“Gracias a que mis padres tenian dinero, siempre tuve durante mi juventud comodidades. A pesar de ese bienestar no era feliz.
Cuando me casé pensé que iba a cambiar. Pues me equivoque. La adicción de mi esposo al alcohol hizo que viviera un infierno.
Mi cuñada que ya conocía el Cenáculo del Espíritu Santo me invitó un día a participar de las reuniones. No teniendo nada que perder fui acompañandola.
En ese momento mi vida cambió. Poco a poco mi esposo dejó el alcohol y se volvió cariñoso. No conforme con lo logrado, participe de la Campaña de Israel.
Hoy tengo un matrimonio feliz y dos negocios”
No hay comentarios:
Publicar un comentario