Hace dos semanas, un incidente sucedido en la comunidad de Pampa Hermosa, Yurimaguas/Loreto, donde los pobladores se enfrentaron con policías en defensa de varias personas que tenían orden de captura por dedicarse al procesamiento de pasta básica de cocaína (PBC), develó algo que a nivel regional ya se conocía: la presencia de cultivos ilegales de coca y del narcotráfico en una zona cercana a Tarapoto (esta a una hora y 50 minutos). Este incidente es solo la punta de la madeja.
Esta realidad nos lleva a preguntarnos: ¿Cuál es la situación de los cultivos de coca en este departamento? Para tener una percepción global del tema, he aquí una mirada
Sus inicios
La región San Martín, en la década de los 80 y el primer lustro de 1990, fue una de las zonas de mayor producción de coca para el narcotráfico a nivel nacional. Su “mejor” año fue en 1992 cuando alcanzó a tener 28,600 hectáreas. Durante todo ese periodo, los principales sembríos de coca se focalizaron con diferencia de intensidad y periodo en las provincias de Tocache, Mariscal Cáceres, Huallaga, Bellavista, Moyobamba y Lamas.
La alta producción de coca y pasta en San Martín trajo consigo que su economía regional llegara a depender del tráfico de drogas. Otra secuela fue el predomino –en varias provincias, no en todas- del monocultivo de coca. Ni hablar de la deforestación de los bosques y la contaminación de los ríos que fueron espectaculares.
Los carteles colombianos, de “Cali” y “Medellín”, fueron quienes alentaron y monopolizaron este “boom” de la coca. Estas organizaciones transnacionales, en alianza con los “patrones” de las firmas que operaban en el amplio espectro de coca, fueron los principales compradores y exportadores de la droga que se producía en esta región.
Entre los años 1996 y 1999, el “boom” llegó a su fin: la coca descendió de 15, 760 a 6,880 hectáreas respectivamente. En ese lapso, los cultivos se redujeron abruptamente, por un lado, debido al retiro de los carteles colombianos del país, y por otro, a la erradicación forzosa de los cultivos ilegales de coca. En efecto, entre 1996 y 2000, se erradicó 13,418 hectáreas de coca.
Durante la década de los 80 y 90, San Martín no solo se vio afectado por la coca, sino también por un fenómeno llamado terrorismo, que pronto se convertiría en narcoterrorismo.
A mediados de los 80, Sendero Luminoso y el MRTA irrumpen en la región. De esa manera, la violencia terrorista cubrió de muerte y destrucción las cuencas del Huallaga. El primero abarcó la provincia de Tocache; mientras que el segundo, las provincias de Moyobamba y Mariscal Cáceres. En cada cual de las zonas donde operaron estos subversivos se aliaron al narcotráfico. La violencia terrorista mimetizó la violencia del narcotráfico.
El nuevo ciclo de la coca
El fin del “boom” de la coca en la región no implicó la desaparición de este cultivo. Nada de eso. El año 2000, en una línea de continuidad, empezó un nuevo ciclo de la coca en la zona y, también, en el Perú. Desde esa fecha hasta hoy en día, estos sembríos crecieron principalmente en dos provincias: Tocache y Mariscal Cáceres. Las demás que –en el periodo del “boom”- también concentraron la enorme producción de coca, se quedaron sin cultivos o quedaron remanentes mínimos.
A lo largo de los últimos diez años, de las dos provincias aludidas, Tocache fue la provincia donde los cultivos de coca más crecieron y se concentraron. El año 2000 alcanzó 4,091 hectáreas, aunque en los años siguientes experimentó una reducción. Es así como de las 2896 hectáreas que había en el 2001, esta se redujo en el 2009 a solo 378. La razón para tan drástica reducción nunca antes vistas en los últimos 30 años en la zona tiene su base en dos factores. Una de ellas, es la continuación de la erradicación forzosa de los cultivos de cocal ilegal y la otra, la concurrencia de programas de desarrollo alternativo. Es en este contexto que surge el “Modelo San Martin”, sin embargo, no fue nada fácil. Los cocaleros desplegaron una radical y violenta defensa de los cocales ilícitos para frenar la erradicación. No lo lograron.
