Esta enfermedad no
solo es causada por el alcohol, también por la mala alimentación y el
sedentarismo.
Relacionar
el hígado graso con el alcohol aún es muy frecuente, sin embargo en los últimos
años la ciencia ha demostrado que existen otras causas que lo generan; así
tenemos los malos hábitos de vida y la
ingesta de comida rica en grasas y carbohidratos.
Como
muchas otras dolencias, esta tampoco presenta síntomas al inicio, de ahí que la
persona recién tome conocimiento del mal cuando acude al médico por otra causa.
Hay
dos tipos de hígado graso conocidos. Uno es provocado por el alcohol, y el otro
por el exceso de comida rica en grasas saturadas. Sin embargo, para el decano
del Colegio de Nutricionista del Perú, Lic. Oscar Roy Miranda, existe otra
causa, aquella producida por las dietas
sin control.
De
los tipos de hígado grasos conocidos, el más común es el causado por los altos
niveles de obesidad, colesterol y triglicéridos.
Si
bien esta dolencia es más frecuente en las personas mayores de 40 años, sobre
todo en los varones por razones genéticas, en los últimos años debido al
incremento del consumo de las comidas chatarras los adolescentes también ya lo
están sufriendo.
Lo
más preocupante de esta realidad, es que estos jóvenes llegan a la adultez con
una calidad de vida deteriorada, lo que les resta posibilidades para progresar
como individuos.
Si
bien esta dolencia conocida también como esteatosis hepática no mata
directamente, si provoca cirrosis, que de no ser tratada a tiempo puede derivar
en cáncer.
Cuando
el hígado graso ya está avanzado, la persona comienza a sentir leve dolor en el
abdomen, pérdida de peso, malestar general, fatiga crónica, sueño, diarrea, y
sensación de pesadez, en especial después de las comidas.
Para
determinar si la persona tiene o no esta enfermedad, basta con que se haga una
ecografía abdominal.
“En
caso el paciente sufra de este mal, habrá que determinar las causas para saber
el tratamiento a seguir”, dice el doctor Roy Miranda.
Si
el hígado graso es por ingesta de alcohol, agrega, basta con que el individuo
deje de beber para evitar que el mal avance. En cambio, si es por la obesidad,
deberá someterse a una dieta, “pero asesorado por un profesional para evitar
que la grasa metabolice en el hígado y genere el efecto contrario”.
Bertha
Cano, como viene aconteciendo con la mayoría de los jóvenes de hoy, se enfermó
de hígado graso precisamente por alimentarse mal.
“Por
mi ritmo de vida, debía comer lo primero que encontraba, y eso era la llamada
comida saturada”, narra esta joven.
Con
el paso de los años, Cano comenzó a perder peso, sentir nauseas, pesadez luego
de cada comida, por lo que pensando que se trataba de una gastritis fue en
busca de un médico, quien luego de examinarla y hacerle una ecografía le dijo
que sufría de hígado graso.
Si
ella no quería sufrir de cirrosis, el médico le recomendó cambiar su hábito y
estilo de vida.
Fue
con la ayuda de la Comunidad Cristiana del Espíritu Santo,
donde comenzó a realizar sus cadenas de sanidad, que Bertha logró curarse.
Hoy,
Bertha Cano lleva una vida tranquila y sin la enfermedad que lo aquejó por
años.
(Redacción)
RECOMENDACIONES
1.-
Comer frutas.
2.-
Verduras frescas.
3.-
Agua todos los días.
4.-
Eliminar el alcohol.
5.-
Poca sal y azúcar.
6.-
Ejercicios (mínimo 30 minutos al día)
No hay comentarios:
Publicar un comentario