No solo las mujeres son maltratas por sus parejas. Hoy en día cada vez más hombres sufren en silencio los golpes que reciben de sus esposas o convivientes. En lo que va del año, siete ya fueron asesinados. Especialistas consideran que debe endurecerse las penas para frenar esta ola delictiva
Por el solo hecho de haberse tardado unos minutos en recoger a su hija del colegio, Carlos Quintana Sevillano (38) recibió una golpiza por parte de su esposa Rosa Orozco (37), quién en plena calle no importándole la hora ni el lugar arremetió de forma violenta contra su pareja. En declaraciones a un medio local el infortunado hombre narró que no es la primera vez que es víctima de una agresión.
La historia de Carlos es solo una de las tantas que a diario se repiten en nuestro país y que en muchos casos no son denunciados por el simple hecho de vivir en una sociedad “machista”, como es el caso del Perú, en donde por cada 50 agresiones sufridas a varones solo dos son denunciados y de esa cifra solo una es procesada. Esta situación nos lleva a la pregunta de qué está pasando con el llamado “sexo fuerte” dentro del seno familiar.
Para la psicóloga Carmen Mendoza los factores comunes para que el varón “víctima” no se separe o haga la denuncia, son culturales, sociales e individuales y están en estrecha relación con las causas que originan este fenómeno. Según la profesional los estereotipos rígidos del varón con lo que se espera de él como “macho” o el temor a las burlas hacen que trate de esconder el problema. “En este “esquema social” de proveedor, jefe de familia y protector, una denuncia de agresión significaría trastocar los roles establecidos, donde se supone que el varón es el que “lleva las pantalones” y en el último de los casos el que maltrata es él”, refiere Mendoza.
Para muchos es inadmisible reconocer ante sí mismo y ante los demás la caída de su superioridad. No denuncian porque el maltrato de sus esposas o hijos es un duro golpe a su orgullo, hay sentimientos comunes en el hombre maltratado: soledad, sufrimiento, venganza, pobre autoestima, culpa, inhibición, propensión a la humillación o temor a tomar una decisión. La soledad que sienten es el común denominador. Callan, sufren en silencio pues no hablan sobre su situación ni con el familiar más cercano ni el amigo de confianza. Su respuesta ante la violencia es quedarse callado y aceptar el hecho con resignación o huir momentáneamente de la situación. No es frecuente que un hombre exprese sus sentimientos y debilidades. En una sociedad “machista” como la nuestra, dice la profesional, “no está bien” ver a los hombres lloriqueando o quejándose.
Para la psicóloga social Jenny Atalaya, la situación de sufrimiento de un hombre ante una circunstancia de esta naturaleza se debe a que se le ha educado desde pequeño para que reprima sus emociones y se comporte como “todo un varoncito”, por lo tanto, debe ser capaz de soportar y controlar el maltrato si es que se reconoce.
Atalya considera que la violencia ya sea que provenga del hombre o de la mujer, tiene el mismo origen: poder y control sobre la relación. “Las motivaciones, sin embargo pueden ser algo distintas- esposa, concubina, amante, pareja ocasional, madre”, apunta. La violencia, ahora, puede surgir con el fin de mantener control sobre la relación y de la pareja, obtener algún tipo de beneficio económico cuando se rompe la relación, o simplemente cuando la relación extramarital pretende la formalidad.
Cabe señalar que algunos hombres piensan que el maltrato emocional y psicológico no es violencia, cuando la verdad es que ella es más dañina que los propios golpes.
Un reciente estudio revela que las mujeres jóvenes se están comportando de modo muy agresiva, probablemente motivadas por el tipo de sociedad en la que vivendonde la violencia se está convirtiendo en algo muy común.
Para la psicóloga Carmen Mendoza la masificación de los medios de comunicación, ya sean las tradicionales como las electrónicas, donde fácilmente un menor o adolescente puede encontrar contenidos con alta carga de violencia, han ayudado, de alguna u otra manera, a que los jóvenes hoy en día traten de resolver sus problemas y/o diferencias a través de los golpes.
Si bien las estadísticas encuentran al varón casi siempre en una posición inferior a las mujeres maltratadas y asesinadas por sus parejas, eso no significa que no deba tomarse en cuenta su situación cuando son ellos las víctimas.
Mientras la sociedad “machista” que tenemos siga viendo estos casos con cierta burla, dice Mendoza, difícilmente podremos saber qué tanto los roles de violencia familiar vienen cambiando en nuestro país.
Ellas planifican sus crímenes
Si bien existen similitudes en cuanto a aptitudes y derechos que tienen tanto los hombres como las mujeres, a la hora de cometer sus homicidios existe una gran diferencia entre estos géneros a la hora de planificar sus delitos. Así nos lo explica la psicóloga forense de la DININCRI, Dora Antuca, quién señala que existe una diferencia entre el accionar delictivo de un varón y la de una fémina en cuanto se refiere a la planificación de los hechos. Según la profesional las mujeres llevan una ligera ventaja, dado que ha sido científicamente comprobado que ellas son más cuidadosas con los detalles de sus homicidios, ya que le pueden llevar días, semanas e incluso meses toda la elaboración del plan que les llevará a su objetivo final.
Para Antuca, las causas y los motivos que empujan a una mujer cometer un asesinato por lo general responden a impulsos psicológicos reflejados por malos tratos de la pareja, abuso sexual y físico de estos, así como algún trastorno bipolar adquirido genéticamente al nacer. “La mayoría proviene de hogares disfuncionales y afrontan traumas que las han limitado mentalmente para tomar decisiones. Pero, en un momento dado, generan una auto defensa psicológica y terminan matando a su pareja, hartas de tanto abuso, sumados a los casos de infidelidad y celos enfermizos lo que agrava aún más la situación conyugal”, sostiene la especialista.
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