Según
el arqueólogo Walter Alva, hacia finales del siglo VI se produjeron tres
décadas de cambio cíclico del clima en la costa norte del Perú, en las que se
alternaron sequias intensas y grandes lluvias que provocaron el colapso de una
de las civilizaciones hidráulicas más avanzadas del mundo, la cultura Moche.
A
inicios del siglo XX, en 1925, las fuertes lluvias destruyeron cosechas y
carreteras en la costa norte que arruinaron a hacendados tan importantes como
los Graña, los Mujica Gallo, los
Berckemeyer, entre otros.
El
arqueólogo José Mastos Mar cuenta que la variación del clima no solo generó
efectos económicos y materiales en el país, sino también sociales y políticos.
En 1958, dice, el entonces presidente Manual Prado, agobiado por la crisis,
tuvo que llamar a un crítico tenaz como Pedro Beltrán para que le ayudase
salvar las finanzas.
Igualmente
el gobierno militar de Velasco, en 1972, se vio forzado a detener sus cambios
estructurales para atender la emergencia; y en 1982, el segundo gobierno de
Belaunde empezó a colapsar por los graves efectos de los desórdenes del clima. Hasta
el régimen de Alberto Fujimori acabó afectado cuando su proyecto autoritario se
debilitó por los mayores requerimientos económicos de los eventos de El Niño de
1997 – 1998 que perjudicaron hasta la propia ciudad de Lima.
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