Escribe: Mariana Alegre Escorza (*)
Habiéndose conmemorado el Día de la Mujer en
medio de sucesos que nos hacen pensar en lo poco que se ha avanzado en la lucha
por la igualdad de género, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones. No
hablaré acerca de las evidentes desigualdades contra las mujeres y niñas, como
las agresiones que sufren con más frecuencia y con mayor gravedad como la
violencia sexual o familiar.
Hablaré por el contrario de esas prácticas comunes
y a las que estamos acostumbradas y que son consideradas “micromachismos”.
Un micromachismo
ocurre cuando una tía muy querida le pregunta a la sobrina joven si es que ya
se va a casar. Como si no pudiera ser suficientemente mujer al quedarse
soltera. Lo mismo ocurre cuando se presiona a la recién casada para que tenga
hijos pronto. Otra microagresión ocurre cuando, ya estando embarazada, se le
pregunta (a ella; a él nunca se lo preguntarían) si es que va a dejar de
trabajar para quedarse en casa cuidando a su bebé. O cuando ya nacida la
criatura y el padre la saca a pasear solo, lo llenan de halagos y piropos:
“¡Qué buen padre! ¡Se nota que lo quieres mucho! Y, cuando se cruzan con la
madre, le recuerdan que tiene mucha suerte y se sacó la lotería con tremendo buen
padre el que le ha tocado… nunca nadie la felicita a ella por llevar al bebé al
parque ni por cambiarle el pañal ni por hacer doble jornada luego del trabajo
para atender las tareas de la casa.
Nadie la felicita, oiga usted.
Además, la ciudad es
más peligrosa para las mujeres, es más chica para ellas y mucho más grande para
ellos, pues a ellos no se les limita sus viajes ni sus aventuras. A ellas, en
cambio, no hay que sacarlas de casa o, si es que salen, que no vayan “solas”,
pues como se demostró con el crimen terrible de las chicas argentinas en
Montañita, Ecuador, ellas, a pesar de que eran dos, iban solas. Les faltaba un
hombre que las acompañe.
La brecha del género
se percibe cuando te matan por no querer acostarte con alguien, cuando te
“soban” en el bus sin importar que tienes 12 años, pero también está presente
en esos pequeños actos en los que confirmas que las mujeres son menos valiosas
que los hombres, son más complicadas, más dramáticas y un poco más locas porque
crees que no es justo que exista un Día de la Mujer pero no un Día del Hombre.
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(*) Colaboradora
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