Silvia Vásquez a pesar de sufrir abuso sexual de niña y perder a su madre de cáncer logró ser la primera mujer peruana en alcanzar la cumbre más alta del mundo.
A diferencia de su niñez, cuando era tímida y callada, hoy
Silvia es locuaz y sabe lo que quiere. Luego de escalar la montaña más alta del planeta, la “Facilitadora
Internacional contra la Violencia hacia la Mujer” nos cuenta en el calor de su
hogar su próximo reto: subir las montañas andinas de nuestro país.
— De niña fuiste
violentada sexualmente. ¿Cómo superaste ese trauma?
— [Piensa]
No fue fácil. Durante años pensé que lo que me había ocurrido aconteció porque
era una niña mala. Sin embargo, cuando me di cuenta que no fue así, decidí
contárselo a mi mamá. Para entonces tenía 15 años.
Con el
fin de superar más rápido el trauma, mi familia decidió que viajara a los
Estados Unidos. En un principio eso me ayudó, empecé a estudiar, trabajar, sin
embargo después volví a recaer. Con 20 años, caí en los vicios, comencé a beber
y eso me trajo muchos problemas.
— ¿Por qué volviste a recaer?
— Lo
que pasa es que yo estaba escapando de esa parte trágica de mi vida en vez de
enfrentarla. Y eso me sumía en la tristeza.
— Entonces, ¿qué hiciste?
— En el
2005 mi mamá me invita volver al Perú para asistir junto con la familia a un
retiro. Fue ahí donde tuve la visión de irme a las montañas para encontrar la
paz que no tenía.
— ¿Fue en ese entonces que decidiste ir al
Everest?
— Si
tenía que volverme a conectar, tenía que hacerlo en la montaña más alta. Así
que decidí viajar sola, con todos los equipos prestados, salvo los zapatos.
— ¿Ahí encontraste lo que estabas
buscando?
— Frente
a la grandeza de esas montañas comprendí que nunca tuve la culpa de lo que me
había acontecido, que no había razón para tener miedo. Así que con lágrimas en
los ojos prometí dos cosas: volver al Everest para subir la cumbre, y realizar
una causa social.
— Antes de subir al Everest decidiste
subir otras montañas, ¿cierto?
— Como
parte de mi preparación subí varias montañas. La primera fue el Kilimanjaro,
África, en 2006. Luego vinieron otras.
— ¿Hacer realidad tu sueño te costó?
— Muchísimo. En el 2010 mi mamá se
enfermó y tres años después falleció de cáncer. Y como si esa tragedia no fuera
suficiente, dos meses después mi divorcie.
— ¿Cómo hiciste para superar esas
adversidades?
— Fe en
Dios, solo eso. Muchos dicen que la fe mueve montañas, para mí, sube montañas.
— ¿A quién dedicas tu conquista?
— A mí
madre. También a las niñas y mujeres que han pasado o están pasando algún tipo
de violencia.
— Un mensaje final
para nuestras lectoras
— La violencia va a seguir mientras estemos calladas, por eso
debemos hablar, para liberarnos de eso peso. A las mamás, que no tengan vergüenza
y no culpen a sus hijas por lo ocurrido. (C.M.)
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