Las apariencias, en la Venezuela de hoy, son más que engañosas. El próximo 14 de abril tendrán lugar las primeras elecciones presidenciales sin Hugo Chávez en 14 años. Pero a más de un mes de su muerte, el país sigue viviendo su ausencia como una herida en carne viva.
Tras el luto, llegó la campaña electoral. En teoría, la disputa es el oficialista Nicolás Maduro y el opositor Henrique Capriles. En la práctica, es posible que la foto y el nombre de Hugo Chávez no figuren en la boleta de votación. Pero pocos parecen dudar de que es él, y lo que todavía representa, lo que se juega una vez más en las urnas.
El oficialismo ha hecho un esfuerzo claro por convertir la contienda en un plebiscito sobre la gestión del difunto mandatario: “Chávez vive, la lucha sigue”, es ya consigna.
Y, aunque lo intenta, la oposición parece no poder desmarcarse del mandatario fallecido. “Nicolás no es Chávez”, repite Capriles.
Para los votantes, las opciones no son diferentes a las que estaba planteadas en cada elección disputada y ganada por el fallecido líder venezolano: para los oficialistas, el 14 de abril se decidirá la continuidad de la obra de Chávez. Para la oposición es la oportunidad de ponerle fin, y con ello, pasar la página de un régimen que no respetó a las minorías.
En otras palabras, lo que está en juego no es tanto la promesa de futuro de cada uno de los candidatos sino el balance de gestión chavista de los últimos 14 años.
Prueba de fidelidad
Maduro casi no habla de otra cosa, a Chávez lo menciona tanto que hasta una página en internet se está dedicando a contabilizar cuántas veces lo hace. Una crítica ante la que el candidato no retrocede.
El candidato oficialista busca capitalizar la herencia electoral del mandatario, a quien hasta sus críticos le daban crédito como un “extraordinario candidato”.
En eso coinciden con la oposición. Pero, a decir de Capriles, su contrincante “no le llega al tobillo a Chávez”.
En cualquier caso, con lo que sí cuenta Maduro es con el endoso del difunto presidente.
Abstención
La gran esperanza de los opositores está en la posibilidad de que, si queda claro que Maduro no es Chávez, su votación se vea afectada por la abstención.
“Es un desconocido, lo que hay es la palabra del presidente. Dentro de la organización del partido de gobierno hay sectores chavistas duros pero también hay un chavismo blando que creía en su líder. Ya el líder no está y Nicolás no es Chávez”, afirmó el gobernador de Lara, Henri Falcón.
Por su parte, el opositor Carlos Ocáriz calcula que esa victoria pasa por conservar el 100% del voto opositor en octubre mientras el oficialismo puede llegar a perder un cuarto de los votos a manos de la abstención.
Así, mientras algunos aún lloran y otros celebran la ausencia del carismático líder venezolano, la campaña termina dividiendo a Venezuela en dos. Sea cual fuera el resultado la figura de Chávez siempre estará presente en este país caribeño. (Agencia)
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