En el Perú, 8
mujeres son asesinadas por sus parejas cada mes, y 17 sufren de tentativa de
feminicidio.
Los
amigos del suboficial PNP Gilmer Gonzales Achata (51 años) lo describen como un
hombre alegre, responsable y muy apegado a la familia. Por eso cuando se
enteraron por la prensa, que ese amigo bonachón había matado de un balazo en la
sien a su esposa Rosa Mary Chui Cachicatari (50 años), no podían creerlo.
De
acuerdo con el Ministerio Público de Puno, Gonzales llegó a la comisaría de
Ilave la noche del último 15 de febrero con la mirada desorientada y pasmado
afirmando haber matado a su pareja.
Para
constatar el hecho, efectivos policiales fueron hasta la casa de su colega,
donde encontraron un panorama desolador. Tendida sobre la cama, hallaron en
posición cúbito ventral y en medio de un charco de sangre el cuerpo sin vida de
Rosa Mary.
En
el Perú, casos como estos lamentablemente no son aislados. Estadísticas del
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) revelan que mientras en
el 2012 se registraron 174 casos de feminicidio y tentativa, este número se
incrementó a 293 el año pasado, es decir, en tan solo 3 años, 119 mujeres más
fueron objetos de golpes y asesinatos.
Según
el MIMP, cada mes 8 mujeres mueren a manos de sus parejas, y 17 sufren de
tentativa de feminicidio.
La
problemática de la violencia contra la mujer en el Perú fue advertida el 2014
por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG).
Ese
año, la OIG además de ubicarnos como el segundo país, detrás de Colombia, con
mayor cantidad de feminicidios íntimos de América Latina, sostuvo que la
tipificación del feminicidio dentro de nuestro marco legal, aprobado en el
2011, no estaba dando resultados porque no se venían aplicando políticas
públicas eficaces, y para mejorarlas dio algunas recomendaciones.
Una
de ellas dice que la desigualdad económica, social y cultural hacia la mujer
debe cerrarse, puesto que esa realidad constituye una causal para las elevadas
tasas de feminicidio. Otra recomendación es la que se refiere a mejorar las
instituciones capaces de asegurar la efectiva aplicación de las leyes.
Por
las altas tasas de violencia contra la mujer que aún persisten en el Perú, todo
hace indicar que las autoridades no tomaron en cuenta las recomendaciones de la
OIG, ya sea por indiferencia, o porque hasta ahora no saben cómo
implementarlas.
Rafael
Chanjan Documet, comisionado para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del
Pueblo, reconoce que si bien la tipificación del feminicidio como delito
autónomo en el Código Penal supuso un avance para prevenir y erradicar el
feminicidio en el país, aún está pendiente implementar mecanismos
institucionales que promuevan que los operadores de justicia actúen
diligentemente a la hora de investigar y sancionar este delito.
Liz
Meléndez, integrante de Cladem Perú, señala que a pesar de lo que las cifras
sobre feminicidio y tentativa muestran si se ha venido trabajando para cambiar
esta nefasta realidad, aunque aún de manera insuficiente.
Lo
que pasa, dice, es que el principal problema no está en la ley del feminicidio,
sino en lo que está a su alrededor.
“El
feminicidio es la consecuencia de una serie de violencias previas (psicológicas,
físicas y sexuales) que la mujer ha sufrido y que, por diversas razones, no
fueran atendidas en su debido momento”, afirma.
Según
el MIMP, las mujeres de entre 26 y 35 años, que son las que más sufren de casos
de feminicidio y tentativa, coincidentemente son las más agredidas física y
psicológicamente por sus parejas.
La
representante de la ONG Alianza por la Solidaridad, Gioconda Diéguez, señala que
las leyes y los planes son importantes pero es fundamental trabajar contra el
sistema patriarcal que impide el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas
plenas, con una sociedad que lamentablemente valida o justifica que se limite
libertades a las mujeres.
En
ese sentido, subraya, es importante se institucionalice el enfoque de género
tanto en la formación como en el rol que realizan magistrados, trabajadores de
los CEM, personal de salud, entre otros operadores públicos.
La violencia no es
de ahora
Según
un estudio de la ONG Flora Tristán titulado “Feminicidio en el Perú”, la
discriminación y la violencia contra la mujer en el país no es un problema de
hace algunas décadas, sino que es ancestral, el cual se ha sostenido históricamente
en patrones y prejuicios de género discriminatorios, lo cual generó en
prácticas sociales que atentaron contra la libertad, la salud, la integridad y
finalmente la vida de las mujeres.
Estadísticas
del MIMP revelan que el 50% de los agresores justificó su demencial acción a
los celos incontrolados, y un 35% a la decisión de la víctima a separarse.
En
ambos casos, dice Liz Meléndez, los atacantes actuaron en un claro intento de
afirmar su autoridad y dominio, en una jerarquía de poder que no les permitía
aceptar la libre determinación de las mujeres sobre sus vidas.
El
machismo aún arraigado en nuestra sociedad ha hecho, según el representante de
la Defensoría, que el 94% de los agresores culpen a la mujer de los hechos de
violencia cometidos contra ellas.
No basta voluntad
política
Gioconda Diéguez refiere que cualquier ley
que se apruebe para prevenir y punir la violencia contra la mujer sino va
acompañada con un presupuesto no va a funcionar. Por eso demandó la
implementación efectiva de la nueva ley contra la violencia, lo que incluye la
capacitación al personal de las comisarías y de otras instancias relacionadas
con la denuncia y acceso a la justicia.
“Es necesaria la incorporación del enfoque de
género en las diversas instancias operadoras de justicia lo que amerita
desarrollar capacitación y medidas de evaluación de la incorporación de dicho
enfoque, garantizar calidad y calidez de atención en los servicios públicos,
adoptar medidas efectivas de protección a las víctimas de violencia de
género, medidas para no revictimizar, acceso a anticoncepción de
emergencia y profilaxis con antiretrovirales a víctimas de violencia sexual,
despenalización del aborto en casos de violación sexual, implementación
del protocolo de investigación eficaz con enfoque de género para casos de
feminicidio, entre otras”, manifiesta.
Eliminar
todo tipo de violencia contra la mujer no es fácil. Liz Meléndez sostiene que
para ello se requiere trabajar en todos los niveles: niños, adolescentes,
padres de familia, medios de comunicación, etc. “En la medida que todos
empujemos el barco hacia una educación con igualdad, los índices de violencia irán
disminuyendo”, sostiene. (Redacción)
NOTA
27 casos
de feminicidio y tentativa se registraron en el primer mes del 2016.
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