Paradójicamente, el Nobel le llegó al peruano Mario Vargas Llosa cuando ya su presencia en la lista de candidatos parecía rutinaria y marginal, pese a que sigue en pleno vigor intelectual y a que mantiene esa producción entusiasta en la que parece abarcar todos los géneros.
El rumor mundialmente extendido, aunque por lógicas razones nunca confirmado, es que al peruano no se le negaba el Nobel por falta de méritos literarios, sino por la controversia que genera su credo entusiasta, ortodoxa y militantemente liberal.
Tras conocer la noticia de que había logrado por fin el Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa dijo que los ideales no han cambiado. “Lo que ha cambiado son los métodos, la manera de llegar, señaló”
De joven, destacó, “pensaba que la izquierda encarnaba los ideales de libertad, de justicia, de igualdad”. La decepción llegó cuando vio a Cuba convertirse de una “revolución libertaria” en una “revolución autoritaria”, así como cuando conoció la antigua Unión Soviética, agregó.
El autor de novelas como “La fiesta del chivo” también subrayó que no es político, pese a su incursión en la política de nuestro país como candidato para las elecciones presidenciales de 1990.
“Yo soy un escritor, fundamentalmente”, respondió al periodista sueco que resumió su trayectoria como “escritor y político”. Su participación activa en política se dio por “razones excepcionales”, sostuvo.
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