Río de Janeiro, la ciudad brasileña que este mes acogerá una reunión crucial de las Naciones Unidas sobre desarrollo sustentable, libra consigo misma una batalla para mantener la etiqueta de urbe verde y natural que suele reivindicar.
Conocida por su costa atlántica y morros tupidos de vegetación, la Ciudad Maravillosa (Cidade Maravilhosa) enfrenta problemas de pérdida de espacios naturales y contaminación en algunas de sus playas más turísticas.
Al mismo tiempo que los cariocas recuperan su orgullo por Río, que se prepara para recibir mega eventos como el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, la ciudad crece en asfalto, población y tránsito.
De hecho, Río es hoy una ciudad con bastante menos vegetación nativa que cuando acogió la primera Cumbre de la Tierra de la ONU en 1992.
“Continúa”
En 2010 un mapeo satelital indicó que el total de cobertura verde de Río es de unas 32.000 hectáreas o 29,5% de la ciudad. Esto, a decir, de Brasiliano Vito Fico, geógrafo de la secretaría de Medio Ambiente de la Alcaldía de la ciudad, representa una pérdida de 7,800 hectáreas o 20% de vegetación nativa por la expansión urbana respecto a mediciones de 1984, que eran menos precisas que la última.
Vito Fico indica que el fenómeno de pérdida de cobertura verde conocida como “mata atlántica” se mantiene en Río, aunque en los últimos años se logró disminuir un 1% el ritmo de deforestación entre 2001 y 2010.
Buena parte de esa pérdida de vegetación ocurrió en los años ‘80 y ‘90 con extensión de favelas y de zonas residenciales en el oeste como Barra da Tijuca, un área de amplias playas y grandes centros comerciales donde tendrá su sede la conferencia Rio+20 de la ONU.
“En esa época el proceso se aceleró y continúa hasta hoy la pérdida de vegetación”, dijo Vito Fico a BBC Mundo. “Pero percibimos que en los años 2000 no se aceleró tanto”.
Más gente
De acuerdo con el último censo del 2010, Río hoy cuenta más gente. Según las autoridades, la ciudad tiene 6,3 millones de habitantes, dos millones más que en 1970.
Eso ha llevado a una reducción del índice de cobertura vegetal por habitante en la ciudad. Un artículo de Agencia Brasil publicado este mes señaló que entre 1984 y 2001 ese índice cayó 26%.
En 2010 Río tenía 55,8 metros cuadrados de mata atlántica por habitante, según las mediciones de la Alcaldía.
Aunque los espacios vegetados de Río todavía pueden ser la envidia de otras grandes urbes de América Latina y del mundo, algunos expertos advierten que están distribuidos de forma despareja.
La ciudad cuenta por ejemplo con la Foresta de Tijuca, un enorme pulmón urbano, o el Jardín Botánico en un área de ingresos medios y altos, mientras en barrios populares de la zona norte hay grandes extensiones urbanas sin siquiera un parque.
Ciudad ecológica
“Para llamar una ciudad ecológica, no es solo índice de área verde versus índice de área ocupada”, dice Julieta Nunes, profesora del Instituto de Investigación y Planeamiento Urbano de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
“Las áreas verdes deben estar distribuidas y accesibles a la población, de una manera que la puedan usufructuar”, explicó. Pero en Río “están muy concentradas y sirviendo al sector de élite de la población”, agregó.
El número de habitantes de favelas o asentamientos precarios en Río, aumentó en los últimos años hasta llegar hasta 1,39 millones según el censo 2010, gran parte sin servicios básicos como saneamiento o agua potable.
A esto se suman problemas de contaminación en la Bahía de Guanabara, con aguas plagadas de basura al pie del famoso morro de Pan de Azúcar.
Incluso las célebres playas oceánicas de Ipanema y Leblon están inhabilitadas para el baño al menos un tercio del año por la suciedad, según el diario O Globo.
La ciudad recicla solo 3% de los residuos que produce diariamente, aunque acaba de inaugurar un moderno centro de procesamiento de basura y cerrar el mayor vertedero de Brasil al aire libre.
El parque automotor de Río se triplicó en dos décadas, los problemas de tránsito son cosa cotidiana, el sistema de transporte público es ineficiente y los trenes están lejos de ser una solución ecológica.
Como en la Amazonía
La ciudad ha implementado planes para disminuir su pérdida de áreas verdes.
Eso incluyó programas de reforestación que involucraban por ejemplo a comunidades de favelas en la plantación de especies nativas en torno a sus barrios, a cambio de beneficios.
Pero en los últimos dos años se apeló más a contratos de recuperación forestal con empresas privadas y se aceleró el ritmo de reforestación, a mayor costo.
En 2011 se plantaron especies nativas en 500 hectáreas de Río, y en años previos se hizo lo propio en 2.000 hectáreas más, cuenta Marcelo Hudson, coordinador de recuperación ambiental de la Alcaldía.
Por su parte, Vito Fico sostiene que la situación de Río actualmente es comparable con lo que sucede en la Amazonía, donde el ritmo de deforestación cayó al menor nivel desde que comenzaron las mediciones anuales en 1988.
Según él, un panorama similar ocurrió en Río de Janeiro en los últimos 30 años: “la pérdida no terminó, pero tal vez en un tiempo podremos (…) decir que la tala de vegetación en Río es cero”. “Es un gran desafío”.
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