Ad portas de este fenómeno, sectores – como Agricultura- están
preocupados por las intensas lluvias. Para analizar este acontecimiento, conversamos
con el experto agrícola, Reynaldo Trinidad.
- Muchas autoridades se están quejando de no haber recibido aún los
recursos necesarios para contrarrestar El Niño. ¿Cómo afectará esto a la
agricultura del país?
- El problema de fondo no es la escasez de dinero, sino de
criterio y responsabilidad en nuestras autoridades de los tres niveles de
gobierno. Me explico: Primero, el Fenómeno El Niño es parte indesligable de
nuestro ecosistema; tanto que la investigación histórica tiene registros sobre su
presencia recurrente desde hace 5.500 años. Segundo, si tuviésemos un Gobierno profesionalizado
y una sociedad medianamente ilustrada, esta anomalía oceánico-atmosférica nos
traería muchos más beneficios perdurables, que perjuicios eventuales. Tercero,
el proceso del actual Fenómeno El Niño para el Perú comenzó hace
más de dos años, y desde entonces ya han abortado frente a nuestro
litoral cuatro amagos en el 2014 y cinco en lo que va del año. Esto significa
que tuvimos tiempo suficiente para prevenir y mitigar sus riesgos, y para
aprovechar sus beneficios potenciales.
- ¿Podría ser más explícito?
- Cuando ocurre El Niño, las que causan más destrucción no
son las lluvias torrenciales que caen en la costa, sino en las montañas andinas.
Pues como casi todas de ellas se hallan desnudas, las precipitaciones causan
huaicos e inundaciones devastadores en los valles y áreas conexas. Entonces, tal
como hemos explicado reiteradamente en la revista Agro Noticias, lo que se debe
hacer es construir obras de retención parcial de lluvias en los Andes, tales
como: zanjas de infiltración, amunas, microrreservorios mediterráneos en las
cabeceras de las chacras y microrrepresas en cascada en las quebradas, para evitar
riadas destructivas contra los bajíos. Sin embargo, el sector oficial está
concentrado casi solo en la limpieza de cauces hídricos, el reforzamiento de
defensas ribereñas y la rehabilitación o habilitación de drenes en los puntos
más críticos de los valles costeros. Pero si sobreviene El Niño con intensidad
extraordinaria o fuerte, todas esas obras serían barridas por las corrientes
desbocadas. O sea que —una vez más— estamos gastando millones de
nuevos soles irrecuperables en trabajos precarios, para volver a
gastarlos cuando el fenómeno regrese; en lugar de invertir —una sola vez y para
siempre— en obras de retención de lluvias en los Andes, con beneficios
multiplicadores para nuestro ecosistema y nuestra economía.
- Algunos estudiosos afirman que El Niño traerá también beneficios,
como la mayor cantidad de agua. ¿Cómo podemos aprovecharla si aún existen
canales bloqueados de maleza, destruidos, etc.?
- Tal diagnóstico es correcto, aunque quienes ahora lo dicen
no lo expresaron hasta que nosotros lo dijimos en agosto último. Pero —por lo
menos hasta ahora— no hay siquiera un microproyecto piloto al respecto, no
obstante que nuestros ingenieros y campesinos más creativos ya tienen en plena
operación modelos replicables de siembra y cosecha de lluvias en las montañas
andinas. (Redacción)
NOTA
1998-1999.
El Niño de esos años causó pérdidas en agricultura por S/.
701’ 731.736, según Indeci.
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