Juan Navarro estuvo 37 años en la cárcel sin sentencia. Así como
él, un 80 % de presos en el país están en calidad de inculpados. El Poder
Judicial, sostiene que esta situación, entre otras razones, se debe a la pesada carga procesal que
tienen. ¿Usted qué opina?
Gracias a dos Habeas
Corpus Juan Navarro Acuña (78) volvió a pisar la calle después de estar muchos
años en la cárcel sin sentencia. Tuvo que esperar que su caso fuera conocido
por la opinión pública para que la justicia se acordara de él.
Y es que
increíblemente su expediente se extravió con el pasar de los años. Lo único que
se sabe de este humilde anciano es que nació en la provincia de Caraveli,
Arequipa, y que en 1976 fue detenido por la policía por supuestamente haber
matado a su madre
A Juan lo encontramos
en la Clínica Psiquiátrica del penal de Lurigancho debido a que sufre de
lagunas mentales y de esquizofrenia.
Sobre los hechos que
motivaron su detención dice no acordarse mucho. “Lo único que recuerdo es que
la “amiga” de mi padrastro quien siempre me decía que matara a mi madre me dio
de tomar unas pastillas para el dolor puesto que me había caído un tablón sobre
la cabeza”, cuenta.
Con 41 años de edad,
Juan Navarro fue internado en el penal de varones de Arequipa de donde meses
después saldría con dirección al Hospital Hipólito Unanue de Lima como
consecuencia de una enfermedad. Luego de curarse fue recluido en el penal de Lurigancho
el 3 de agosto de 1976.
Este anciano que no
deja de tocarse la cabeza nos cuenta que al momento de su detención él dejó a una
hija de tres años llamada Trina María así como a dos hermanos.
A pesar de tener
familiares, Juan nunca recibió visita durante todo el tiempo que estuvo
detenido. El director del penal de Lurigancho, coronel Tomás Garay, así lo
confirma.
No es el único caso
El 80 por ciento de
los miles de peruanos que están purgando prisión en las diferentes cárceles del
país no tienen sentencia. Solo en el penal de Lurigancho, que es el más
hacinado, hay 7,306 inculpados de una población de 8,596 internos.
Por años los jueces
han señalado que una de las causas principales de tener tantos presos sin
sentencia es la pesada carga procesal que afrontan. Pues bien, ¿puede una realidad de esta naturaleza ser
una justificación para tener a tantos inculpados en las cárceles del país?
Según el abogado
penalista Fredy Rojas no existe razón que justifique tener a una persona
privada de su libertad más allá de lo que la ley señala. De acuerdo con la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos el plazo razonable no debe exceder
de los dos años. Lamentablemente en el Perú ello no se cumple.
¿Qué tanto el Estado
se ha preocupado por cambiar esta realidad? A la luz de los hechos muy poco a
pesar que el Congreso aprobó hace algunos años un nuevo Código Procesal Penal
para agilizar los juicios.
Si bien en diferentes
distritos judiciales se viene aplicando este nuevo Código Procesal, el problema
radica que lo hacen con muy pocos recursos debido a que el Ministerio de
Economía no está cumpliendo con las transferencias que dicta la ley. Esto ha
generado, por ejemplo, que muchos jueces, fiscales y personal del Poder
Judicial no se hayan capacitado.
En el caso de Lima,
donde se concentra la mayor carga procesal, su implementación se viene
dilatando desde el 2011por razones económicas.
Para el penalista
Fredy Rojas, está realidad viene demostrando la falta de decisión política de
las autoridades para mejorar la administración de justicia del país.
Reparación civil
La libertad es un
derecho innato de todo ser humano. En el caso de Juan Navarro Acuña la
negligencia del Estado le privó de ese derecho. Ahora, como bien dice el jefe
del Programa de Asuntos Penales y Penitenciarios de la Defensoría del Pueblo,
Percy Castillo, le corresponde al Estado no solo darle un albergue sino también
pagarle una reparación.
Si bien en la teoría
este tipo de injusticias es resarcido con un pago pecuniario en la práctica muy
pocas veces se cumple debido a lo oneroso que significa tener que demandar al
Estado, pues el afectado tiene que contratar a un abogado y pagar las tasas
judiciales. Algo que muchas veces está fuera de su alcance.
Juan
Navarro hoy pasa sus días al lado de otros de ancianos en el albergue “El Buen Pastor” del distrito de San Martín de Porres. Ahí está nuevamente conociendo el
mundo. Un mundo totalmente diferente a lo que él dejó cuando las puertas de la
cárcel se abrieron-probablemente por un delito que nunca cometió- para privarle
de su libertad hace 37 años.
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