Las personas que
buscan pasar por amigas para manipularte están en todas partes. La mejor forma
para no tener problemas con ellas, es saber identificarlas.
Según el diccionario de la Real Academia, ser maliciosa significa actuar con maldad para conseguir sus propósitos.
Toda
mujer nace pura, sin maldad en su corazón. Sin embargo, por alguna razón, muchas
de ellas, se vuelven maliciosas.
Según
María Luisa Alegre, psicóloga del hospital Sisol de Magdalena, una mujer es
maliciosa porque en su infancia sufrió de maltratos físicos y psicológicos, por
parte de sus padres o tutores.
Las
mujeres maliciosas suelen hacer preguntas de sondeo para tener más
conocimientos sobre la vida personal de su entorno.
La
idea es conseguir algún tipo de información valiosa que pueda aprovechar, como
aspectos negativos de la vida de los demás, para hacer sentir a ellas bajo una
crítica constante.
Este
rasgo en particular es utilizado como una regla para satisfacer un deseo
intenso de ganar y sentirse superior.
“Una
mujer maliciosa por lo mismo que sufrió en su infancia, busca tener poder y
control sobre los demás. Dicho comportamiento le causa placer”, afirma Alegre.
Convivencia
Identificar
una mujer maliciosa no es fácil, ya que suelen presentarse como buenas, agradables
y hasta simpáticas. Sin embargo existen algunas características, que uno puede
tomar nota.
Según
Alegre, estas mujeres suelen no tener sentimientos de culpa, se irritan fácilmente,
poseen poco control sobre sus impulsos y gustan de llamar la atención de los
demás.
Hablarles
para que tomen conciencia de lo que están haciendo y cambien, es una pérdida de
tiempo, dice la psicóloga.
En
estos casos, agrega, lo que uno debe hacer, es alejarse de esa persona.
Si
la mujer maliciosa es una compañera de trabajo, lo recomendable es hablarle lo
menos posible, sin intimar con ella.
En
caso de ser una hija, hay que llevarla a un psicólogo para averiguar las causas
de su comportamiento. (C.M.)
“Para
que no sea afectada por este tipo de personas, es necesario guardar el corazón,
haciendo la voluntad de Dios. Perdonar es fundamental y debe ser una regla
cotidiana”.
Nanda
Bezerra.
Escritora
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