Escribe: Mariana
Alegre Escorza (*)
Hace algunas estuve en Estados
Unidos en un evento sobre transporte. Uno de los temas que más me llamó la
atención fue el compromiso de los funcionarios públicos y de los alcaldes de
ese país con reducir los accidentes de tránsito a CERO. Las ciudades competían
por mostrar cuál de ellas había reducido más sus accidentes y mostraban
orgullosos sus cifras. Lamentablemente, esta no es una realidad en nuestro país y menos de nuestras ciudades, donde nadie compite para mostrar
quien tiene los índices más bajos de accidentes en sus calles.
La preocupación de las
autoridades por la vida de las personas es evidente en el país del norte y, por
ello, es que toman medidas ambiciosas y onerosas para evitar la muerte de sus
ciudadanos. Esto se extiende no solo al sector transporte sino que también
procuran ser muy exigentes cuando se trata de la construcción de viviendas y
obras públicas. En los días del evento me tocó experimentar una amenaza fuerte
de tornado y la reacción de las autoridades y la prensa fue impecable. Incluso
yo, siendo extranjera y con mi celular sin línea telefónica, recibí una alerta
para evacuar la zona en la que me encontraba. El avance en prevención es muy
importante y aunque fueron severas las inundaciones, solo dos o tres fueron las
personas que perdieron la vida.
Ahora que se aproxima el
Fenómeno El Niño en el Perú, cabe la pena preguntarnos: ¿Cuántos morirían en el
país por estar mal preparados en caso de un terremoto, tsunami o cualquier otro
fenómeno natural? ¿Cuántas personas están en riesgos por tener sus viviendas sobre
terrenos defectuosos o en condiciones vulnerables? ¿Cuántos muertos más en las
carreteras y pistas de nuestras ciudades? Lamentablemente, las respuestas a
estas preguntas son muy lejanas al deseable CERO. Y es por eso que desde este
espacio, conmino a las autoridades a tomarse en serio la vida de sus ciudadanos
y a poner mano dura para prevenir mayores desgracias.
Solo una ciudad que sea fuerte
en sus procesos, firme ante la corrupción y decidida cuando se trate de tomar
decisiones impopulares, es una ciudad capaz de superar los peligros y que
garantizará la vida de sus habitantes. Eso es lo que necesitamos: ciudades con
autoridades (local, regional y nacional) resueltas a cuidar de nosotros. Los
ciudadanos debemos exigirlo.
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(*) ONG Lima Cómo
Vamos
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