Hace más de 30 años que se viene hablando de la forma de cómo acabar con el sembrío de coca. Miles de millones se han invertido para tal fin pero hasta la fecha este problema persiste
En un espectacular operativo realizado el último viernes 26 de noviembre, la Policía Nacional detuvo en el Alto Huallaga a 42 dirigentes cocaleros, entre los que se encuentran los alcaldes de Monzón y Pumahuasi.
Según el Ministro del Interior, Miguel Hidalgo, la captura de todas estas personas se debió a sus supuestos vínculos con el narcotráfico. Pero más allá de si estos dirigentes tienen algún nexo o no con las mafias de las drogas, el problema de fondo es por qué aún después de tantos años no se ha podido resolver el tema del sembrío de coca en el país. “El Universal” conversó con diversos especialistas para preguntarles sobre esta inquietud y estas fueron sus respuestas.
Este problema no es de ahora
Para el experto en temas de narcotráfico, Jaime Antezana, este problema no es de ahora, puesto que tiene sus inicios en la década de los 40 en donde solo se producía para consumo industrial y solo el excedente era para el narcotráfico. Mientras que desde la década de los 80 hasta el año de 1995, casi toda la cosecha de coca se destinó a la elaboración de la pasta básica de cocaína al punto de convertir al Perú en su primer productor.
Hoy en día los ingresos del narcotráfico alcanzan los U$1,200 millones de dólares, lo que equivale aproximadamente el 2% del PBI (Producto Bruto Interno) del país, situación que es muy atractiva para quienes se dedican a este negocio.
Antezana considera que si el gobierno tomara el narcotráfico como tema de primer orden, el problema del sembrío de coca prácticamente ya se hubiera resuelto. “Si no se ha solucionado es porque durante todos estos años no ha sido visto como algo prioritario, craso error”, sostiene.
Según el experto a los cocaleros tampoco les interesa resolver este problema, por más que se hayan sentado durante buen tiempo en las diversas mesas de trabajo para elaborar el “Plan Estratégico de Desarrollo Integral del Alto Huallaga”. Antezana sostiene que mientras por un lado ellos demandan que se invierta en tal o cual proyecto, por otro lado se oponen a las erradicaciones con el cuento de que le den más tiempo hasta encontrar otra actividad rentable.
Por su parte el alcalde de Tingo, Juan Picón, considera que la negación de los agricultores a dejar su sembrío de coca se debe al abandono que están por parte del estado. Puso, como ejemplo Monzón, que recién hace tres años cuenta con energía eléctrica.
Para el congresista y presidente de la comisión de Agricultura, Aníbal Huerta, una posible salida al problema cocalero es que esta no sea canalizada por una sola organización como es DEVIDA. “Este tema lo tiene que manejar exclusivamente el Ministerio de Agricultura que está vinculado estrechamente al asunto, además de replantearse la política de erradicación con apoyo sostenido, debiendo existir promotores agrarios que canalicen las ventas de sus productos al mercado. Mientras no hagamos eso el narcotráfico va a seguir creciendo,” acotó el congresista.
Industrialización y despenalización
Mientras tanto, para el ingeniero agrónomo de la Universidad Agraria de la Selva (UNAS), Manuel Cevallos, la solución de este tema pasa por la industrialización de la coca.
Para este profesional, la hoja de coca puede ser rentable si se trabaja técnicamente como una proyección de comercialización del producto a niveles internacionales, ya que existen estudios de la Universidad de Harvard que en 100 gramos de materia seca de hoja de coca se puede encontrar calorías, carbohidratos, grasas, ácidos orgánicos, fibras, proteínas, hidrógenos y vitaminas.
Cevallos afirma que si los cocaleros venden sus cosechas al narcotráfico es porque ellos están amarrados de pies y manos puesto que Enaco no quiere comprarles su producción puesto que está contaminada por la fumigación. Para superar este inconveniente, a su juicio debería despenalizarse este cultivo
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