Hace 17 años el Perú y Ecuador se enfrentaron militarmente por última vez en su historia en la llamada Cordillera del Cóndor. Producto de esa guerra no declarada murieron más de 100 soldados. Tras el acuerdo de paz definitiva, hoy ambas países gozan de excelentes relaciones
El 26 de enero se recordó en todo el país, el último incidente bélico que enfrentó a Perú y Ecuador. Hace 17 años (1995) ambos pueblos hermanos durante 33 días protagonizaron en las nacientes del Alto Cenepa en la Cordillera del Cóndor, una guerra no declarada que según datos oficiales de ambas naciones dejaron en conjunto más de 100 muertos.
Para comprender la razón de ese enfrentamiento es necesario que retrocedamos -por lo menos- al 5 de julio de 1941, fecha en la que Ecuador atacó a las guarniciones militares peruanas en Zarumilla, tras reclamar como suyos los territorios de Tumbes, Jaén y Maynas. Al cabo de una breve campaña, las fuerzas peruanas al mando del General de Brigada EP Eloy Gaspar Ureta, no solo repelieron la invasión sino que se vieron obligadas a traspasar la línea de frontera y a ocupar la provincia ecuatoriana de El Oro. El 29 de enero de 1942 ambas partes, teniendo como garantes a Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, suscribieron el Protocolo de Río de Janeiro que puso fin al conflicto. De este modo se fijó la frontera.
Perú y Ecuador colocaron hitos en la frontera hasta el 11 de Noviembre de 1950. Desgraciadamente, en 1951, Ecuador, en forma unilateral, suspendió los trabajos de la comisión demarcadora a la vez que rechazó la vigencia del Protocolo de Río, a pesar que faltaban solo 78 km por demarcar en la zona de la Cordillera del Cóndor, y se negó a hacerlo alegando puerilmente que el “Protocolo de Río de Janeiro era Inejecutable”. El enfrentamiento bélico de estos dos países en 1995 precisamente se protagonizó en el territorio que no se hallaba delimitado.
Ecuador aventajaba a Perú
La situación militar de ambos países al momento del conflicto del Cenepa era totalmente diferente.
El Perú afrontaba desde 1980 una guerra interna desatada por el grupo terrorista Sendero Luminoso, que conoció su más cruenta etapa entre 1982 y 1991. Las Fuerzas Armadas del Perú se hicieron cargo de la lucha antisubversiva desde diciembre de 1982, con el consiguiente desgaste que ello conlleva, tanto económico como social.
La Fuerza Aérea peruana, que desde la década de los años 60 y parte de los 80, había llegado a ser considerada como una de las más poderosas de Hispanoamérica, se hallaba, en 1995, en una deplorable situación. Así, en el momento de estallar el conflicto, de más de 100 aparatos de combate que tenía en inventario, solo se hallaban operativos: 3 Mirage 2000, 7 Sukhoi 22, 4 Camberras, 8 A-37B y 5 helicópteros artillados Mi-25. Los Mirage 2000, que venían a ser los aviones más modernos de la FAP, no contaban con misiles aire-aire de medio alcance. Los sistemas de radar solo tenían una operatividad del orden de menos del 45%, y los sistemas antiaéreos, del 20%.
Por el lado ecuatoriano, después del Incidente de 1981 “Paquisha”, se inicia una serie de compras y modernizaciones de sus sistemas aéreos y terrestres. Entre los más importantes está la compra de aviones Kfir C2, y las modernizaciones de sus Mirage F1. Se puede afirmar que, para inicios de 1995, la Fuerza Aérea del Ecuador era una de las más competentes de la región. Por otra parte, sus fuerzas terrestres habían sido preparadas durante buen tiempo para el combate en la selva. A lo largo de la guerra del Cenepa se desplegaron, preferentemente, soldados profesionales de brigadas de fuerzas especiales como los “Iwias”. En contraparte de esto, el ejército peruano estaba conformado al principio del conflicto, en su mayoría, por conscriptos de servicio militar obligatorio de entre 19 y 22 años cuya única experiencia de combate eran las que habían realizado contra las fuerzas subversivas en las regiones del centro y sur del país.
Para este nuevo conflicto militar, Ecuador desplegó unos 3,000 efectivos en la zona. Perú por su parte mandó al teatro de operaciones alrededor de 2,000 hombres.
El 17 de febrero, los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro mediaron un acuerdo de cese al fuego y entrega de posiciones controladas tanto por Perú como por Ecuador, estas posiciones fueron entregado a la [MOMEP] para dar inicio a la separación de fuerzas, que debió ser ratificado el 28 de febrero en Montevideo ante la continuación de los combates.
Para mayo de 1995, los combatientes se habían retirado de la zona del Cenepa. El 4 de agosto se hizo efectiva una zona desmilitarizada.
Declaración de Paz de Itamaraty
Producto del cese del fuego, observadores de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro se desplazaron hasta la zona del conflicto. El 2 de marzo, tras cinco semanas de enfrentamientos y escaramuzas, terminan los combates. Hubo numerosos heridos, lisiados y muertos por ambos lados.
Una nueva ronda de negociaciones tiene lugar, conducida por el jurista Fernando de Trazegnies a nombre de Perú y el embajador Edgar Terán, a nombre de Ecuador. Después de un año y medio de intensas -pero francas y leales- conversaciones y luego de un pronunciamiento por expertos internacionales sobre la línea de frontera, los dos países, con aprobación de sus respectivos Congresos, acuerdan someter sus diferencias a la decisión de los países integrantes del Protocolo de Río de Janeiro de 1942.
Los países integrantes (Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos), resolvieron que la demarcación de la frontera era estrictamente la establecida por el tratado de Río de Janeiro de 1942, que corre por las altas cumbres de la Cordillera del Cóndor; y que la región de Tiwinza, de 20 Km², pertenece a Perú, aunque se entrega un km² de Tiwinza a Ecuador, por tratarse de un cementerio de guerra ecuatoriano, para realizar actos conmemorativos y no militares. Así mismo, se resolvieron todas las controversias de interpretación del Protocolo de Río de Janeiro que habían impedido continuar con la instalación de los hitos. Ecuador, además, logró el reconocimiento de su derecho a la libre navegación por el río Amazonas y sus afluentes septentrionales.
También se establecieron los nuevos hitos en Cusumasa-Bumbuiza y Yaupi-Santiago (vecinos de Tiwinza) y, ya en Loreto, en el sector de Lagartococha y el Güeppi.
Es así como se procede a la firma en Brasilia del Acuerdo Definitivo de Paz llamado también Acuerdo de Brasilia, el 26 de octubre de 1998. Durante los meses siguientes, se procedió a instalar físicamente los hitos que faltaban en la frontera y, de esta forma, el tema del conflicto fronterizo -que tenía casi 150 años de duración- quedó zanjado.
Comercio
Gracias al acuerdo de Paz que alcanzaron definitivamente el Perú y Ecuador, uno de los sectores que más se ha visto beneficiado es el comercio. Se estima que desde 1996 al 2010 el incremento comercial entre ambos países se ha elevado en siete veces su valor.
Asimismo la cantidad de turistas que cruzan la frontera diariamente se ha quintuplicado, por lo que es de verse que una vez lograda la paz, ambos países se han visto económicamente beneficiados.
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