A pesar de lo que muchos piensan, el estrés siempre estuvo con nosotros. La diferencia entre el pasado y el presente es que ahora producto del ritmo de vida que llevamos estamos más expuestos a esta dolencia, que no solo afecta nuestra relación con los demás sino también la salud
Quien no ha sentido ante un incidente cotidiano, un disgusto en el trabajo o una discusión con nuestro(a) cónyuge, que el corazón se nos acelera y late con fuerza inusitada. Sabía usted que esa manifestación la conocemos como estrés.
Sin embargo el estrés no solo se presenta cuando nos disgustamos con alguien o con nosotros mismos. También se presenta cuando una noticia nos provoca alegría súbita.
Hasta antes de 1920 ese cambio en nuestro organismo producto de la cólera, la tristeza o la alegría súbita, no tenían una explicación científica. Fue recién en 1925 cuando el neurólogo y fisiólogo norteamericano Walter B. Cannon descubrió que cuando un organismo tiene miedo o se enfrenta a una emergencia su cerebro responde activando el sistema nervioso simpático. Cuando esto sucede, el ritmo cardiaco y la respiración se aceleran, la sangre abandona los estratos superficiales de la piel y se dirige hacia los músculos proveyéndoles una mayor cantidad de oxígeno. Todo esto capacita al organismo a responder a la emergencia bien sea luchando o huyendo de la misma.
Cuando este estado de emergencia se prolonga se produce una respuesta más compleja a la cual Hans Selye, médico endocrinólogo de origen austriaco que desarrolló su carrera en Canadá, llamó el Síndrome de Adaptación General. Selye entendía que esta condición prolongada de estrés causa daños al organismo producto de la elevada adrenalina y hormonas corticosteroides que las glándulas adrenales segregan.
Durante mucho tiempo los fisiólogos han sabido que el estrés puede causar envejecimiento prematuro en animales de laboratorio. Las autopsias realizadas a esos animales así lo demostraron. En los seres humanos se produce una situación similar. Cuando el estrés sobrepasa ciertos límites se afectan numerosos órganos de nuestro cuerpo al igual que nuestra capacidad mental y el sistema inmunológico.
Afecta nuestro organismo
En situaciones normales las células de nuestro organismo emplean alrededor de un 90% de su energía en actividades metabólicas dirigidas a la renovación, reparación y creación de nuevos tejidos. Esto es lo que se conoce como metabolismo anabólico. Sin embargo en situaciones de estrés esto cambia drásticamente.
En la antigüedad el mecanismo del estrés cumplía el propósito de preparar a los seres humanos para responder a estados de emergencia que le representaban una amenaza física. La forma de responder a este tipo de emergencia era, por lo general, huyendo o peleando, respuestas para las cuales se requiere una gran cantidad de energía y fuerza muscular. Los cambios hormonales y otras alteraciones fisiológicas que se producen en estados de estrés van dirigidos a lograr esto.
Imaginemos a un primitivo morador de las cavernas que tiene que enfrentarse al impensado ataque de un animal salvaje. El organismo de este cavernícola se prepara para responder a la amenaza. Los músculos se tensan, la respiración se vuelve rápida y poco profunda, el hambre y el deseo sexual se suprimen, el proceso digestivo se detiene, el cerebro se coloca en un estado de alerta máxima y los sentidos se agudizan. Las glándulas adrenales comienzan a lanzar hacia el torrente sanguíneo varias hormonas, a las que se les conoce como hormonas de estrés, entre ellas adrenalina (también conocida como epinefrina) y cortisol que ayudan a aumentar la producción de energía y la fuerza muscular.
En nuestra moderna sociedad no tenemos que enfrentarnos por lo general a animales salvajes (al menos en el sentido literal del término). Sin embargo, nos enfrentamos a situaciones de otro tipo tales como problemas en el trabajo, o el matrimonio, con los mismos mecanismos con los que nuestros antepasados se enfrentaban a los animales salvajes. El problema surge a causa de que los cambios habidos en la sociedad se han dado en forma tan veloz que no han permitido al proceso evolutivo, que es sumamente lento, adaptarse a los mismos. Si la comparamos con los cientos de miles de años que el ser humano lleva sobre la tierra veremos que la vida civilizada es una condición sumamente reciente. Por lo tanto, estamos utilizando aún mecanismos que fueron desarrollados para lidiar con los peligros que comúnmente se presentaban en la vida de las cavernas.
Entre los daños que el estrés genera en nuestro cuerpo están la fatiga, destrucción de los músculos, diabetes, hipertensión, úlceras, enanismo, impotencia, pérdida de deseo sexual, interrupción de la menstruación, aumento en la susceptibilidad a enfermedades, y daños a las células nerviosas.
Tratamiento
El doctor William Alvarado de la Clínica Huánuco, aconseja para aquellas personas que pasan por un fuerte estrés realizar una actividad física, ya sea caminata, nado, por lo menos tres veces a la semana. Asimismo tomar baños de inmersión con agua tibia y sales.
Alvarado recomienda evitar la ingesta excesiva de alcohol y cafeína (café, té, gaseosas). Por el contrario, dice, hay que llevar una alimentación balanceada, con frutas y verduras en porciones moderadas, respetando en lo posible las tres comidas diarias.
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