jueves, 22 de marzo de 2012

La sed nos amenaza

El calentamiento global de la tierra y una falta de política de prevención de ahorro en el consumo del agua, viene haciendo que nuestro país corra el riesgo de quedarse sin este recurso hídrico.


Para nadie es un secreto que el agua es un elemento necesario no solo para la existencia del ser humano sino para todo ser vivo en la Tierra, por lo tanto su mal uso podría desencadenar un desabastecimiento que generaría muchos problemas al mundo.

A pesar que muchos países tienen escasez de este recurso, en el Perú tenemos la idea errónea de que el agua nunca se va a acabar, un concepto nada más alejado de la verdad.

Actualmente hay mucha gente que debe caminar horas para encontrar un poco de agua.

Para los expertos en la materia este recurso ya está empezando a escasear y hay que preocuparnos, si es que no nos queremos morir de sed.

¿Pero qué está ocasionando que el agua dulce que usamos para beber esté escaseando? ¿Es qué tan irresponsable somos los peruanos para matar un recurso tan importante para la vida?

Estudios realizados por científicos nacionales e internacionales sobre este tema, afirman que el desabastecimiento de agua en nuestro país, entre otras razones, se debe básicamente al calentamiento global de los glaciares peruanos, cuyos procesos de deshielo ya son notorios a simple vista.

A pesar que en apariencia, el Perú tiene una alta disponibilidad de agua dulce (74,546 metros por persona al año), el 97.7% del recurso está en la macrocuenca del Amazonas o Atlántico, que alberga el 26% de la población nacional; en tanto que solo el 1.8% corresponde a la macrocuenca del Pacífico, donde está el 70% de los habitantes del país, la diferencia (0,5%) pertenece a la hoya del Titicaca, que alberga el 4% de la población.

Esta situación sumada al progresivo deshielo de nuestros glaciares viene haciendo que buena parte de la población peruana no cuente con este recurso.

Los 7 millones de peruanos que no están conectados al servicio de agua potable pagan sobrecostos que bordean los $250 millones por año, por lo que existe un gasto 10 veces mayor al no disponer de este servicio.

Calentamiento global

Desde que los seres humanos empezaron a industrializarse allá por el siglo XVIII, el mundo progresivamente ha venido sufriendo un deterioro climatológico. Esta situación ha provocado que muchos glaciares hayan desaparecido y otros estén a punto de hacerlo.

Lamentablemente nuestro país no es ajeno a esta realidad mundial. De acuerdo con el decano del Colegio de Geógrafos del Perú, Martin Alba, hemos perdido en los últimos años cerca de una tercera parte de nuestros glaciares, que sumado a los problemas de contaminación de agua relacionados al uso minero, industrial y urbano, han provocado que muchos ríos tengan ahora poca cantidad de agua, como es el caso del Rímac que hoy en día no tiene la suficiente cantidad de recurso hídrico para seguir abasteciendo a la capital.

El calentamiento global de la Tierra también ha provocado en nuestro país que las lluvias estacionales de los Andes y la Amazonia, las cuales antes caían entre los meses de octubre y marzo, ahora solo se concentren entre enero y marzo.

Actualmente la disponibilidad hídrica del país, especialmente en la vertiente del Pacífico – depende en un 70% de los deshielos y lagunas. “Si estos glaciares continúan desapareciendo pronto no tendremos agua que beber”, dice con tono preocupado el ingeniero Alba.

Recientemente la Autoridad Nacional del Agua (ANA) ex INRENA, dio cuenta que ocho valles de la costa estaban en el mapa de la escasez crónica con índices alarmantes. Estos valles son: Rímac (148.6 m3 x hab), Caplina – Tacna (185.9), Chillón (202.2), Moche (319.4), y Chiklli – Arequipa (581.9).

Energía en problemas

Si la falta de precipitaciones podría generar escasez de agua. Este fenómeno podría afectar con una mayor magnitud a las ciudades e industrias que requieren de una considerable potencia de energía para funcionar.

Así nos lo explica Julio Ordoñez del Senamhi, quién señala que las lluvias juegan un rol fundamental en el desarrollo de las ciudades, debido a que las cuatro centrales hidroeléctricas con las que cuenta la ciudad capital se abastecen principalmente con las precipitaciones de verano, aunque estos últimos años han quedado insuficiente ante el aumento de la demanda.

El especialista afirma que las cuatro centrales hidroeléctricas que abastecen a Lima, fueron diseñadas para otro tipo de demandas dado que fueron inauguradas en los años 70, cuando la explosión demográfica no se había producido y las necesidades industriales eran otras. “Hoy en día, Lima con casi 10 millones de habitantes, es imposible de que solamente se pueda abastecer de energía. Es por esta razón de que hace algunos años se están utilizando para la generación de energía un porcentaje de gas natural que viene por tuberías desde Camisea y otra parte de la combustión de petróleo, los últimos sirven como paliativo para hacer frente a las serias deficiencias de energía que tiene la capital”, sostiene el funcionario.

Actualmente mucho se viene hablando de la bonanza económica del país, pero nadie se ha puesto a pensar que el crecimiento de la demanda tienen un impacto en el ecosistema, en donde para extraer recursos que satisfagan al mercado se están depredando los ecosistemas naturales (bosques, reservas hídricas, asientos mineros, etc.), dejando un forado difícil de cubrir.

Según Ordóñez, cuando las lluvias cada vez disminuyan más el problema de generar energía se va hacer incierto, lo que pondrá en peligro la generación de proyectos de desarrollo sostenible para las generaciones futuras.


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