Escribe: Manolo
Carrasco Eléspuru (*)
Todos tenemos en nuestro ADN el “gen” de emprender. Nos
gustaría hacer algo nuevo y propio, que impacte en lo personal, en lo
profesional y en lo económico. Algo que nos llene de alegría, optimismo y nos
genere esa “adrenalina” para afrontarlo. Tarea
difícil, pero no imposible.
Para cerrar un ciclo y abrir otro, necesitamos “quemar”
etapas. El ser “dependientes”, es una de ellas.
Este período es la
“preparatoria” para la vida. La asumimos con compromiso para aprender a crecer,
como profesionales y personas. Cuando uno entra a trabajar en una organización,
va con ciertos conocimientos y habilidades, y ciertas virtudes y valores.
Cuando piense retirarse, debe salir sabiendo y haciendo más que cuando ingresó
y siendo muy agradecido y agradable. Este es el objetivo de todo buen
directivo: forjar hombres que sepan hacer y sepan querer.
Ellos deben tener seguridad en sí mismos y fortaleza
de carácter para afrontar los nuevos retos. En las dificultades crecen y se
transforman. No vale frustrarse o debilitarse. Deben ser personas muy
proactivas, cuyo lema podría ser: “Más vale pedir perdón que pedir permiso”.
Tienen que ser hombres de fe, audaces y laboriosos. Como dice
el proverbio ruso: “Ora, pero no dejes de remar hacia la orilla”.
Un bonito ejemplo de algunas actitudes de todo
emprendedor lo
vivimos el pasado sábado en la hermosa playa de Yacila, Piura, conocida por
muchos piratas, desde tiempo inmemorial, como la “Perla del Pacífico”. Todos,
“piratas mayores”, “reinas”, veraneantes y amigos, participamos con gran gozo del
desembarco de “Furia de mar”. Chavela Castro y toda su tripulación, para lograr
su abordaje, tuvieron que romper y atropellar valerosamente las tormentosas
olas del mar. Hubo mucha pasión, paciencia, perseverancia y prudencia; mucho
ritmo y alegría y, sobre todo, para lograr su objetivo, trabajo en equipo. Y
como dice Anatole France: “Nuestro éxito no está asegurado por nuestro propio
mérito, sino que depende mucho de la gente que combate a nuestro lado”. “Furia
de mar” supo darle la proporción adecuada, tanto a las fuerzas internas como
externas que la acosaban.
Bien lo puedo resumir de su legado: “Solo mantenemos
el equilibrio cuando nos movemos hacia adelante”.
Y como dice Antonio Machado, “caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”.
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(*) Coach &
Speaker en Dirección
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