Está comprobado científicamente que la exposición a los metales pesados en los seres humanos es devastadora. Una de las más peligrosas es el plomo.
La contaminación con plomo es histórica, este tramposo metal que con su apariencia maleable nos cautiva, es el único que no forma parte de la vida, y es uno de los más potentes y perjudiciales venenos ya que ataca principalmente a los niños ya que compite con el calcio y el hierro en la nutrición infantil.
Según la obstetra Hilda Guevara, el plomo ocupa el lugar del calcio, y como los niños están en crecimiento lo absorben. “Hemos aprendido que la contaminación se ingiere más que lo que se respira, por lo que afecta principalmente el sistema nervioso reduciendo seriamente la capacidad intelectual y el comportamiento social”, refiere.
La excongresista señala que el plomo no solo afecta a los niños, también a las mujeres embarazadas que viven en las zonas mineras ya que sus fetos tienen un escaso crecimiento de los tejidos blandos (riñones e hígado) y del hueso (cerebro).
Guevara que también fue presidenta de la Comisión de Salud del Parlamento, manifiesta que la contaminación por plomo causa efectos nocivos en TODOS los niños. “No es que unos niños “se enfermen” y otros no; todo pasa por la cantidad de metal en su organismo”, dice.
Por otro lado, el neurólogo y experto en salud ocupacional, Hugo Villa, señala que las consecuencias que trae el alto índice de plomo en la sangre de los niños es que los convierte en seres muy imperativos debido a que tienen una alteración en el sistema nervioso.
“Gran parte de las investigaciones que se han hecho a nivel mundial concuerdan con los problemas que están pasando los niños y jóvenes en La oroya, esto debido al alto grado de contaminación que tienen, específicamente del plomo que desafortunadamente las autoridades no hacen nada para detenerlo”, sostiene.
Con 29 años de trabajo en esa ciudad, el experto dice que además del problema neurológico las personas afectadas por los metales pesados (mujeres y niños principalmente) también muestran lentitud de crecimiento corporal, problemas auditivos bajo rendimiento escolar y daño renal.
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