La película “Amigos con derecho”, con Natalie Portman, puso nuevamente en el país el debate de los riesgos que conlleva tener este tipo de relaciones, los límites que demanda y si realmente es beneficiosa como sus defensores afirman. En la presente nota conozca los pro y los contra de esta otra forma de vínculo que cada vez viene teniendo mayor aceptación entre los jóvenes peruanos
Atrás quedó el clásico ‘¿Quieres ser mi novia?’. Los jóvenes de ahora establecen otro tipo de vínculos: los llaman amigos con derecho o “free”
Según el sociólogo Roberto Castro, los vínculos de amigos con derechos o “free” son formas alternativas de relación al enamoramiento que muestran que entre quienes las entablan se está dando una modernización. “Se alejan de los esquemas tradicionales de la sexualidad. Es un espacio de exploración erótica”, indica el especialista del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM).
Asegura que este fenómeno se observa entre los colegiales y universitarios de las clases medias urbanas, pues, en las zonas rurales y entre las clases bajas, la sexualidad sigue siendo tradicional.
De hecho, más del 50 % de los jóvenes de estos sectores no tiene relaciones sexuales durante el enamoramiento.
Los amigos con derecho, explica Castro, no necesariamente tienen relaciones sexuales, pero sí se acarician y se besan.”Se comportan como enamorados sin serlo. Se exploran, se disfrutan, pero entre ellos está sobreentendido que no existe ningún vínculo afectivo y no hay exclusividad”, agrega.
Por ello, es común que cada uno, o por lo menos uno de los miembros de la relación, cuente, además, con otros amigos o amigas con derecho.
Mientras tanto, el “free” es mucho más casual, episódico y fugaz, según el investigador. “Son chicos que se conocen en la discoteca o en la fiesta y deciden jugar o tener relaciones sexuales y difícilmente se vuelven a ver”.
La diferencia de estas formas de relación con el llamado noviazgo es que en éste sí existe compromiso y exclusividad y hay una manifestación clara de afecto, enamoramiento y amor.
Riesgos
La psicóloga Patricia Espinoza, de “Inppares”, sostiene que tener relaciones de este tipo conlleva al peligro de contraer infecciones sexuales, como el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
Por su parte el sociólogo Roberto Castro señala que uno de los principales riesgos que se corren en este tipo de vínculos es que sus miembros resulten emocionalmente afectados.
“Es muy difícil ejercer la sexualidad sin que de por medio haya emociones y sentimientos involucrados. El peligro es salir lastimado, lo cual es mucho más factible en jóvenes con poca experiencia, con poco conocimiento sobre sus emociones y sentimientos y su manera de reaccionar frente a éstos”.
En ese punto, Espinoza refiere que no es una práctica aconsejable pues no es una manera de vivir una relación. “No es una herramienta terapéutica (como algunos aseguran) y no salva una relación que atraviesa una crisis, es más bien todo lo contrario”, asegura.
Víctor Baltazar, especialista en adolescentes del Instituto Personas, considera que estos jóvenes también están en riesgo de sufrir sensaciones de vacío, abandono y frustración tras concluir sus relaciones.
“Además, seguimos viviendo en una sociedad machista, así que las mujeres que tienen este tipo de relaciones son descalificadas y mal vistas”, advierte el también sociólogo.
Baltazar asegura que quienes establecen más este tipo de relaciones suelen ser jóvenes con conflictos emocionales, aunque no es la regla.
El experto considera que, independientemente de las formas en que se relacionen, es importante que haya respeto de la persona consigo misma y con el otro. “Es una etapa en que pueden disfrutar mucho de su sexualidad, pero es necesario el respeto”.
También señala que algunos mienten para conquistar al otro. “Un principio ético es no hacerle al otro lo que no quiero que me haga a mí”, advierte.
Este tipo de relaciones, dice, puede representar una etapa de transición en tanto el joven decide qué quiere o con quién se quiere comprometer.
“El riesgo es que se quede así, pues, si esto pasa, no hay transformación ni evolución y puede ponerse en riesgo el desarrollo de la personalidad”, señala Baltazar.
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