El inesperado suicidio del entrenador de la selección de fútbol de Gales, Gary Speed, abre el debate de ¿qué lleva a un individuo, al que aparentemente no le falta nada, a decidir suicidarse súbitamente?
Tenía 42 años, había sido un exitoso futbolista y estaba a la cabeza de la selección de fútbol de Gales. Era apuesto, estaba casado, tenía dos hijos. En todo el Reino Unido, los homenajes se sucedieron tras su inesperada muerte.
Los hinchas llenaron de recordatorios la sede de su antiguo club, Leeds United.
Los estadios guardaron minutos de silencio. Hasta la Cámara de los Comunes emitió un comunicado lamentando su muerte.
Todo esto da una idea aproximada del éxito profesional y social de Speed. Sin embargo, por todo lo que se sabe, el exitoso entrenador puso fin a su vida voluntariamente.
Aunque no se han establecido los detalles, es obvio que hay una transición inexplicada entre el individuo celebrado por su comunidad y aquel que se suicida.
Para muchos especialistas, el término que podría explicar la situación de Speed estaría en la depresión.
No es trivial
La depresión es algo más que un pasajero sentimiento de infelicidad o hastío.
La enfermedad afecta a la gente de diversas maneras. Sus síntomas van desde sentimientos de permanente consternación y desesperanza a la pérdida de interés en las cosas que se disfrutaban antes, a lo que se agregan estados de temor o ansiedad.
También pueden aparecer síntomas físicos tales como estar constantemente cansado, dormir mal, perder el apetito o el impulso sexual, y dolores físicos de todo tipo.
“Cualquiera puede enfermar de depresión”- le dice Jane Harris, directora asociada de Rethink Mental Illness, una organización destinada a lograr una reapreciación de las enfermedades mentales.
“No solo es la gente del primer plano, las celebridades, la gente rica. La depresión no conoce fronteras sociales ni edades. Se enferman los pobres, los ricos, los jóvenes, los ancianos, y es una enfermedad grave, pero que tiene solución.”
Paul Farmer, de Mind, otra institución británica dedicada a dar asesoría a pacientes de enfermos mentales y familiares, afirma que los exitosos profesionales del mundo del deporte no están exentos de las enormes presiones del estrés
“Gary Speed no es el primer futbolista en padecer este tipo de trastorno mental, ni tampoco será el último, desgraciadamente.”
En 2009, el arquero alemán Robert Enke se suicidó, víctima de la depresión.
Estilo de vida
Se estima que una de cada cuatro personas, en algún punto de la vida, experimentará algún tipo de enfermedad de tipo mental, de una severidad variable.
En el caso de gente famosa, se trate de futbolistas, actores, cantantes o millonarios, le dijo a BBC Mundo Jane Harris, quien agregó que este tipo de personas viven bajo una presión enorme, lo que puede desatar fácilmente una depresión, de la misma manera en que perder un empleo o un ingreso mensual puede hacerlo en la vida de la gente común y corriente.
“Ni el éxito ni el ser pobre pueden servir como salvaguardas contra la enfermedad mental,” sostuvo.
La actitud más o menos universal de médicos y organizaciones de ayuda a la enfermedad mental presenta lo que constituye las dos caras de la misma moneda.
Primero, hay que reconocer que existe ayuda disponible para asistir al paciente y, segundo, éste debe reconocer abiertamente que padece la enfermedad.
“La enfermedad mental no es una condena a cadena perpetua, hay tratamientos disponibles, se puede obtener respaldo de amigos y familiares. Es importante que la gente lo entienda y consiga la ayuda que necesita,” concluye Harris.
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