En más de 180 países donde hay un templo de la Comunidad Cristiana del Espíritu Santo, fue hecha una grande movilización de fe en lo búsqueda de recibir el más precioso en la vida: el Espíritu Santo.
El obispo Edir Macedo desde el Monte Hermón, hizo una reunión donde oró y pidió a Dios por el derramamiento del Espíritu Santo en todos los cristianos que sacrifican su voluntad para hacer la voluntad de Dios. Fue sin duda, un momento que transformó la vida de millares de personas en todo el mundo. La reunión fue a través de una video-conferencia para todos los países.
En el Perú miles de fieles a través de una video-conferencia tuvieron la oportunidad de escuchar sus palabras.
Luego de la reunión muchas personas experimentaron una gran transformación en sus vidas.
Fue una reunión muy linda y que marcó la vida de todas las familias que hacen parte del Cuerpo de Jesucristo en nuestro país.
Negar a si mismo
Desde el Monte Hermón el obispo Macedo explicó que la verdadera fe cristiana exige sacrificio todo el tiempo, desde que la persona tiene su encuentro con Dios, hasta su pasaje a la eternidad. Ser cristiano es pertenecer al cuerpo del Señor Cristo. “Cuando se pertenece al cuerpo del Señor Jesús es sacrificio. Todo el tiempo que Él estuvo en la Tierra fue sacrificio porque Jesús no ha hecho Su voluntad. No es nuestra voluntad que tenemos que hacer sino la voluntad de Dios. Solo el Espíritu Santo es capaz de tornar posible que una persona sea verdaderamente cristiana”, afirmó.
El obispo erguió sus manos en la dirección de todo el pueblo que estaban unidas en esta fe y por la fe del Espíritu Santo descendió sobre ellos. “Para gloria y alabanza del nombre del señor Jesús sean llenos del Espíritu Santo y hagan notoria Su grandeza en todo el mundo”, oró.
Bendiciones a la Tierra Santa
El Monte Hermón es el sitio de la Transfiguración, donde Jesús tomó a tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan para orar. Desde una altura de 2.814 msnm sobre el nivel del mar, el obispo mencionó el Salmo 133 donde Dios bendijó a su pueblo: “Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”. Salmos 133.3. Con las manos erguidas en la dirección del cielo, el obispo en su oración pidió para que Dios bendiga a toda la tierra de Israel, como todos los pueblos amigos de Israel, amigos de los que son amigos de Dios.
Todo lo que fuera hecho por el obispo Macedo en esta ocasión desde el Monte Hermón fue para bendecir a los que estaban en la misma fe.
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