La adolescencia cada vez está peor. Muchas chicas y chicos sin pudor alguno consumen alcohol, drogas y tienen sexo a la vista de todos. Mientras ellos se desbandan, los padres, la escuela y el Estado, bien gracias.
Los adolescentes de hoy cuando asisten a una reunión ya no se conforman con solo bailar, fumar cigarrillos o beber alguna cerveza como se hacía antaño. Ahora ellos requieren de mucho más para estar en la moda.
Es así como en los últimos años se ha incrementado el consumo de drogas, alcohol y la práctica del sexo, por lo general, sin protección.
En los llamados juegos la ‘pera malograda’, ‘fiesta semáforo’, ‘mañana te cuento’ y últimamente importado desde Colombia la ‘ruleta sexual se ha podido evidenciar que actualmente a muchos jovencitos, entre ellos menores de edad, poco o nada les importa los valores.
Ver en la ‘ruleta sexual’, por ejemplo, chicos bailando al son de la música muy pegados a su pareja para luego cuando el grupo ya lleva varias copas comenzar a penetrar a las chicas de manera rápida para así evitar eyacular y no salir de la ronda demuestra el grado de perdición en que han caído nuestros hijos.
Esta cruda y triste realidad nos lleva a preguntar qué está pasado con nuestra juventud. Para el psiquiatra Martín Nizama, lo que viene acontecido es que la sociedad post moderna se ha centrado en el individuo dejando de lado a la familia, al cual solo le ha dado un rol meramente asistencial. Como consecuencia de ello, dice, hoy tenemos humanos autónomos, narcisistas, sin valores ni control de impulsos. “Los jóvenes que participan en ese tipo de juegos son el fiel reflejo de la educación y la cultura de violencia que se brinda a los niños”, refiere el profesional.
Los casos de Manuel (16) y Edison (15) del colegio Alcides Spelucín Vega del Callao, quienes muchas veces faltan a sus clases para asistir a estas diversiones, son el ejemplo perfecto de lo que está aconteciendo entre los jóvenes.
El doctor Rolando Pomalima, psiquiatra del Instituto Nacional de salud Mental Honorio Delgado, considera que muchos de estos chicos que asisten a este tipo de reuniones suelen tener graves problemas de autoestima por el hecho de provenir de hogares disfuncionales donde hay una crisis de valores y problemas de comunicación.
“Estos jóvenes o niños no tienen la confianza suficiente, ni se sienten protegidos por su familia, por ello van en busca de sitios o lugares donde aparentemente sí los entienden y donde aparentemente sí juegan un rol importante”, dice Pomalima.
¿Cómo paramos esto?
Según Nizama, lo primero que debemos hacer es sincerarnos y hacernos la pregunta: ¿qué es lo queremos para nuestros hijos? “Si lo que buscamos es volver a tener una familia natural donde el amor, la espiritualidad y la paz sean la piedra angular, entonces debemos comenzar por educar. Para ello la familia, la escuela y el Estado deben trabajar de manera coordinada. Ahora, si queremos mantener el estatus quo, entonces dejemos todo como está, pero eso sí, no nos quejemos después cuando la humanidad comience a destruirse”, sostiene el psiquiatra.
Entre tanto, el doctor Pomalima considera que es necesario fortalecer la autoestima de los adolescentes, para ello cree que los padres de familia deben valorar más las cualidades de sus hijos durante la niñez y no destacar sus defectos.
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