En el Perú se calcula que cada año se registran 352 mil abortos inducidos y que solo el 14% de las mujeres que cometen dicho crimen se hospitalizan. Lo que muestra, no solo la clandestinidad de este ejercicio, si no la insalubridad a la que se someten las jovencitas que practican dicha intervención ilegal.
La muchacha que declaró para “El Universal”, cuya identidad pidió mantener en el anonimato, nos narró la manera aterradora en la que realizó el ilícito acto del que hoy se arrepiente y que marcó su vida: Cuando tenía 19 años practicó el aborto, tomándose unas pastillas que un doctor inescrupuloso le recetó, prometiéndole la muerte del ser que se estaba formando en su interior.
Esta joven, a quien llamaremos Vanesa, quedó en cinta tras una noche de delirio en la que se entregó sin reservas ni condiciones al que en ese momento era su acompañante de aventuras. “Nunca pensé que por ese error tuviera que pasar por todo lo que pasé”, nos comenta Vanesa.
“Yo tenía 19 años cuando pasó todo esto. Después de casi un mes y medio que no me venía mi período, decidí, junto con mi pareja, ir a hacerme un chequeo. Fuimos a la espalda del hospital San José, en la avenida Elmer Faucett. Para una prueba de sangre me cobraron 15 soles. La prueba salió “positivo”. Yo era muy joven para tener un hijo, por eso es que no quería tener al bebé. Pero ahora me arrepiento”, cuenta con la mirada inexpresiva Vanesa.
La joven nos narra que lo primero que hizo al enterarse de su embarazo, fue entrar a internet y buscar algún anuncio donde se ofreciera la solución a su “problema”. “En internet encontré un aviso que decía: Regularizaciones menstruales. Había un número donde podía llamar y así lo hice. Me atendió un señor, que al parecer era médico”, confiesa la joven.
“Después de explicarle mi situación, el médico me dijo que como en mis pruebas de embarazo salía que tenía siete semanas de gestante, solo debía bastar con que tomara unas pastillas. Por ese medicamento me iba a cobrar 280 soles”, nos indica la muchacha.
Vanesa asimismo nos dijo que el galeno le aseguró que si esas pastillas no eran efectivas, tenía que intervenirla quirúrgicamente, cosa que asustó mucho a la joven. Por esa operación le iba a cobrar 500 soles. “Yo no quería que me haga ninguna cirugía. Me sentía muy sola en esos momentos, porque para este tiempo mi enamorado se había hecho el desentendido y ya no estaba conmigo”, recuerda Vanesa.
“El doctor me citó en la Av. Perú, en el cruce con Universitaria. No fui sola, porque tenía miedo que me estafen, así que me hice acompañar con una amiga. Cuando llegamos, lo llamé, porque esas fueron las indicaciones que me dio. Nunca me reveló su verdadera dirección. Cuando me comuniqué con él, le dije que ya estaba en el sitio indicado y le describí la ropa con la que estaba, para que me reconociera. Entonces me dijo que mandaría a un asistente suyo a darme las pastillas. Luego de casi media hora de espera, apareció un muchachito de unos 17 años. Él se nos acercó y fue en ese momento donde hicimos el trueque, en la calle, a vista y paciencia de todos. El muchacho me dio seis pastillas. Tres tenía que introducírmelas en la vagina, hasta donde llegara mi dedo. Y las otras tres tenía que tomármelas una cada hora, con manzanilla caliente. Entonces, me fui a un hotel con mi amiga y me tomé las pastillas tal cual como me lo dijo el médico”, nos cuenta Vanesa, con la cabeza gacha, como si se avergonzara de su confesión.
La muchacha nos contó, además, que horas después, ella comenzó a sentir “hincones” en su estómago. “Nunca había sentido un dolor similar. Al ver que me estaba desangrando, tuve que llamar a una tía mía, para que me llevara de emergencia al hospital”, relata la joven.
Según nos cuenta Vanesa, la tuvieron que internar en una clínica, donde le hicieron un lavado intravaginal y le dijeron que si venía media hora más tarde podía haber perdido la vida. “Es una de las experiencias más horribles que he vivido. Saber que estuve a punto de morir por un error así. Es algo que no le desearía a nadie”, concluye Vanesa.
Datos que alarman
Para la ONG feminista, Flora Tristán, el aborto ocupa el cuarto lugar como causa de muerte materna (7%); sin embargo, numerosos estudios sostienen que dentro de las muertes por hemorragias (60%) e infecciones (13%) se encuentran subregistradas muchas muertes por aborto. En consecuencia, si existiera un buen registro de las muertes maternas, el aborto ocuparía, posiblemente, el primer lugar.
La clandestinidad del aborto es un tema que afecta no solo el plano legal del país, sino la salud pública, ya que la práctica clandestina implica complicaciones especialmente a las mujeres de escasos recursos, sean rurales (69%) o urbanas (44%), y en mucho menor medida a las mujeres que tienen altos ingresos (9%). Aproximadamente 65 mil mujeres son hospitalizadas cada año por complicaciones de aborto.
La ley establece que dicho acto es un delito y bien lo dicen las normas, exceptuando el caso en el que la madre corre el riesgo de morir.
“El Universal”, con el propósito de tener información de primera mano, se contactó con uno de esos abortistas con la intención de obtener mayor información. De esta forma, encontramos en una de las paredes del centro de Lima un anuncio que ofrecía servicios de “regularizaciones menstruales”, al cual llamamos de inmediato, haciéndonos pasar por personas que querían contratar dichos servicios. La voz que nos contestó era la de un hombre.
“Bueno, los métodos que usamos es dependiendo de cuán retrasada esté su enamorada. Hay ampollas, pastillas, intervención quirúrgica. Todo depende de cuál quisiera usted”, nos decía la persona que, al parecer, era un médico.
Siguiendo con nuestra pantomima, le pedimos al supuesto médico que nos recomendara el método más efectivo, indicándole que la muchacha a la que queríamos aplicarle dicho tratamiento tenía cerca de dos meses de retraso.
“Bueno, entre la pastilla y la ampolla, ambas son efectivas. Pero la ampolla tiene una efectividad de 24 horas. Tiene un costo de 300 soles. Por el momento es lo más efectivo que hay, es el único precio”, informó el hombre.
Cuando quisimos seguir interrogándolo, nos dijo que si queríamos mayores datos debíamos acercarnos a su consultorio que se encontraba cerca de Plaza Vea de Santa Anita. “Cuando lleguen ahí, llámenme para poder atenderles”, nos dijo el supuesto médico, para luego cortarnos el teléfono.
También nos atrevimos a acercarnos a un consultorio ubicado en la cuadra 21 de la avenida Arequipa, cerca al cruce con Risso, Lince. En dicho sanatorio se ofrecían servicios de regularizaciones menstruales, pero no quisieron atendernos ya que, según nos dijeron, ese tipo de consultas solo se hacían con una llamada previa.
Son muchos los sitios web, los avisos en las paredes de las calles, así como en los postes de luz de las esquinas de Lima, en los que se promueve este tipo de ejercicio ilegal.
Fuentes cercanas a “El Universal” nos revelaron que un médico podría cobrar entre quinientos hasta mil soles por una operación abortiva.
Hay que recordar que el Perú ocupa el segundo lugar entre los países de América del Sur con el más alto índice de mortalidad materna. Cada año mueren mil 800 mujeres por problemas relacionados con el embarazo y el parto.
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