Muchas personas empujadas por la codicia, el odio y los celos enfermizos vienen matando a sus seres queridos. ¿Qué está pasando en nuestra sociedad? ¿Acaso se han perdido los valores?
El cobarde asesinato de Ruth Thalía Sayas a manos de su enamorado Bryan Romero semanas después de confesar su “verdad” en un programa de televisión, debe llevarnos a la reflexión.
Si bien la historia de nuestro país está llena de horrendos crímenes, nunca antes esta había llegado con tanta frecuencia al seno más íntimo de la familia.
Hoy vemos con estupor como los hijos matan o mandan a matar a sus progenitores por codicia u odio. También como muchos esposos, convivientes y novios cegados por los celos y la sed de venganza asesinan con sangría fría a sus parejas e inclusive a sus mismos vástagos. Sino recordemos el caso de Giuliana Llamoja quien purgó cárcel por haber matado a su madre de 49 puñaladas. También la historia de Elizabeth Vásquez quien todas las pruebas la señalan como la autora intelectual del asesinato de su progenitora.
¿Qué está pasando en nuestra sociedad? ¿Por qué tantos crímenes de esta naturaleza en el país?
Para el reconocido psiquiatra Martín Nizama, la causa estaría en la deshumanización de las sociedades posmodernas signadas por la materialidad, la tecnología, el conocimiento y la extinción de la familia natural. “De ahí que muchas personas tengan predisposición a convertirse en asesinos”, dice.
Por su parte, Carmen Mendoza, psicóloga de la Gerencia Regional de Desarrollo Social del GOREHCO (Gobierno Regional Huánuco), sostiene que una de las razones estaría en la sensación de vacío existencial que experimentan muchos jóvenes por falta de afecto y comunicación que luego con el correr de los años tratan de llenarlo-alguna veces- cometiendo crímenes que les permitan sentir que pasa algo en sus vidas.
Según la psicóloga los secuestradores y asesinos pasan necesariamente por una serie de crisis emocionales, y entre más violentos sean sus actos demuestran que son más insensibles hacia los demás y hacia ellos mismos.
Manuel Saravia del Instituto Gestalt de Lima, por su parte, sostiene que las personas que matan a sus seres queridos, en este caso a sus parejas, lo hacen impulsados por celos enfermizos que llevan a descargar toda su furia contra la víctima, para luego arrepentirse y lucir deprimidos, de esta manera tratar de despistar las sospechas de los familiares y de las autoridades que investigan el caso.
Precisamente esta tipología fue la que mostró Bryan Romero cuando los medios de comunicación lo abordaron luego de conocerse la desaparición de Ruth Thalía.
¿Reality show culpables?
Nadie duda que la televisión contituye una herramienta importante para la educación y el entretenimiento de las personas. Sin embargo cuando los dueños de los canales solo piensan en hacer dinero sin importar el cómo, ahí nace un grave problema, ya que aparecen programas como “El valor de la verdad” que si bien en el caso de Ruth Thalia no tendrian responsabilidad penal si lo tendrían desde el punto de visto moral.
Según Nizama programas como estos solo destapan la olla de Pandora, es decir, sacan a relucir la intimidad y patología de personas trastornadas, ante millones de personas, sin tener ninguna posibilidad de controlar esos impulsos y trastornos. Entonces el conductor hace de terapeuta sin serlo. “El trabajo de la psicopatología individual tiene que estar a cargo de profesionales terapeutas y no de conductores que, en este tema, no conocen nada”, sostiene el especialista.
Sobre este punto, Mendoza refiere que muchos programas lo único que hacen es aprovecharse de la pobreza de la gente para hacerlas ver como mercancías, porque a las personas que van a estos programas les pagan. “O sea, por vomitar la ruindad, el invitado recibe una remuneración. Se estimula la codicia”, dice.
Para la psicóloga no existen escalas de valores en casi ninguno de los programas de la farándula que se trasmiten en la televisión. Y razón no le falta. La mayoría de estos programas como suceden en las telenovelas muestran a las personas agarrándose a golpes o intercambiando parejas como si fuera un juego.
De acuerdo con Mendoza, requerimos que las instituciones que tengan que ver con los contenidos de los programas de la televisión se pronuncien al respecto. “No podemos seguir mostrando falsos referentes que lo único que hacen es confundir más a los niños y adolescentes.”
Mas allá de cuáles sean las razones que empujan a los individuos a asesinar a un ser querido, lo cierto es que la política de salud mental del Ministerio de Salud- si es que existe-no está funcionando. La falta de psicólogos y psiquiatras a nivel nacional es una muestra palpable del poco interés que tiene el gobierno sobre este tema. ¿Cuántas personas más tendrán que morir para que el Estado tome el toro por las astas?
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