El rebrote y la expansión
Hacia fines del año 2007 e inicios del 2008, a contrapelo de la reducción sustancial de la coca, este cultivo empezó a crecer en zonas donde subsistieron remanentes y a rebrotar en otras provincias de la región San Martin. Este proceso tuvo su reflejo estadístico este año. En el reporte de monitorio de cultivos de coca de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, publicado el mes de junio de este año, revela un importante crecimiento para el año 2010: 1725 hectáreas. Es decir, que en un año, los cultivos de coca crecieron en un 456%.
Aparte de Tocache, donde la reducción es el rasgo distintivo, en tres provincias se está incrementando los cultivos de coca. Por un lado, en la provincia de Mariscal Cáceres, tenemos –entre los más importantes- a los distritos de Huicungo, Campanilla y Pachiza. En esta provincia destaca el valle de Sion, centro poblado que ha sido uno de los reductos del narcotráfico en el distrito de Campanilla y donde más allá de una erradicación espasmódica, se ha hecho muy poco para frenarlo y expulsarlo de este valle.
Por otro lado, en la provincia de Huallaga, están los distritos de Pasarraya, Sacanche y, en menor proporción, Piscoyacu. De estos distritos, en el último año y medio, es en Pasarraya donde más habría crecido la coca. En tercer lugar, en la provincia de Lamas tenemos a los distritos de Barranquita y Pongo de Caynarachi, donde recientemente la policía ha realizado una serie de operativos de destrucción de pozas de maceración y de erradicación de los cultivos que se encuentran alrededor de las pozas.
Finalmente, en la provincia de San Martín, Tarapoto, se tiene información de campo que hay cultivos de coca en los distritos de Huimbayoc, Chazuta y Papaplaya, este último colinda con Barranquita. En Huimbayoc y Papaplaya los cultivos de coca se hizo evidente desde hace un año y medio. En el caso de Chazuta, uno de los distritos donde opera el programa de desarrollo alternativo (PDA), la coca estaría creciendo por la localidad de Curiyacu.
En suma, en cinco provincias hay presencia de cultivos de coca ilegal para el narcotráfico: Tocache, Mariscal Cáceres, Huallaga, San Martin y Lamas. Los cultivos de coca en estas provincias, están creciendo en comunidades alejadas y –en la mayor parte de casos- sin integración vial. Son zonas de migración golondrina de la sierra que llegan allí a realizar dos cosas: talar árboles y sembrar coca.
Ahí no queda la cosa. El incremento de los cultivos de coca y de producción de PBC en San Martín, va aparejado al crecimiento de estos cultivos en zonas fronterizas con Loreto. La provincia de Alto Amazonas es uno de esos lugares, particularmente en los distritos de Yurimaguas, capital de la provincia, y Teniente César López Rojas.
Por otro lado, es indudable que detrás de este acelerado incremento de la coca y la amplitud de las zonas en el que se produce este rebrote, están operando antiguas firmas locales y regionales del periodo 80 y 90 como también nuevas que han surgido en esta nueva etapa.
Sin duda alguna, que la resiembra (Sion) y el rebrote (Saposoa, San Martín y Lamas) de los cultivos de coca y la producción de PBC en la región San Martín no solo es una amenaza al incipiente modelo “San Martín”, sino también de un factor de diversas formas de violencia consustancial al narcotráfico. Lo ocurrido en Pampa Hermosa, Yurimaguas, es una alerta de algo que puede convertirse en moneda corriente si el narcotráfico se fortalece. Lo mismo ocurrirá con los “ajustes de cuentas” y entre narcotraficantes y polcáis.
La situación requiere una oportuna intervención integral tanto del gobierno regional y nacional. Si no hay una inmediata intervención del Estado y del gobierno regional, la situación le puede estallar en la cara del gobierno. No esperemos que la situación crezca más para actuar. Estamos advertidos.
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