jueves, 5 de mayo de 2011

El negociado de los Transgénicos


La aprobación del DS 003-2011 que abre nuestro mercado a las semillas transgénicas ha generado toda una preocupación –y con justa razón-a los agricultores, no solo por la destrucción que generará a nuestro germoplasma sino porque nos convertirá en un país dependiente de las grandes corporaciones agroquímicas


Luego de muchos años de espera, las corporaciones agroquímicas transnacionales lograron del gobierno peruano tener luz verde para invadir nuestro país de semillas transgénicas.

Gracias a la publicación del DS 003-2011, los siete grande laboratorios que controlan todo el paquete tecnológico: semillas, herbicidas, insecticidas, etcétera, tendrán la oportunidad de controlar casi todo el mercado agrícola nacional. Esto como es obvio incrementará sus jugosos ingresos económicos que ya tienen por todo el mundo.

De acuerdo con el Grupo ETC, las principales corporaciones agroquímicas transnacionales lideradas por Monsanto hasta el 2007 solo en la venta de semillas lograron facturar al año alrededor de 14,785 millones de dólares. Si a ello le sumamos que estos laboratorios no solo elaboran semillas sino también otros productos, entonces estamos hablando de cifras multimillonarias, de ahí que se entienda del por qué su interés de hacer crecer su mercado.

En los últimos años, pese a los sólidos argumentos y pronunciamientos de organismos internacionales sobre los efectos nocivos y adictivos de las semillas transgénicas en la agricultura, estas transnacionales han extendido sus redes por Latinoamérica gracias a la flexibilización de las normas y a la existencia de muchas autoridades gubernamentales que han cedido fácilmente ante los intereses de estos laboratorios. Ese podría ser el caso del Perú, en donde a pesar de una serie de cuestionamientos el Ministerio de Agricultura (Minag) promulgó el cuestionado Decreto Supremo 003-2011, por el cual se autorizó el ingreso de los transgénicos a nuestro país.

Ni bien se puso en el tapete este tema, salió a la luz una serie de cuestionamientos que involucraban a funcionarios de este ministerio, a quienes se les acusó de actos de favoritismos políticos y conflictos de intereses. Es el caso de uno de los asesores del Minag, Alexander Grobman, de quien se dice defiende abiertamente el ingreso de transgénicos al Perú debido a que comparte sus funciones públicas con la presidencia de los directorios de Semillas Penta S.A y Productora Agrícola del Campo, y con la titular de la Asociación Peruana para el Desarrollo de la Biotecnología (Perú – Biotec). Pero Grobman no es el único que tendría conflictos de intereses, según la Sunat, Dow Hers Seiner Kertman, jefe del gabinete de asesores, sería el apoderado comercial de Agroindustrial Lanchas S.A y de Empacadora y Procesadora Huamaní S.A.C. Fue él quien declaró a un medio local que etiquetar los alimentos transgénicos era “una exquisitez de los ricos”.

Cabe señalar que el interés de estas transnacionales de ingresar al país no es nueva. Hace años cuando estaba como Ministro del Minag, Ismael Benavides, movieron sus fichas para introducir sus productos. Será por eso que los supermercados Plaza Vea y Vivanda, que alguna vez fue manejado por el hoy titular de Economía, llegaron a vender las primeras papayas transgénicas procedentes de Hawai sin declarar la naturaleza de éstas.

Destrucción de la agricultura

Para lograr que los campesinos de los países Latinoamericanos usen las semillas transgénicas, las transnacionales a través de sus socios locales vienen argumentado una serie de cosas. Una de ellas, por ejemplo, es que gracias al uso de estos productos se podrá aumentar la productividad en casi un 150%, a la vez de reducir la mano de obra. Asimismo que se podrá acabar con el hambre de pan que sufren millones de personas en el mundo.

Para el presidente de la Fundación Mundial de las Ciencias Naturales, José Almeyda, dichas aseveraciones se encuentran alejadas de la verdad, por ejemplo en Brasil, Argentina y Paraguay, la introducción de las semillas transgénicas no ha mejorado la vida de las clases más pobres de esos países. “La única verdad de todo esto es que esos productos además de contaminar el germoplasma nativo, y de soplar los vastos vientos de pesticidas y herbicidas de varias naciones hermanas, también pondrán en grave peligro a nuestra creciente agricultura orgánica, la cual en los últimos años viene destacando con un pujante 20% de crecimiento anual”.

Del mismo parecer es Reynaldo Trinidad, director de la Revista Agronoticias, quien agrega que el peligro de las semillas transgénicas en nuestro país es que someterá la producción agraria nacional y la seguridad alimentaria a los intereses de los más poderosos.

Para Trinidad la supuesta “amenaza del hambre” es una exageración de estas transnacionales que lo que buscan es ponerle un gen a un producto agrícola para hacerlo más resistente para luego patentarlo sin pagar ningún derecho al país dueño del recurso y mucho menos al pueblo que domesticó dicha especie.

El problema de las patentes y las semillas

José Almeyda de la Fundación Mundial de las Ciencias Naturales, señala que después del anuncio del decreto supremo se viene dando una serie de atropellos contra los agricultores que todavía siguen dedicándose al cultivo de productos orgánicos. “El problema de las semillas es algo que se veía venir, si antes el agricultor era quién tenia el dominio de las mismas y de sus productos, hoy en día eso ha cambiado. Como se sabe las plantas en su proceso de reproducción tienden a polinizar (generan semillas que son expandidas en diferentes elecciones), ahora si un agricultor es contaminado con semillas transgénicas aún si quererlo está obligado a pagar una regalía o patente al laboratorio que lo alteró”, sostiene Almeyda.

Etiquetado

Actualmente algunos supermercados están vendiendo productos con contenido transgénico. Por eso la jefa del Área de Investigaciones de la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios (ASPEC), Edita Vilcapoma, señala que el consumidor debe tomar conciencia a la hora adquirir un producto. Recomienda una vez que la norma exija a los fabricantes etiquetar con un símbolo si sus productos contienen ingredientes transgénicos, verificar si las indicaciones en el reverso detallan o no dicha advertencia dado que es un derecho de todos los consumidores.

Ante toda la polémica que ha generado el tema de los transgénicos en el país, el Defensor del Pueblo encargado, Eduardo Vega, recomienda al Poder Ejecutivo suspender los efectos del citado Decreto Supremo para proceder a abrir un espacio de diálogo con los sectores involucrados, en particular con los que han demostrado su desacuerdo con la política adoptada.


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