo el mundo pensaba que la innovación era el elemento clave, por lo cual la advertencia de que algo podía salir mal era vista como un lastre.
Existía también la filosofía de que para funcionar los mercados necesitaban la menor intervención posible del gobierno.
“Pero eso no quería decir que podían funcionar sin intervención alguna, o no necesariamente significaba que la intervención no fuera capaz de advertir sobre los riesgos”, dice Gurría.
“Señales claras”
Para el secretario general de la OCDE, la crisis dejó un legado terrible, un legado de alto desempleo, enorme déficit fiscal que todavía estamos luchando por controlar. Asimismo una deuda pública acumulada que ya ha alcanzado el 100% del PIB en promedio en los países de la OCDE.
Por cierto, esta deuda era parte de la solución, y ahora se ha convertido en el problema. Y sigue creciendo, ya que la desaceleración económica reduce los ingresos fiscales, y el desempleo masivo aumenta el gasto social.
“Es muy importante enviar señales claras de cómo vamos a abordar este problema de la deuda sin sacrificar el crecimiento y el empleo. La OCDE está reclamando cambios “estructurales”. Ese es nuestro mensaje: reforma de los productos y los mercados de trabajo, la educación, la innovación, la competencia, los impuestos, la salud, el crecimiento del sector verde”, sostiene el funcionario.
Para Gurría, esos son los temas que deben constituir nuestros principales objetivos en el contexto de una estrategia a largo plazo para restablecer el crecimiento sostenido.
“Esto creará empleos y ayudará a hacer frente a la deuda. También tenemos que reparar en “lo social” y centrarnos en políticas innovadoras para proteger a los más vulnerables. De ahí, que crea que el capitalismo occidental o la apertura de los mercados aún no hayan fracasado”, refiere.
Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas de Alemania, señaló recientemente en un artículo, que “hay un amplio consenso de que los mercados más robustos y resistentes a las crisis necesitan una regulación más fuerte”.
“Estoy de acuerdo totalmente. Creo que las economías son demasiado importantes para dejarla en manos de las fuerzas del mercado. Es un proceso arduo que exige un mejor gobierno mundial y un fortalecimiento de las organizaciones internacionales. Esa es la solución”, dice.
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